El prolongado apagón que mantiene a miles de familias sin electricidad luego de un fuerte temporal con inusuales ráfagas de viento es sintomático de lo que viene experimentando el país desde que asumió este gobierno.
Y es que el apagón que afecta a Chile es bastante más amplio que el que impactó a la red eléctrica y se extiende a la economía, educación, salud y a distintas áreas estratégicas. Acabamos de conocer que pese a los tardíos intentos por mantener en funcionamiento la empresa siderúrgica Huachipato, esta volvió a suspender sus operaciones debido a la `insostenible´ situación financiera que atraviesa, impactando de forma grave el mercado laboral en el Biobío.
Estos días se conoció también que la lista de espera GES es 8 veces más grande que hace seis años y que las atenciones oncológicas sin atención aumentaron un 500%, mostrando la magnitud del problema que existe en la salud pública, que se suma a la crisis de las isapres.
En educación, una gran cantidad de alumnos terminaron el primer semestre del año sin contar con los útiles escolares que debió haber entregado la JUNAEB en marzo pasado y otros tantos seguían sin matricula, vulnerados en su derecho a la educación.
Y así, podríamos continuar con un largo listado de situaciones donde hay un evidente cortocircuito que tiene al país en una situación compleja de la que nos demoraremos años en salir siempre que se logre enmendar el desastroso rumbo actual.
Lo paradojal de todo esto es que la pésima gestión del Estado por parte del gobierno va acumulando dolores y frustraciones en la ciudadanía, que luego los mismos responsables de ese malestar le atribuyen al sistema económico capitalista que ellos se encargan de dinamitar mediante acciones y omisiones alimentadas por una ideología empobrecedora, como lo demuestra hasta hoy la experiencia de varias naciones, entre ellas, Venezuela.
Pero como siempre, en lugar de hacerse cargo de su inoperancia, es más fácil y funcional responsabilizar a otros, dirigiendo, como siempre, los dardos a los privados.
Ocurre ahora con los cortes de luz, donde el Estado y municipios no se hacen cargo de la responsabilidad que les cabe en los problemas provocados por el temporal. O en el caso de las isapres, ante la incapacidad del sistema político por lograr una salida viable a deficiencias estructurales del sistema de salud.
La reposición de la luz frente a este gran apagón ya no será posible en lo que queda de esta administración. Desde ahora se impondrá la lógica electoral, estrechando aún más las opciones de alcanzar los acuerdos necesarios en los grandes temas, menos aún, con las recetas en las que insiste el gobierno para dar una solución viable y sostenible a las urgencias de los chilenos.
La recién conocida Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana nos vuelve a recordar que ese apagón tiene su versión más cruda en los niveles de criminalidad que existen en Chile y que tienen a casi el 90% de los ciudadanos atemorizados. Uno de cada 5 de los consultados afirma que ha sido víctima de la delincuencia y mi región de Arica y Parinacota tiene la más alta victimización a personas por delitos violentos en Chile.
En la práctica, el país sigue a oscuras hace más de dos años, sin que hasta ahora haya una mínima capacidad de reconsideración por parte del gobierno en cuanto a la responsabilidad que le cabe en esta profunda crisis y en la búsqueda de una salida sensata. (Bio Bio)
José Miguel Durana