El 7 de diciembre se realizó el debate radial entre Alejandro Guillier y Sebastián Piñera. Mientras en dicha confrontación las diferencias programáticas entre ambos candidatos quedaron al descubierto, en el posterior debate de Anatel se notó un claro esfuerzo -mejor logrado por parte del representante de Chile Vamos- de atraer, en el eje de izquierda a derecha, al votante de preferencias medianas. Es este votante, poco ideologizado, que en definitiva determinará el resultado de la elección.
No obstante, el gobierno luego tenderá a reflejar las preferencias del Presidente, por lo que vale la pena indagar por lo menos algo sobre los principios del ordenamiento social que subyacen a las prioridades de ambos candidatos.
Alejandro Guillier concluyó su participación en el debate radial esbozando una sociedad de derechos. Agregó posteriormente que los derechos a la educación, a la salud y a la vivienda -que sabemos le gustaría den origen a servicios de calidad- tienen que estar acompañados de las gratuidades universales correspondientes. Debiera ser evidente para todos que tal ofertón no puede ser más que un anhelo. Es importante señalar que si bien se mostró definitivamente partidario de la provisión estatal de los nombrados servicios, manifestó que su producción podía ser mixta, es decir, al menos parcialmente privada.
Sebastián Piñera, en cambio, reafirmó en el debate radial su preferencia por una economía social de mercado, el sistema económico-social imperante en Chile y en la mayor parte de los países desarrollados. Más realista que su contendor, enfatizó que era necesario tomar las medidas necesarias para retomar el crecimiento de modo de apoyar a los chilenos en la solución de sus problemas, para que así puedan desarrollar en plenitud sus potencialidades. Destacó además que el Estado tiene que ayudar a los ciudadanos en esa tarea, pero no asfixiarlos ni pretender controlarlos. Fue un mensaje a favor de la libertad individual, en que sin embargo el Estado debe velar por igualar, en la medida de lo posible, las oportunidades para todos. En particular, Piñera se mostró partidario de un Estado que sea un efectivo sostén para una amplia clase media recién emergente.
Sin embargo, en la dura realidad una cosa son los objetivos finales -la grandiosa utopía de la sociedad de derechos por parte de Guillier, y la próspera sociedad de libertades con un importante rol subsidiario del Estado por parte de Piñera- y otra cosa son las medidas concretas que se proponen para lograr esos fines. En ese sentido, Guillier ofrece -en el mejor de todos los casos- más de lo mismo que hemos tenido bajo el actual gobierno de Michelle Bachelet, en cambio Piñera -conocido por lograr los objetivos que se propone- se ha comprometido a buscar los consensos necesarios para hacer las reformas que permitan avanzar hacia una sociedad más justa y más próspera para todos. (La Tercera)
Rolf Lüders