El Día de la Liberación será recordado como el Día de la Noche Oscura. Lo esperábamos. Donald Trump dice estar haciendo “justicia” frente a los países que han protegido su comercio exterior con altos aranceles frente a EE.UU., pero lo hace sacrificando la globalización que ha permitido al mundo crear riqueza como nunca antes en su historia. China es el mejor ejemplo, que pasó de no tener un plato de arroz para sus cientos de millones de habitantes en los 80 a convertirse en la segunda economía mundial.
Aunque la orden ejecutiva del Mandatario republicano nos aplicó el arancel mínimo (10%) de los que impuso a 100 países y dejó pendiente el cobre y la madera, su apuesta nos va a perjudicar antes que después. Lo probable es que se dañe el comercio mundial, el mundo crezca menos, que todos seamos más pobres, y en el peor escenario, que haya inflación con bajo crecimiento.
El anuncio impactará nuestra economía sin duda. Aunque tenga que seguirnos comprando el cobre que no produce, encarecerá todas nuestras exportaciones y se trata de nuestro segundo socio comercial, después de China, a la que aún no sabemos cómo la magullará el golpe de aranceles del 35%.
Algunos sacan cuentas alegres porque podremos disputarle el vino o los salmones a países que venderán a Estados Unidos con aranceles más altos, pero también esos afectados buscarán desplazarnos de otros mercados. La suma total, por donde se le mire, será negativa.
El problema es cómo pilla este huracán a Chile. Y la respuesta es lamentable. Este gobierno, sin crisis ni emergencias de por medio, se ha dedicado a extraer nuestros ahorros en el FEES, a subir la deuda pública, y a gastar muy por encima de sus ingresos. Para la crisis financiera de 2008, Andrés Velasco disparó el gasto público para contrarrestarla, pero entonces los fondos soberanos sumaban US$ 20 mil millones. Hoy apenas superan los 3 mil millones, en su nivel más bajo desde su creación en 2007. Entonces la deuda pública representaba 4 puntos del PIB, hoy, sobre el 41%. Sólo en intereses el Estado pagó US$ 3.778 millones el año pasado, tres veces más que el presupuesto anual de sueldos de carabineros o el 82% de lo que pretendía recaudar en régimen la ley anti evasión (US$ 4.500 millones). En 2020 el gobierno pudo enfrentar la pandemia y la crisis social retirando del FEES US$ 4 mil millones. Esa posibilidad de respuesta fiscal no existe ahora.
En vez de mirar a qué reservas echar manos, el Gobierno está conminado por el Consejo Fiscal Autónomo a ajustar el gasto público este año en al menos US$ 1.500 millones, porque los dos últimos años, sin crisis, hubo importantes déficits estructurales de 2,7 y 3,2 por ciento del PIB, respectivamente. Es más, sin mencionar la bomba que hizo explotar Trump, el mismo Consejo recomendó reducir los gastos en al menos US$ 6 mil millones en el período 2026-2029, lo que condena al próximo gobierno a no tener programa y tener que limitarse a recortar gastos con moto sierra, serrucho y bisturí.
La política monetaria algo podrá hacer para que no afecte tanto la economía nacional el deterioro del escenario mundial, como seguir bajando las tasas si la inflación local y externa se lo permiten. Pero no mucho más.
Lo más increíble es que a horas del anunciado huracán Trump, el Presidente Boric se diera el gustito de criticarlo en lo personal (“pareciera pretender ser un nuevo emperador”). Y en completa asincronía con sus ministros de Relaciones Exteriores y de Hacienda, que pusieron la cara amable, el Mandatario volvió a embestir al Presidente más poderoso del mundo al día siguiente: “No queremos líderes autoritarios. El representa todo lo que yo rechazo”.
Una vez más, el ego lo hizo enterrar el interés de Chile, debilitando la posición del país si hay algo que puede negociar para atenuar las medidas anunciadas o futuras. De hecho, ya nos habían advertido que consideraban como barrera comercial las leyes de propiedad intelectual y las licitaciones de afiliados que incluyó la reforma previsional. Y a nuestro favor está que las importaciones de EE.UU. entran con 0 arancel a Chile y que les compramos más de lo que les vendemos.
Parecía encomiable que el mismo Boric, que como diputado boicoteó con los suyos la apertura al comercio exterior, estuviera esta semana firmando un acuerdo para alcanzar un tratado de libre comercio con la India. Pero él mismo se encargó de borrar con el codo lo acertado de buscar nuevos mercados para los productos nacionales. Una vez más busca salvar su ego a costa de sacrificar a Chile para darle alpiste a quienes sostienen su aprobación en torno al 30%. (El Líbero)
Pilar Molina