A pesar de nuestras legítimas diferencias, a todos nos asiste la convicción de que es necesario que nuestro país tenga un nuevo texto constitucional discutido y aprobado en democracia, que recoja nuestra historia constitucional y que se haga cargo de las necesidades del presente, junto con aspirar a permanecer en el tiempo en forma prolongada.
Para que eso ocurra, tan importante como el fondo de la propuesta es la forma en que esta se construye. En consideración con este último aspecto, nos asiste la profunda convicción de que la nueva Constitución tiene que ser redactada por un órgano íntegramente electo, paritario y con presencia de escaños reservados para pueblos originarios, regulado de una forma distinta a la Convención pasada. Es a través de la elección de los convencionales como se legitima el proceso y se hace partícipe a la ciudadanía del diseño de la Carta Magna.
Sabemos que no se puede repetir el mismo modelo de Convención Constitucional, pero la nueva propuesta tiene que respetar la noción básica de democracia, entendida como un sistema que se constituye bajo el respeto de la soberanía del pueblo. En este proceso, eso se cumple a través de la elección de los convencionales mediante elecciones populares y con plebiscito de salida.
El Congreso Nacional tiene en la actualidad desafíos legislativos de gran relevancia, tales como la discusión de un nuevo sistema de pensiones. Dejemos que el Parlamento se dedique a legislar y que permita la discusión de la nueva Constitución a través del diseño de las bases constitucionales del debate, pero sin intervenir directamente en su funcionamiento mediante la elección de los constituyentes. (El Mercurio Cartas)
Javier Couso
Tomás Jordán
José Ignacio Núñez
Nelson Ortiz
Augusto Quintana
Edgardo Riveros
Genaro Arriagada
Esteban Szmulewicz
Claudio Troncoso
Elisa Walker
Ignacio Walker
Patricio Zapata