El candidato Jadue, Lavín y escenarios post primarias

El candidato Jadue, Lavín y escenarios post primarias

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Bien ramplonas las campañas de primarias. Mientras en la derecha los candidatos del sector se mueven en los códigos de siempre, con la salvedad que quien más y quien menos promete algunos derechos sociales, la discusión en el eje de la izquierda terminó más diferenciada y friccionada. Por cierto, en el envión final de la campaña de primarias,  la instalación de la Constituyente y la nueva escalada del conflicto mapuche tendieron a desplazar el foco de la política, ¿afectará esto la participación de este fin de semana?

No me malinterprete ni ponga palabras en mi boca, no, esta columna no trata del candidato Jadue… ¿qué está en el título?, bueno es algo que está en evaluación, habría que precisarlo no más, en realidad se refiere a las primarias o lo que viene después. Ya le digo, aquello no está dicho en ninguna parte, bueno, tal vez sí, pero hay que tomarlo en condicional. Más o menos ese fue el tono que empleó el candidato Daniel Jadue en el último debate previo a las primarias de este domingo; un tono áspero que terminó en varias confrontaciones con los periodistas y con el contrapunto de un Gabriel Boric particularmente cuidadoso y conciliador. Lo que hasta hace un par de meses, siguiendo las encuestas, sería una carrera ganada para el alcalde de Recoleta ahora tiene pronóstico reservado. Lo interesante es que el resultado impactará y puede provocar un vuelco en el destino de la centro izquierda que se encaminaba cada vez más a la opción de Provoste.

Se dice que estamos pasando por momentos muy líquidos en política. Tanto es así que a pocos meses de la elección presidencial quienes puntean las encuestas ahora podrían sufrir un traspié irreversible, pero no son los únicos. Así como se da una anomalía en esta elección respecto a la volatilidad de liderazgos o de las adhesiones a éstos; una segunda anomalía es que exista una candidatura virtual, que eventualmente podría ocurrir según los ánimos en la Democracia Cristiana respecto de la senadora Yasna Provoste. Guardando las proporciones es algo así como la idea del filósofo Martin Heidegger sobre la pres-ausencia del Ser, es decir, está y no está e incluso a ratos pareció estar en todos lados. ¿Por qué aguantar la definición presidencial si su opción iba en ascenso?. Es difícil decir que se ha estado “cocinando”, pero la proyección de Provoste depende mucho de su rol como Presidenta del Senado, fuera de esa función puede decaer rápida y estrepitosamente. Por otro lado, su mayor posibilidad es alzarse como alternativa a Daniel Jadue, de tal forma que hasta la derecha podría apoyarla en segunda vuelta. Por cierto, la radicalización del discurso del candidato comunista le viene muy bien a la senadora en caso que éste gane la primaria de su sector.

Para una posible candidatura presidencial de Provoste el eventual triunfo de Gabriel Boric es lo menos funcional. El bloque de izquierda se decantaría por una opción más moderada y gradualista, con evidentes afinidades con el mundo socialista. Pero no es solo eso, el surgimiento de Provoste se dio en momentos de particular debilidad del gobierno donde ella, en su calidad de Presidenta del Senado, fijó el rumbo de la política social para mitigar los efectos económicos de la pandemia. El “tironeo” con el gobierno fue fundamental para potenciar la imagen presidenciable pero este juego tiende a desparecer en la medida que el poco poder que le quedaba a Piñera decrece a su más mínima expresión. Algo de eso parece estar pasando cuando el mandatario intentó avanzar en un decreto que restaba recursos para la administración de los gobernadores electos y al día siguiente reculó.

Otra consecuencia de un sorpresivo triunfo de Boric es el efecto en que tendría en las bases socialistas, por ahora solo hay señales desde arriba y quejas soterradas de la intolerancia y volatilidad de los frenteamplistas. No se sabe cuál es el grado de acercamiento de Paula Narváez con el candidato del FA, pero es sabido que éste genera simpatías en el sector desde hace tiempo y el propio Boric intelectual y culturalmente está próximo al socialismo. La reciente puesta en escena de Narváez y Boric tomando once (tipo tea party pero con sopaipillas), advierte que podría abrirse una negociación mayor entre el PS y el FA, aunque no está claro que apunte a primera o segunda vuelta.

Lo anterior puede redefinir las alianzas y cupos parlamentarios con posibles costos tanto para la DC como los comunistas. De hecho, algunos vieron en el respaldo socialista al frenteamplista Jaime Bassa, en la votación para vicepresidente de la Convención Constituyente, un anticipo de lo que puede venir. Asimismo habrá que ver que tan firme resulta el eje FA y PC. Una derrota de Jadue dejaría al PC en una mala posición para negociar la elección parlamentaria y el tono áspero de la campaña bien puede terminar en un quiebre entre dos aliados muy distintos. A ello se suma la división que se puede generar con el tema cubano, si el conflicto interno en ese país perdura o es brutalmente reprimido, podría contaminar cualquier acuerdo entre comunistas y frenteamplistas. Como ejemplo ya se vio que Boric no tiene reparos en solidarizar con el pueblo cubano mientras que Jadue invoca el “principio de no intervención”, olvidando que fue uno de los mayores argumentos para traer de vuelta a Pinochet de Londres y sin contar que el régimen militar chileno acudía al mismo principio para relativizar la censura internacional por las violaciones a los Derechos Humanos.

En la derecha, en tanto, no hay grandes amenazas para Lavín, ya que cuenta con el respaldo de un gremialismo muy golpeado pero relativamente ordenado. El fantasma del sector es en realidad la baja participación o, más improbable, un resultado estrecho con Sichel. La posibilidad de una convocatoria exigua es posible, ya que el caudal electoral de la derecha disminuyó drásticamente en la última elección de alcaldes y que decir en la segunda vuelta de gobernadores. Ese escenario es el peor anticipo de lo que podría venir para la derecha en la elección parlamentaria, considerando que un triunfo en la presidencial depende a estas alturas casi de la conjunción de los astros.

Un detalle interesante es la bajada de campaña de Lavín definiéndose como un tipo “tranquilo” en una performance similar a lo que hizo De la Rúa en Argentina cuando se publicitaba afirmando: “dicen que soy aburrido”. Si bien el entonces candidato radical argentino ganó la elección presidencial haciéndose autobullying, en realidad es recordado por el término intempestivo de su mandato y una huida en helicóptero desde la Casa Rosada. Los más suspicaces apuntan que su caída fue el desenlace del desprestigio que instaló un programa humorístico que lo parodiaba como un latero irremediable. No es que aquí las cosas van a pasar de la misma manera, pero queda la sensación en lo de Lavín, aunque aplicable a otros precandidatos, que la política más añeja se ha quedado con pocos recursos.

Una consideración final. Este último mes tuvimos al menos dos situaciones que apuntan a la fragilidad institucional del país. El primero fue la dificultad de instalación de la Convención Constituyente que finalmente fue “salvada” por el oficio y templanza de la secretaria relatora del Tricel, Carmen Gloria Valladares. El episodio deja la sensación que en esta funcionaria pública estuvo la última ratio de un proceso incierto y que varios integrantes que estuvieron por abortar la instalación olvidan que su legitimidad y resultado requiere una aprobación amplia en el plebiscito de salida. En este sentido, las posiciones maximalistas o aquellas que buscan condicionar el funcionamiento de la Convención arriesgan que ésta termine en un lamentable fracaso.

Un segundo momento fue el rumor de la muerte, en un enfrentamiento con la policía en Carahue, de Ernesto Llaitul, aunque finalmente se reveló que era Pablo Marchant. El supuesto deceso de Llaitul anticipaba una escalada del conflicto mapuche de difícil pronóstico, no solo en los niveles de violencia, sino también en lo político. ¿Cómo habría afectado esto a la presidencia de Elisa Loncón y el escenario de la elección presidencial?. La vereda es angosta e incierta, los equilibrios precarios y los escenarios frágiles, veremos cómo decantan las cosas pero algo es claro: los ritos, tanto electorales como institucionales, es de lo poco que va salvando la política. (Red NP)

Luis Marcó

 

 

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