El acuerdo y los cantos de sirenas-Magdalena Merbilháa

El acuerdo y los cantos de sirenas-Magdalena Merbilháa

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La Comisión de Trabajo del Senado aprobó por unanimidad la idea de legislar la reforma de pensiones. La votación en particular inicia hoy, para luego ser revisado por la Comisión de Hacienda y finalmente ser sometido a votación en la sala de la Cámara durante enero. Los políticos celebran, lo que creen es un acuerdo que traerá paz social (calmará a la izquierda radical), mientras gran parte de la ciudadanía se siente traicionada, ya que durante estos últimos cinco años se aprendió que esa paz de los acuerdos no es posible con quienes han dejado claro, desde sus acciones, que van por todo.

Hay muchos que siempre “bailan” al ritmo de “la música de moda”. No quieren ser vistos como duros, les gusta “pertenecer”. De este modo se compraron esa música instalada a modo de grito que el gran problema de Chile era “la desigualdad”. Renegaron de sus propias ideas y estuvieron dispuestos para aprobar reformas que hoy está claro que fueron nefastas para Chile. De esa manera, con votos de la derecha se aprobó la reforma tributaria que frenó el crecimiento del país; la reforma educacional que mató la educación pública y el sistema electoral que ha convertido a la política en un verdadero circo ingobernable. Dirán que tenían buenas intenciones, pero el infierno está plagado de buenas intenciones. El gran problema fue no entender lo que realmente la izquierda buscaba con estas reformas. No comprender que ellos trabajan a largo plazo y que, con tal de lograr sus objetivos, muchas veces usan el “fuego lento”. El fin siempre fue, y ellos lo han dicho, cambiar el modelo y matar “el neoliberalismo”. Todo lo que hacen va en esa línea. Para ellos no era recaudar más, sino dañar la economía para contar con suficiente descontento social para iniciar una revolución. No buscaban mejorar la educación, sino empeorarla ya que mientras más ignorantes, más manipulables y vulnerables a las consignas agitadoras. No querían mayor representación en la política, eso se da desde mayorías, sino dar espacios a minorías agitadoras que con los mínimos votos causaran los máximos daños. Pero esa experiencia de haber caído en los cantos de sirena y haber sido responsables de un gran daño país, parece que no fue suficiente. Hoy tropiezan con la misma piedra.

Desde hace un tiempo, el nuevo canto de sirenas ha sido la necesidad de volver a la política de los acuerdos. Esto sin considerar lo que le ha sucedido a Chile en los últimos años, sin considerar el intento golpista refundacional de la extrema izquierda y olvidando la “borrachera” que tuvo parte de la supuesta “izquierda democrática”. Han instalado la idea de que todos deben ceder algo para llegar a un punto medio y que eso es necesariamente bueno para el país. Lo cierto es que ese argumento es falso. Un mal acuerdo es siempre peor a no tener acuerdo. Hay ciertas ideas que siempre son necesarias de defender si se tiene identidad real, ya que son materias de “principios”. Si son tales, debieran ser inamovibles. De hecho, en materia de pensiones todos los sectores dicen que su objetivo es mejorar las pensiones actuales y futuras, pero proponen caminos diametralmente opuestos.

Se reclama que no ha habido acuerdo en el tema desde hace mucho y que es una deuda país. Este análisis está mal hecho, ya que olvida mirar la larga duración y la historia de Chile en materia de pensiones. El sistema de capitalización individual vigente no se hizo por voluntarismo del gobierno militar, sino porque el sistema de reparto anterior estaba totalmente quebrado. De hecho, el sistema impuesto permitió que todos recibieran algo, ya que en el viejo sistema quien no hubiese impuesto más de 25 años, no recibía nada. El viejo sistema estaba quebrado y era arbitrario, inmensamente injusto. Por tanto, esa idea romantizada que el viejo sistema era mejor es una gran mentira.

Por otra parte, muchos políticos arrepentidos de no haber aprobado las reformas de Bachelet o la oferta 3% y 3% del Presidente Piñera consideran que hoy están pagando la deuda. Hablan como si nada se hubiese hecho; tanto la izquierda, que siempre quiere más porque va por todo, y la derecha que simplemente hace malos análisis. Las reformas no aprobadas permitieron los debates y la instalación de la PGU que aumentó las pensiones de quienes estaban más complicados en el sistema. El objetivo inicial, se cumplió, mejoraron las pensiones actuales y futuras de muchos. Simplemente para mejorar el sistema, según las comisiones de expertos, había que aumentar la edad de jubilación (que es francamente ridícula, considerando la esperanza de vida) y aumentar los montos de cotización, que claramente son bajos. Pero instalaron semánticamente la idea de reparto.

Con la situación económica país lo propuesto es insostenible y lo cierto es que el Estado quebrado le meterá las manos en el bolsillo a los trabajadores formales. Esto sin duda encarecerá el empleo, lo que desincentivará la formalidad y le hará más daño al país y a los chilenos. La plata no alcanzará, ya el que el foco para cualquier reforma viable era el crecimiento. El problema es matemático, no dan los números hoy, menos darán mañana. No hay plata. No hay que ser un genio para entender que los efectos colaterales de este acuerdo serán nefastos a lo que hay que sumarle que los del frente “van por todo”, no existe la idea de “un poquito no más…”. Ya personeros del FA han dicho que esta ventana abierta les da el piso para avanzar. Ellos tienen como fin no mejorar las pensiones, sino destruir las AFP, afectar el mercado de capitales para matar el neoliberalismo. Siempre hay tontos útiles que abren la puerta y renuncian a sus principios para parecer los buenos. (La Tercera)

Magdalena Merbilháa