Así las cosas, con el afán de continuar la tarea de mis antecesores, les dimos el vamos a la nueva museografía y reconstrucción del Museo Casa Colorada, cerrado desde el terremoto de 2010. Nos tocó continuar y envalentonar a empresarios gastronómicos para que se instalaran en la Plaza de Armas con sus restoranes, generándose el boulevard que hoy se niega a morir esperando nuevos aires. Hasta los famosos carros de los completos se engalanaron.
Seguimos con el cierre de los cines Nilo y Mayo —situados en el km 0—, ya que nada aportaban con su cartelera; y cambiamos el uso de suelo a una de las calles más emblemáticas del centro, Bandera. Dejaron de circular los buses oruga y dimos paso a un paseo peatonal lleno de color. Conmemoramos los 125 años del Banco Chile con una fiesta de la luz que trajo durante tres días a cerca de 400 mil personas al centro, donde nos tomamos los espacios públicos. Así podría seguir enumerando acciones encaminadas —como me enseñó el alcalde Alcaíno— a que el uso del espacio público determina la ciudad. Independientemente de los múltiples problemas y complejidades, se avanzaba y lo mejor de todo, se comenzaba a notar.
Luego la historia es lamentable y a la vez conocida: estallido social, luego la pandemia, para rematar en la frase célebre “vamos a democratizar el espacio público”. Esperamos que, tras las elecciones de octubre, las nuevas autoridades electas puedan devolver a Santiago su dignidad; no es fácil, pero se puede. Santiago se lo merece. (El Mercurio Cartas)
Felipe Alessandri V.
Exconcejal y exalcalde de Santiago