Desde que llegó como embajador de Chile a Filipinas, en julio de 2014, Luis Fernando Lillo Benavides (de terno en la fotografía) se caracterizó por actitudes de maltrato laboral y discriminación hacia los funcionarios locales.
Estas han sido denunciadas en distintas instancias, por ejemplo, a través de una carta (escrita en inglés) enviada al canciller Heraldo Muñoz, el 15 de octubre, firmada por cinco empleados filipinos de la embajada, de los cuales Lillo despidió a dos, que ejercían como contadoras. Acusan un “trato inhumano y degradante” y describen que, desde su arribo a la Embajada, “hemos sentido el desprecio hacia Filipinas y su población”. Afirman que Lillo cree que los trabajadores filipinos del sector público y privado son “negligentes” por no ofrecerle “un tratamiento cinco estrellas”, dado que él se encuentra representando a la Presidenta de Chile.
Siete meses antes, en marzo de 2015, los empleados plasmaron por escrito sus quejas en la encuesta de clima laboral que, desde hace un año, elabora la nueva Unidad de Clima Laboral de la Cancillería. A raíz de eso, el 23 de octubre se realizó, ante dos psicólogas de la Unidad de Clima Laboral del Ministerio de Relaciones Exteriores una videoconferencia en la que los tres funcionarios filipinos que siguen en la misión chilena expusieron las situaciones vejatorias a las que los somete el embajador. Por separado, los dos diplomáticos chilenos que trabajan en la misión chilena ratificaron los dichos de los empleados locales, pero no firmaron la carta dirigida al canciller Muñoz, debido a que en el Servicio Diplomático el superior, en este caso, el cuestionado embajador, es el que evalúa su desempeño, lo que afecta su desarrollo profesional.
“El Canciller y el subsecretario están informados, pues evaluar y mejorar clima laboral es una obligación que emana de un instructivo presidencial”, aseguró el Ministerio de Relaciones Exteriores.
Lillo fue llamado a informar a Chile, es decir, a dar explicaciones por estos hechos, a pesar de que se avecinaba la visita de Estado de la Presidenta Michelle Bachelet a Filipinas para asistir a la Cumbre de la APEC, el 18 y 19 de noviembre. Su ausencia fue motivo de comentarios en el medio diplomático; incluso llegó a oídos de altos funcionarios del gobierno filipino.
El embajador permaneció casi dos meses en Chile, ya que el primer llamado -entre el 30 de octubre y 23 de noviembre– se prorrogó hasta el 1 de diciembre y luego hasta el 1 de enero. Pero, sorpresivamente, con fecha 30 de diciembre, se informó a la Embajada de Chile en Filipinas que al embajador se le acortó retroactivamente la última prórroga del llamado a informar hasta el 21 de diciembre.
La Cancillería explicó que la extensión es una atribución de la autoridad que puede ser modificada tantas veces como se requiera y que así ocurrió con la resolución exenta 4029 que acortó el plazo del llamado a informar.
MISIONERO CHILENO
Funcionario de carrera con casi 40 años de servicio, Lillo suele referirse despectivamente a los empleados filipinos, tildándolos de “incompetentes, no saber pensar y no estar capacitados para ocupar los cargos que tienen”. Así lo detalla el sacerdote misionero chileno Luis Eduardo Zapata Fuenzalida, párroco de la diócesis de Caloocan, Manila, en una carta a la Presidenta Bachelet, fechada el 30 de octubre.
“Movido en conciencia por el bien y el honor de mi Patria, conociendo la motivación de usted por ayudar a los más débiles y su lucha por la igualdad de todos, le escribo esta carta de modo urgente, ya que me parece que debe estar informada antes de su llegada a Filipinas de una situación que requiere de inmediata solución”, comienza su misiva el sacerdote de la congregación del Verbo Encarnado, quien trabaja en los barrios más pobres de Manila y ha recibido siempre ayuda de los funcionarios de la Embajada de Chile en Filipinas, con los que ha creado lazos de amistad y confianza.
Cuenta que como hasta esa fecha los empleados no recibieron respuesta a su carta al canciller, lo invitaron a conversar. “Los escuché detenidamente por casi dos horas y me enteré de detalles que me parecieron inaceptables y que podrían ser causa de escándalo cuando son realizados por cualquier empleador y que son mucho más graves cuando son realizados por el embajador que representa a la República de Chile”.
Menciona que cuando el embajador Lillo se enoja con el personal local les reduce la hora de almuerzo a 15 minutos y los obliga a comer de pie en un recinto que sirve de cocina. “A modo castigo los deja hasta las ocho o nueve de la noche”, cuando el horario de trabajo es de 8 a 14 horas por el calor. “De los cinco choferes que ha tenido la embajada, a uno de ellos no lo dejó ir al entierro de su padre, lo que en la cultura filipina constituye un insulto para la familia del fallecido”.
Esta carta la elaboró para la avanzada presidencial que fue a preparar la visita de Estado de la Presidenta a Filipinas. Antes de la llegada de Bachelet, el canciller Muñoz se reunió con todo el personal de la embajada –filipinos y chilenos–, comprometiéndose a tomar medidas y a iniciar una investigación sumaria. Esta se encuentra en curso, pero el expediente es secreto, informó la Cancillería.
Filipinas es relevante para Chile, ya que es uno de los socios fundadores de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) y ambos países iniciaron las conversaciones para un futuro Acuerdo de Libre Comercio.
COMISIÓN DE DD.HH.
Los comentarios despectivos y discriminatorios, que manifiesta públicamente en sus momentos de enojo, incluyen frases como “este país de mierda”, “la gente es estúpida e ignorante”, “esto se debe a la falta de educación y de comida», “ustedes nunca van a avanzar por su mentalidad».
Lillo fue denunciado por el personal filipino ante el Ministerio del Trabajo de su país por violar las leyes laborales y ante la Comisión de Derechos Humanos de Filipinas por atentados a la dignidad del personal, pero como la Embajada de Chile goza de inmunidad de jurisdicción o diplomática, no podría ser juzgada por organismos locales.
Coincidiendo con estas denuncias, el sueldo de los funcionarios filipinos se duplicó a partir del pasado 1 de diciembre, desde US$500 a $1.000 en promedio.
Ex embajador en Siria y Nueva Zelanda, durante su última estadía en Chile las secretarias de Dirección de Medio Oriente y África presentaron una denuncia por acoso laboral, pero no hubo sumario. Y cuando fue trasladado a la Dirección de Política Multilateral también se generaron conflictos con los funcionarios.
Este lunes 4 de enero Lillo cumplió 65 años, pero como el cese de funciones de un embajador es una facultad de la Presidenta de la República, no implica que jubile inmediatamente al alcanzar esa edad, aclaró la Cancillería.