Durante el 2015, la opinión pública ha sido impactada por decisiones de grandes empresarios, que ponen de manifiesto cuán directa ha sido su relación con el poder político, lo que ha llevado a una limitada autonomía de los partidos y parlamentarios, dañando la calidad de la democracia. Es propio de la democracia que los empresarios busquen influir en política, tal cual lo hacen otros actores sociales, pero eso debería hacerse principalmente a través de sus organizaciones empresariales. Una democracia en la cual ciertos grupos económicos o grandes empresarios pueden influir directamente en las decisiones del gobierno y el Congreso, está con problemas. Hay ejemplos de esta índole en la política comparada, incluidos países avanzados, como Alemania durante la república de Weimar (1918-1933).
Chile no tiene una democracia en crisis, pero sí enfrenta problemas importantes, con una crisis de representación (menos del 49% votó en 2013) y una fragmentación y debilitamiento de los partidos (11 con representación parlamentaria). Esto hace posible que algunas personas inescrupulosas puedan influir en el gobierno o el Congreso, para obtener beneficios económicos.
Los hechos y sus protagonistas son bien conocidos, pero conviene recordarlos. Andrónico Luksic, presidente de un grupo fundado en los años sesenta por su padre, don Andrónico, con múltiples intereses, desde la minería hasta las comunicaciones (Canal 13), como presidente del Banco de Chile aprobó un crédito a una empresa de la nuera de la Presidenta Michelle Bachelet, que le permitió realizar una millonaria operación inmobiliaria en la VI Región; Julio Ponce Lerou, presidente de SQM, la principal empresa minera no metálica del país, que controla desde que fue privatizada en la dictadura, cuando era yerno del general Pinochet, financió ilegalmente a decenas de políticos de todos los sectores, incluso de izquierda; Carlos Alberto Délano y Carlos Eugenio Lavín, controladores del grupo Penta, fueron formalizados y detenidos por evasión de impuestos y financiamiento ilegal de campañas electorales de candidatos de la UDI.
La empresa Corpesca, del grupo Angelini, otro de los grandes consorcios económicos que controlan la economía chilena, con intereses en sectores como la celulosa y los combustibles (Copec), fundado por don Anacleto, un inmigrante italiano que llegó después de la Segunda Guerra Mundial, y fue poderoso en los años sesenta en la exportación de harina de pescado, financió a parlamentarios, incluso durante la tramitación de la Ley de Pesca, que aseguró por largo tiempo los derechos de explotación de las riquezas del mar a esa firma (y a otras), siendo acusada por esto del delito de soborno.
Como si todo lo anterior no fuera suficiente, la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones (CMPC), la “Papelera”, la mayor empresa del grupo Matte, otro de los principales consorcios económicos del país, fue acusada por la Fiscalía Nacional Económica (FNE) de colusión de precios con su competencia, SCA, en el papeltissue, un singular producto que usamos todos. El delito se prolongó durante más de una década (2000-2011), y una organización de consumidores, Conadecus, presentó una demanda civil por US$ 510 millones de perjuicios a los chilenos, estimando el monto de la compensación con la metodología que se utiliza en otros países. El grupo Matte está siendo investigado por colusión en otros países latinoamericanos, Perú y Uruguay.
La colusión del papel se suma a la que hubo entre las mayores cadenas de farmacias en los precios de medicamentos de primera necesidad, entre los productores de pollos, y la FNE está investigando a los buses y las cadenas de supermercados. A lo anterior se suman escándalos como el que comprometió a La Polar, afectando a decenas de miles de consumidores, fundamentalmente de bajos ingresos.
RAÍCES EN LA HISTORIA
El escándalo adquirió mayores dimensiones por las declaraciones que hizo en El Mercurio el presidente de CMPC, Eliodoro Matte Larraín, quien dijo no saber de la colusión. De ser efectivo, da cuenta de graves fallas en la gobernanza de una de las principales empresas del país y las debilidades de liderazgo en su dirección.
El escándalo de CMPC ha remecido los cimientos del grupo Matte y ha dañado su historia, que no será examinada de la misma forma de ahora en adelante. Además, castiga la imagen del sistema económico impuesto desde la dictadura, con empresarios que se esfuerzan a toda costa por lograr utilidades, sin considerar los intereses del país y las limitaciones legales y éticas. El hecho de que el presidente del grupo diga desconocer actos ilegales, que en los Estados Unidos son consideradas como delito, da cuenta de un empresario que creía estar situado por encima de la ley y del sentido común.
La gravedad de los hechos estriba no solo en su impacto económico y naturaleza delictual, sino también en que fueron cometidos por un grupo económico con la trayectoria más extensa de todos, que comenzó con la fundación de la “Papelera” en 1920, que superó las convulsiones económicas y políticas que afectaron al país y que se expandió fuertemente después del golpe militar de 1973, bajo el liderazgo de don Eliodoro Matte Ossa.
La historia de la familia Matte es bastante más extensa y diversa que la rama fundada por Matte Ossa y continuada por su hijo Eliodoro Matte Larraín. Se prolonga hasta el siglo XIX, con la llegada de un inmigrante español, con hijos que tuvieron un activo protagonismo en la vida política, intelectual y económica, predominando en ellos una visión laica y republicana, que perduró en muchos de sus descendientes. Destaca Claudio Matte Pérez, que estudió en el Instituto Nacional y en la Universidad de Chile, recibiéndose de abogado en 1879, y llegó a acumular una considerable fortuna. Viajó a Europa y permaneció varios años en Alemania, estudiando la educación pública y los métodos de enseñanza y trajo nuevos métodos de enseñanza. Es autor del libro conocido como El silabario Matte, que comenzó a ser aplicado a los obreros en 1885 y, luego, a los programas de alfabetización de niños. En 1892 fue designado presidente de la Sociedad de Instrucción Primaria, fundada en 1857 por destacados políticos e intelectuales, que presidió durante 58 años. Fue rector de la Universidad de Chile (1926-1927).
Por tanto, las escuelas Matte son una iniciativa de don Claudio, que han continuado y expandido por el trabajo de sus descendientes y familiares, con diferentes visiones políticas, y por el apoyo que le dio el Estado por la orientación pública que inspiró a la Sociedad de Instrucción Primaria desde su creación a mediados del siglo XIX.
La orientación laica y republicana de los Matte perduró en el tiempo, con políticos e intelectuales de diversas orientaciones. Arturo Matte Alessandri, socialista, hijo de uno de los fundadores de la “Papelera”, Arturo Matte Larraín, fue uno de los fundadores y financista del diario vespertino La Tercera de la Hora, que era cercano al PS. También fundó la editorial Universitaria de la Universidad de Chile, que dirigió durante muchos años una de sus hermanas. Luis Matte, primo del socialista, fue ministro del Gobierno del presidente Salvador Allende y un sobrino suyo, Máximo Pacheco Matte, es actualmente ministro de Energía del Gobierno de Michelle Bachelet. Su madre, Adriana, hermana de Arturo Matte Alessandri, se casó con el abogado y académico Máximo Pacheco Gómez, demócrata cristiano, que llegó a ser ministro de Educación y embajador en la Unión Soviética durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva y decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile.
CON SU ALMA EN LA DERECHA
El grupo Matte se ha caracterizado por su espíritu empresarial y su vocación política estuvo en la derecha, pero se radicalizó desde el cambio de régimen de 1973, afectando sus decisiones empresariales y su relación con el poder político. Los directores y altos ejecutivos de sus empresas son de esa orientación política, dando un sesgo monocolor a su gobierno corporativo, que evidentemente deteriora su calidad, puesto que escrutan la realidad económica y política desde un solo prisma, sin considerar la complejidad de los procesos económicos, políticos y sociales. Ello no se dio antes de 1973.
Este estilo excluyente de otras posiciones los hace más ideológicos y militantes que otros grupos económicos, como los fundados por don Anacleto Angelini y don Andrónico Luksic, quienes fueron más abiertos y plurales al seleccionar a sus ejecutivos.
Algunos integrantes del grupo Matte habían intervenido directamente en política antes de la caída de la democracia. Arturo Matte Larraín fue senador (1949-1953) y candidato presidencial de la derecha en 1952. Casado con Ester Alessandri Rodríguez, una de las hijas del presidente Arturo Alessandri Palma, dos veces presidente de Chile, era cuñado de su hijo Jorge, a quien contrató en la empresa y llegaría a ser accionista y alto ejecutivo, que encabezaba la “Papelera” cuando entró a La Moneda en 1958; Joaquín Prieto Concha, director por casi cuatro décadas, yerno de otro de los controladores Matte, fue senador (1941-1957) y presidente del Partido Conservador en su época de oro, cuando en 1946 llevó al Dr. Eduardo Cruz-Coke como candidato presidencial, obteniendo una alta votación. También trabajó allí Fernando Léniz, que en 1968 sería contratado por Agustín Edwards como gerente general del holding que agrupa a las empresas de El Mercurio y, posteriormente, fue ministro de Economía de Pinochet durante sus primeros dos años.
Los Matte fueron primero opositores a las reformas del Gobierno del presidente Eduardo Frei Montalva (1964-1970) y después al Gobierno de la Unidad Popular del Presidente Salvador Allende (1970-1973), donde estuvieron claramente en la oposición, adoptando una postura militante contra la política de estatización de empresas. Perdieron el banco Sudamericano, que controlaban, pero resistieron exitosamente el intento de estatización de su principal empresa a través de una campaña pública que concitó adhesión de toda la oposición a la UP: “La Papelera No”.
Otros empresarios adoptaron actitudes distintas. Don Andrónico Luksic negoció hábilmente con el Gobierno la estatización de sus empresas, por lo que se ganó la enemistad de los empresarios de derecha, pero esto le permitió contar con recursos para reiniciar su actividad empresarial después del golpe.
Don Eliodoro Matte Ossa, que no es descendiente de don Claudio Matte Pérez, sino de uno de sus hermanos, adquirió el control del grupo Matte durante el Gobierno de Allende y daría un decidido apoyo a la dictadura de Pinochet, del que sus hijos y altos ejecutivos darían muestra, lo cual le permitiría beneficiarse de decisiones de sus autoridades. Su hijo, Eliodoro Matte Larraín, ingeniero de la Universidad de Chile, trabajó dos años en el Gobierno después de regresar a Chile en 1974 al finalizar su máster en Economía en la Universidad de Chicago, para iniciar posteriormente su carrera en la “Papelera”, a la cual ingresó en 1978, llegando a la presidencia de la empresa en 1987. Su hermana Patricia trabajó en Odeplan y encabezó la Secretaría de Desarrollo Social, mientras su esposo, el ingeniero comercial Jorge Gabriel Larraín Bunster, fue director de empresas públicas, entre las que destaca Soquimich (1977- 1979). El actual secretario general de CMPC, Gonzalo García, fue el último subsecretario del Interior del general Pinochet (1988-1990).
APOYO A KARADIMA
Eliodoro Matte Larraín tiene orientaciones políticas más derechistas que sus antepasados, lo que tuvo consecuencias políticas porque dirigió un grupo poderoso, muy distinto al que presidió su padre. Se inclinó por el “Sí” durante el plebiscito para la continuidad de Pinochet. No heredó el talante liberal de algunos de ellos, con un catolicismo tradicional que le condujo a intervenir en 2008 ante el Fiscal Nacional, Sabas Chahuán, a favor del sacerdote Fernando Karadima, acusado de abusos sexuales. Matte le entregaba un auto a Karadima cada año. Hoy, el mismo Karadima está sancionado por El Vaticano por sus abusos.
Adhirió al movimiento Legionarios de Cristo, al igual que su hermana Patricia, y les brindó respaldo económico cuando se propusieron incursionar en la educación superior, buscando controlar la Universidad Finis Terrae, con una estrategia no amistosa hacia el grupo controlador y su rector, Pablo Baraona, un Chicago boy histórico, ex ministro de Economía de Pinochet, que terminó con un conflicto con estos.
Para ese objetivo les donó un enorme terreno en La Dehesa –el cerro Isla del Medio–, situado en un área verde y, por ello, sin permiso de edificación, para que construyeran su casa central. Al no conseguirlo, los Legionarios tomaron una actitud de rebeldía, convirtiendo el terreno en un vertedero de los escombros sacados de la construcción de un colegio en un lugar cercano, provocando un grave daño ambiental. Esto fue denunciado por los vecinos y la Corporación Salvemos La Ciudad al Consejo de Defensa del Estado (CDE), que recurrió a los tribunales para detener esa situación y exigir una indemnización, logrando recientemente un fallo de la Corte Suprema contrario a Los Legionarios.
Matte Larraín no se contagió de la austeridad que predominó en algunos históricos de CMPC, como Jorge Alessandri, que vivió en un departamento frente a la Plaza de Armas, incluso cuando fue era Presidente de la República, caminando diariamente a La Moneda.
Dueño, como persona natural, de un terreno de 42 hectáreas en La Dehesa, lo vendió en vida a sus tres hijos. De esta manera no pagó el impuesto de herencia, del 25%, que estos vendieron después a una empresa inmobiliaria por US$ 96 millones. Matte había usado otro ardid tributario antes. El terreno fue calificado por el Servicio de Impuestos Internos (SII) como agrícola, a pesar de que no era cultivado (había algunos caballos…), sin pagar contribuciones como sitio urbano, pese a que lo era. Esto es legal pero no legítimo para una persona de tamaña fortuna. La operación fue exitosa porque contó con la anuencia pasiva de las autoridades del SII y del Ministerio de Hacienda, que carecieron de voluntad política como para exigirle cumplir la ley e impedir que se aprovechara de esta en su propio beneficio.
INTERVENCIÓN DESDE LAS SOMBRAS
A diferencia de otras personalidades del grupo en el pasado o de su hermano Bernardo, que milita en RN, Eliodoro Matte Larraín ha buscado influir en política sin dar la cara. Prefiere “estar cerca de la política y no sentir la necesidad de intervenir en ella”, como describió su postura el presidente del Banco Popular español durante el régimen de Franco (1939-1975). Esto lo ha realizado a través de dos vías. Por un lado, mediante el financiamiento de las campañas electorales según la ley de 2003, que introdujo “los aportes reservados”, es decir, secretos, por tanto, no se ha sabido todavía a quiénes ha apoyado, aunque es posible intuir dónde están los beneficiarios.
Por otro lado, interviene a través del CEP (Centro de Estudios Públicos), fundado en 1980 por iniciativa de los ministros del sector económico de la dictadura, los “Chicago boys”, con la finalidad de defender y divulgar la transformación económica neoliberal impulsada por el régimen, función que ha cumplido con gran éxito. Desde 1987, Eliodoro Matte es el presidente del CEP y ha sido su principal financista. Recientemente organizó un fondo (endowment) de US$ 50 millones, con aportes de los principales grupos económicos y empresarios, para asegurar su financiamiento. Entre ellos se encuentran, además de Matte Larraín, Wolf von Appen, Roberto Angelini, Juan Andrés Camus, Jorge Errázuriz, Jean Paul Luksic, Juan Obach, Salvador Said, Reinaldo Solari Magnasco y Luis Enrique Yarur.
En el directorio del CEP, Matte ha reunido a los principales capitanes de la industria, que se caracterizan, además, por ser todos de derecha. Esa posición del CEP fue aprovechada por el Presidente electo Ricardo Lagos para iniciar un diálogo con los empresarios, a fin de doblegar sus desconfianzas históricas hacia la izquierda, puesto que él era el primer Mandatario socialista desde Salvador Allende.
Lagos concurrió a la sede del CEP el 7 de marzo de 2000, antes de asumir la Presidencia, para reunirse con un amplio grupo de empresarios. Fue el instante de gloria de Matte Larraín, al presidir un hecho inédito en la historia del país y probablemente en América Latina: un Presidente electo iba a una organización que él presidía para presentar su programa de Gobierno e iniciar una interlocución con los empresarios. En los próximos tres años, el Presidente Lagos se apersonó en el CEP en cinco oportunidades y los investigadores de este centro mantuvieron una estrecha relación con el “segundo piso” de La Moneda.
El CEP ha sido fiel a la orientación que recibió desde su fundación. Apoyó el financiamiento secreto de las empresas a las campañas parlamentarias y se opuso al financiamiento público de los partidos, una decisión errónea, relacionada con las pésimas relaciones entre los negocios y la política, que han remecido los cimientos del “modelo” y de la democracia. También rechazó el aumento de los impuestos cuando se comenzó a hablar del tema.
Pero Matte perdió todo sentido de la realidad al organizar la celebración de los 35 años del CEP e invitar a la Presidenta Bachelet, sabiendo que CMPC estaba siendo investigada por la FNE, sin informar de esto a la Mandataria, que de haber sabido se habría excusado de asistir. El evento fue ampliamente cubierto por los medios de comunicación debido a su importancia nacional, pues permitía un diálogo entre los empresarios y el Ejecutivo. Matte pronunció un discurso donde lamentó la pérdida de confianza existente en el país, como si sus decisiones en la CMPC y en el CEP no tuvieran ninguna relación con este deterioro.
SITUACIÓN SIN RETORNO
Su desmedida autoestima, su sectarismo político y sus errores como presidente del grupo, con gobiernos corporativos monocolores, han llevado a Eliodoro Matte Larraín a una situación sin retorno, que probablemente lo empujará a retirarse de todas las presidencias, como un gran derrotado.
Al comienzo del artículo aludí a varios casos de abusos y actos ilegales, a los cuales se agregaba la acción de CMPC y las declaraciones de Eliodoro Matte. Luksic cometió una imprudencia, que él admitió. Distinto es el caso de Matte Larraín, acostumbrado a ejercer poder político en forma indirecta, sin dar la cara. Ahora su rostro ha aparecido en todos los medios de comunicación. De poco le servirán los consejos de sus asesores de comunicaciones para atenuar el daño causado, en el sentido de guardar silencio o dar a conocer su posición a través de cartas al director de un diario. Quien siembra vientos, tiene que estar preparado para enfrentar tempestades y saber que ellas afectarán a sus hijos y nietos, y quedarán registradas en la prensa y en los libros de negocios y de ética en la vida pública. El “grupo Matte” probablemente sobrevivirá a esta crisis, a diferencia del que fundó Julio Ponce Lerou, pero no será el mismo ante los ojos de los chilenos.