Las victorias siempre tienen muchos autores, pero no así las derrotas. Todos buscan subirse a la micro del lado ganador, aunque sea colgándose del último asiento, mientras los derrotados rehúyen las luces y se arrancan de las cámaras a la hora de dar explicaciones.
Nosotros no. Asumimos la derrota con hidalguía y sinceridad: el desafío era tan enorme que nos supimos ni pudimos conectar adecuadamente con el mensaje, la masividad y el equipo que debíamos proyectar para intentar ganar esta elección. Hay muchas explicaciones razonables como la pandemia o la violencia; la división de la derecha y la falta de coraje del Gobierno al enfrentar este proceso. Pero ninguna, en conjunto o como individualidad, es capaz de explicar tamaño descalabro.
Lo que sí tenemos claro, es que nuestro sector pagó caro su falta de convicciones. La mayoría de los llamados liderazgos de la derecha se entregaron temprano a la seducción de la izquierda. La mayoría de los excandidatos presidenciales, presidentes de partidos, ministros y alcaldes optaron por el Apruebo o fueron demasiado cobardes para asumir su posición. La mayoría del Congreso, que representa a la derecha, se marginó de una elección tan importante para sus fundamentos.
Pero hoy es un nuevo día y con ello, nuevas oportunidades. La mitad de los chilenos se marginaron de la elección y no se sintieron convocados por ninguna de las opciones en definición. La mayoría de ellos, más que preocupados de las soluciones que los políticos tienen para ellos, están enfocados en enfrentar sus problemas y superar con éxito la pandemia sanitaria, económica y social que vivimos. La forma en que nosotros fortalecemos nuestro mensaje y volvemos a sintonizar con la mayoría de los chilenos que no se sienten convocados, será el elemento determinante de nuestro crecimiento hacia futuro.
También es cierto que el proceso constituyente será una decepción para muchas personas. Si todo sale bien, el Plebiscito de salida será en febrero o julio de 2022 y la nueva Constitución recién entrará en vigor el 2023. Si todo sale bien.
Pero como no confiamos en los políticos ni en las falsas promesas de la izquierda, lo más probable es que no se logren acuerdos reglamentarios ni se avance significativamente en las expectativas creadas a partir de la discusión constituyente. ¿Cómo se conjugará eso con la crisis económica que vivimos? ¿Cómo se recupera el país en medio de tanta incerteza? Mientras Chile entra en una larga pausa constituyente, donde todo está en juego, el mundo sigue avanzando y el esfuerzo de recuperación de la economía mundial ya despliega sus fuerzas.
En este sentido, el desafío de la derecha es dejar las diferencias de lado y comenzar a trabajar en conjunto para enfrentar los hitos constituyentes del próximo año. Sin perjuicio de las preferencias y liderazgos presidenciales que cada uno tenga, en muchas materias hay plena coincidencia y quienes por táctica o conveniencia las abandonaron, es probable que -ahora huérfanos en el centro- vuelvan a recuperar su coherencia.
Al menos desde esta vereda, no nos vamos a equivocar a la hora de hacer todos los esfuerzos por derrotar a la izquierda y por enmendar el rumbo equivocado que Chile tomó ayer. Para nosotros el país siempre está primero y esperamos que ese espíritu impregne también a aquellos que lo han olvidado fácilmente. (El Líbero)
José A. Kast