El premier Burgos

El premier Burgos

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Supongamos que hoy no tuvo un buen día laboral y le molestó mucho una actitud de su jefa. Tiene dos opciones. Llegar a su casa y compartir con su familia o juntarse con sus amigos a tomar algo y desahogarse hasta que se canse, para volver como si nada al día siguiente. Pero también existe la alternativa de expresar su diferencia y plantear su indignación, porque ni siquiera le avisaron de una visita a terreno, de la cual usted asume debió haberse enterado.

Su jefa, por su parte, lo puede mirar con cara de sorpresa y señalarle –con mucho respeto– que quien toma las decisiones es ella y si usted tuvo el desatino de referirse en público a su molestia, es causa más que suficiente para que tome sus cosas y busque un trabajo en el que sea capaz de aceptar las decisiones de un superior. Ahora, si para remate, esa jefa es la Presidenta de la República, ni hablar.

Jorge Burgos terminó el 2015 con una insospechada oportunidad para consolidar su poder en Palacio. No cabe duda de que su jugada fue audaz y exitosa. La renuncia perfecta. Se la jugó el todo por el todo, sabiendo que su alicaído partido salió a respaldarlo con fuerza, pero sobre todo con ímpetu y algo de histeria. Palabras destempladas, amenazantes y poco prudentes de Walker, Pizarro y otros personeros. Gutenberg Martínez llegó a afirmar que la DC debería evaluar su permanencia en el Gobierno (el ex parlamentario pasó a tener el año pasado un sorpresivo peso en su partido, pese a no tener ningún cargo relevante) y también oímos frases del tipo “nos ningunearon” –¿por qué usara tanto Walker esa palabra tan siútica?–, “nos sentimos desafectados”, etc.

¿Qué se puede esperar en los próximos dos años de un conglomerado político en que uno de sus integrantes realiza una declaración de desencanto y frustración tan enérgica, solo por el hecho de que la Jefa de Estado decide viajar a una región sin involucrar a un ministro? Creo que la Presidenta Bachelet cometió un gran error al debilitar su poder. La señal entregada es muy mala y le puede traer insospechadas consecuencias en la segunda parte de su Gobierno. En cierta forma la Democracia Cristiana ha dejado prisionera a la Mandataria. Y, al mismo tiempo, tendrá que “adelantar” todos sus pasos frente a sus ministros, no vaya a ser que otros se molesten de la misma forma…

No cabe duda de que Burgos y la DC salen fortalecidos y la Presidenta salió dañada del episodio. Pero de fondo, esta curiosa operación relámpago –similar a las visitas de los presidentes norteamericanos a las zonas de guerra– solo le trajo dolores de cabeza a La Moneda. La idea, teóricamente, no era mala: Bachelet “cerraría” el año visitando La Araucanía, de manera de contrarrestar las múltiples críticas que recibió por su ausencia desde que asumió otra vez en La Moneda. El problema fue la puesta en escena. De esta “acción comunicacional” lo que quedó como percepción es una cadena de descoordinaciones, lucha de poder entre el segundo piso y Palacio, el arrebato de Burgos y compañía, la sensación de una visita a una zona bélica y la crítica de distintos actores de la región. Claramente, la operación fue un rotundo fracaso. Un esfuerzo perdido y con un costo altísimo para Bachelet.

También es un hecho que el famoso segundo piso, cada cierto tiempo, vuelve a proyectar una estructura poco clara y que despierta sospechas en el equipo político. En la práctica es un grupo que parece velar solo por la imagen presidencial y no por la del Gobierno en su conjunto. Tampoco es claro el poder que tienen algunos personajes y con cuánta autonomía operan. Los dardos de la DC apuntaron a Ana Lya Uriarte en el affaire Araucanía-Burgos.

Y un apunte final de Jorge Burgos. El ministro sabe lo que pesa ahora. No me cabe duda de que sus asesores ya están trabajando en cómo potenciar su figura en esta etapa. También el abogado debe estar haciendo cálculos acerca de qué manera capitalizar este regalo de fin de año de su empleadora. Sin embargo, el pasar el Año Nuevo en una comisaría en Pidima –en la Región a la que no fue invitado en la gira del 29 de diciembre– se parece más a un acto de rebeldía y “vuelta de mano” que a una estrategia comunicacional de proyectar preocupación por La Araucanía. La Presidenta debe estar cruzando los dedos por que al empoderado ministro no se le ocurra volver a invitar a Lagos en su ausencia.

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