No pasó la prueba de fuego la ley Naín-Retamal y una vez más dejó en evidencia que la coalición de gobierno Apruebo Dignidad no apoya a su propio Presidente. Fueron 42 los diputados que no estuvieron el miércoles en la Cámara para suscribir esta ley que endurece penas y cautelares para agresores de la policía. Y, lo más importante, los exime de responsabilidad penal cuando actúan en defensa de su propia integridad, la de terceros o para impedir graves delitos.
Se trata de que cuando usen sus armas no se conviertan en imputados, suspendidos del cargo y sin sueldos, salvo que se compruebe su responsabilidad penal. Hoy opera a la inversa. Los policías son imputados como culpables mientras no se demuestre su inocencia.
Algunos diputados se parearon para no estar en la sala para votar: tres comunistas, entre ellas, Karol Cariola, y dos frenteamplistas. Otros 13 se abstuvieron: nada menos que el presidente del partido de Gabriel Boric, Diego Ibáñez, de Convergencia Social, y 24 votaron directamente en contra.
En suma, salvo los diputados del Partido Liberal, La Moneda no logró alinear a sus parlamentarios, a pesar de los esfuerzos de la ministra del Interior, Carolina Tohá y de que el Ejecutivo lleva días convenciéndonos que la seguridad ha pasado a ser su principal prioridad.
Este mandato se hizo urgente tras el asesinato de la sargento 2º Rita Olivares, en Quilpué. Aunque no era el plan, la presidencia se plegó a la ola legislativa del Congreso, el que suspendió la semana distrital para sacar adelante 5 proyectos de seguridad el martes y 2 el miércoles en la Cámara. El próximo martes toma la posta el Senado.
Pero la coalición del Presidente no está contenta y tampoco el Presidente. Son sus partidarios, pero lo lastran para avanzar en sintonía con la demanda ciudadana por mayor seguridad. El mismo ha reconocido la peligrosa evolución a “una delincuencia que actúa de manera inclemente. Que está utilizando un poder de fuego que no había sido conocido antes”.
Pero es difícil que Boric pueda hacer la “reflexión” que ofreció “de nuestras actuaciones en el pasado”, luego de volver del responso de la mártir de Carabineros. Y mucho menos que pueda asumir responsabilidades por el actual estado de la situación por las acciones y omisiones de su coalición durante la administración de Piñera. Sus tuits de insultos y el descrédito a Carabineros lo persiguen, también las leyes que rechazaron él y sus actuales ministros. Por eso es que no tiene piso para hacer ningún mea culpa más profundo… si en verdad lo siente.
Lo que le ha ocurrido a Boric es que ganó la Presidencia, pero se ha quedado solo. Los ministros de Apruebo Dignidad son leales y no lo contravienen. Pero es difícil que los Vallejo, Orellana o Jackson hayan evolucionado desde agradecer la violencia política y el debilitamiento y descrédito de las fuerzas de orden a considerar que esa actitud ha precipitado un nivel de inseguridad que pone en jaque el estado de derecho.
El Presidente sólo tiene la confianza de los “culpables de los 30 años”, el Socialismo Democrático. Pero el liderazgo de la troika Tohá-Uriarte-Marcel también crea problemas en la izquierda dura. Ésta no ganó el poder para seguir en manos de los “responsables de administrar el neoliberalismo”. Menos ahora, cuando estos empiezan a perder los complejos y vemos a algunos parlamentarios del Socialismo Democrático, como a los PS Juan Luis Castro o José Miguel Insulza, emplazando al Presidente a dejar las ambigüedades y profundizar en la autocrítica.
La oposición tampoco confía en el Mandatario para liderar una agenda de seguridad. Aun si en verdad hubiera convicción y no oportunismo en su nuevo apoyo reiterado a Carabineros, no convence a nadie cuando busca equilibrar ese respaldo con su insistencia en que “es totalmente posible conciliar el respeto de los derechos humanos con el resguardo del orden público”. ¿Acaso alguien ha dicho que es incompatible?, se preguntan en la derecha.
El temor de Boric, que es distinto al nuestro por la delincuencia y el crimen organizado desatados, es quedarse solo en el poder, un poco como le ocurrió a su antecesor que perdió buena parte de su base de apoyo dura.
Y para no perder ese 25% de la primera vuelta, se ve obligado a ir de lado a lado. Por eso, el día del Joven Combatiente equilibra el aliento y respaldo que da a los uniformados que tendrán que preservar el orden público durante la noche del miércoles, con el recuerdo que fueron carabineros los que mataron a los jóvenes miristas. Y ese mismo 25% lo inmoviliza para dar un salto de credibilidad y lo fuerza a insistir en la agenda refundacional, aunque esté muerta. Porque no tienen los votos ni para imponer una reforma tributaria castigadora de la inversión y el ahorro, ni un nuevo sistema previsional estatal.
El Socialismo Democrático tampoco le basta a Boric. El líder de los que venían a reemplazar a la centroizquierda no puede permitir que su Gobierno se convierta en el sexto de la Concertación. Los próximos tres años el Presidente tendrá mucho más que reflexionar. (El Líbero)
Pilar Molina