El relato es como el cilantro

El relato es como el cilantro

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Los políticos de derecha suelen quejarse de que a ellos la ciudadanía los juzga por los resultados y a los de izquierda por las promesas. Algo de razón tienen. Al mundo de la izquierda se le da mejor la construcción de narrativas. El tema es que una vez gobernando, si los cuentos no se corresponden con la experiencia, las palabras carecen de sentido.

Para la Cuenta Pública de junio de este año, aprovechando el carisma del Presidente, el oficialismo se sedujo con un nuevo relato para su segundo tiempo: “hemos normalizado el país” fue el mantra que desde Palacio se irradió hacia los distintos ministerios con la expectativa de pasar página hacia la normalización y retomar la agenda de reformas.

Sin embargo, las subjetividades son las que más fácilmente desmantelan cualquier historia. Mientras el gobierno insistía imponer su relato, asegurando que Chile estaba en una posición claramente superior a otros países de la región, más de la mitad de los encuestados por Criteria en julio (55%) percibía que la delincuencia en Chile era peor que en resto del vecindario, y un 88% opinaba que el país vivía una situación de violencia extrema.

“Un juicio instalado por los medios” respondió el gobierno frente a estas percepciones. Hasta que el discurso de una normalización sin sustento se evaporó. En un corto período de tiempo, una veintena de asesinatos ha sacudido la Región Metropolitana al punto que esta semana a La Moneda no le quedó más que reconocer el aumento de la tasa de homicidios.

Ni hoy ni antes era posible sostener verosímilmente que el país se había normalizado frente a una ola de homicidios tan sistemática. La sola pretensión de una narrativa en torno a “la normalización” evidencia la ingenuidad y el error de diagnóstico del gobierno en tiempos donde la ciudadanía experimenta los mayores niveles de temor en años, y percibe altísimos grados de violencia social.

Lo que Chile enfrenta no es un problema puntual ni acotado de inseguridad, es una crisis estructural y sistémica que, como ahora reconoce el Presidente, “no tiene soluciones mágicas” y que requiere ser narrada en presente continuo por el gobierno. Y como efectivamente no tiene soluciones milagrosas es que la retórica de la normalización, basada en una supuesta transformación entre el antes y el después, no se alinea ni con los hechos ni con la experiencia.

Las personas no ansían un optimismo vacío; lo que realmente esperan es ver al gobierno dedicando concreta y simbólicamente todas sus energías y prioridades a enfrentar esta escalada de violencia.

Por eso, aun cuando fue llamada al orden y tuvo que retractarse, la senadora Vodanovic no estaba tan desconectada al pedirle al Presidente que se olvidara del cuento de la normalización y pusiera su capital político para tomar directamente las riendas en la gestión de la seguridad.

En fin, si para la derecha el relato siempre es tema pendiente, para la izquierda es como el cilantro: bueno, pero no tanto.

Cristián Valdivieso

Director de Criteria