El país a nuestros pies

El país a nuestros pies

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“Vivimos sin sentir el país a nuestros pies”, es el poderoso primer verso de un importante poema político del siglo pasado, “Epigrama contra Stalin”. En éste el poeta ruso Ósip Mandelstam, retrata la crueldad de la tiranía estalinista que ha dado inicio a la colectivización forzada de tierras, imponiendo una campaña de terror que mata de hambre a millones de ucranianos. Es el genocidio comunista conocido como “Holodomor”. Mandelstam cae en desgracia, es condenado al destierro y finalmente enviado a un campo de concentración siberiano donde muere en 1938. Como es evidente, la libertad en todos sus ámbitos no se aviene con el estalinismo soviético. Ciertamente la libertad de expresión y conciencia no cuentan para el régimen. Otra muestra de esta destemplada naturaleza de Stalin es la purga contra intelectuales. Tal es el caso de la ejecución en la prisión de Lubyanka (agosto 1952) de trece destacados escritores judíos, todos miembros del Partido Comunista e integrantes del Comité antifascista creado a instancias del propio tirano. Ese ajusticiamiento -por el cual inusualmente Nikita Kruschev pide perdón- es conocido como la “Noche de los Poetas Asesinados”.

Este breve recuerdo histórico no tiene otro propósito más que llamar la atención del ambiente inquisitorial que se ha instalado de un tiempo a esta parte en nuestro país y que la remoción de Isabel Amor del Servicio Nacional de la Mujer y Equidad de Género evidenció. Ello por la sola circunstancia que su padre fuera condenado en una antigua causa de DD.HH. De alguna manera la cultura de la cancelación y las funas han sido precursoras de esto. La reiterada insinuación de superioridad moral por una nueva elite política también. Una y otra vez, aprovechando la flaqueza en el espíritu de la ciudadanía, se repiten estos episodios -propios de Cuba, Venezuela o la ex RDA- que denostan a los chilenos, se burlan de sus preocupaciones y sentido común, e instalan verdades oficiales que nadie pueda cuestionar. Lo acaecido es de singular gravedad ya que implica juzgar a las personas no por lo que hacen sino por lo que piensan o incluso por hechos ajenos. El germen totalitario es evidente y el peso del estalinismo comunista se hace sentir. ¿O ya olvidamos la inacción de Chile frente a la dictadura de Maduro? o ¿la pretensión de la ministra Vallejo de controlar los medios de comunicación mediante una “Comisión contra la desinformación”? o ¿el reciente intento por hacer letra muerta del voto obligatorio?

La pretendida normalización que el Presidente Boric pregona como un mantra, obviando su responsabilidad y la de amplios sectores de su gobierno en la desestabilización social, política y económica de Chile es parte del mismo objetivo. Lo que hoy hay es paralización y aletargamiento político funcional al modelo totalitario y refundacional al que el Frente Amplio y el PC aún aspiran. Se nos anestesia para que, parafraseando a Mandelstam, no sintamos el país a nuestros pies. (La Tercera)

Gabriel Zaliasnik