El halcón y el halconero

El halcón y el halconero

Compartir

No es común que en pocos días haya elecciones en dos países tan claves como Reino Unido y Francia. Ambas fueron convocadas en forma intempestiva por sus líderes. Las británicas se celebran hoy. La segunda vuelta de las francesas, el domingo.

Muchos creen que el centro está a prueba en las dos votaciones, porque tanto Sunak como Macron han tratado de gobernar desde el centro. Sunak ha luchado por mantener a su partido en ese espacio, pero muchos de sus parlamentarios han querido empujarlo hacia la extrema derecha, temiendo una huida de votos a un nuevo partido llamado Reforma, el equivalente de nuestros Republicanos. Macron, por su parte, confeccionó un centro puro que aspiraba a reunir lo mejor de la izquierda y la derecha. Pretendía trascender la fatídica dicotomía que los mismos franceses inventaron. Tras siete años de luces y sombras, esa misión tambalea. En realidad, el relativo éxito el domingo pasado de la Reagrupación Nacional (RN) de Le Pen, y del izquierdista Nuevo Frente Popular (NFP), junto al probable desplome de los conservadores hoy en Reino Unido, marca, para muchos comentaristas, una catastrófica derrota del centro en Europa.

Pero exageran.

Algunos, en su dramatismo, me recuerdan el “Segundo Advenimiento”, un poema apocalíptico escrito por W. B. Yeats en 1919. “Dando vueltas y vueltas en una espiral creciente”, comienza, “el halcón deja de oírle al halconero/ los objetos se desintegran/ el centro se derrumba/ y la anarquía corre suelta por el mundo”. Cuando Yeats lo escribió el mundo estaba devastado por la guerra, y por una pandemia en que casi falleció su mujer. Pero para muchos el poema describe el mundo actual, en que el centro se estaría derrumbando.

Es cierto que en Europa les ha ido bien a grupos extremistas, cosa que deben estar festejando nuestros extremistas en Chile. Pero no deberían cantar victoria. Las cosas son más complejas. Desde ya, ¿la derrota de Macron significa que han votado contra el centro? ¿O han votado contra algo distinto? ¿Contra por ejemplo la arrogancia que se le atribuye a Macron, su afán, según algunos, de parecerse a Luis XIV? ¿O el cansancio que genera un líder cuando lleva siete años en el poder?

Liderado ahora por Jordan Bardella, un joven de 28 años que abandonó sus estudios universitarios de geografía para dedicarse a la política (¿suena familiar?), la RN superó el 33 por ciento de los votos, lo que es espectacular. Pero dos tercios no votaron por ellos, y en las elecciones parlamentarias francesas, las segundas vueltas generan cierta moderación, porque se forman coaliciones contra los extremistas, una posible razón para la osada apuesta de Macron. Además, en el peor de los casos, en que Bardella termine como primer ministro, los franceses lo verán con guitarra, obligado a dedicarse ya no a la agitación sino a la gestión.

No hay duda de que el centro enfrenta grandes desafíos. Su convicción de que, para gobernar una sociedad moderna, hay que estar atento a sus complejidades, requiere más explicación de la que permite TikTok, donde solo cabe el simplismo. No es por nada que a Bardella lo llaman “el rey de TikTok”. Pero en Chile sabemos que el simplismo, potente en campañas electorales, no sirve para gestionar un país, cosa que los votantes terminan descubriendo. Macron puede tener razón entonces en creer que el péndulo le podría ser favorable hacia 2027, tras tres años de Bardella como primer ministro.

En cuanto al Reino Unido, hoy puede ser devastador para los conservadores, pero eso no significa que hay un giro hacia los extremos. Desde ya, en voto popular la diferencia entre izquierda y derecha será modesta, si se suman las partes de una derecha dividida por Reforma. Por otro lado, mientras que los conservadores se han ido derechizando, los laboristas han recuperado el centro. Su triunfo hoy sería en efecto uno del centro.

El centro todavía no se derrumba, entonces. El halcón todavía le oye al halconero. (El Mercurio)

David Gallagher