Empezamos el año con malas noticias, lo que no es nuevo. El Gobierno feminista con sus medidas de decrecimiento logró un récord. El desempleo femenino marcó 9.1% lo que lo lleva a niveles de 2010. Retrocedimos 15 años y el Ministerio de la Mujer y Equidad e género, con su nombre rimbombante nada pudo hacer para evitar esta terrible situación. El desempleo es alto, sin duda, pero el desempleo masculino llega a 7,5 %, con lo que queda evidencia que el ministerio que “empareja” la cancha no sirve para nada. Su fin, nunca ha sido ayudar ni promover a la mujer. De hecho, es incapaz de definir lo que una mujer es, ya que para ellos no es más que un sentimiento.
Mientras tanto, las mujeres reales, determinadas por su biología ven deteriorarse sus esperanzas frente a políticas mal enfocadas. De hecho, el desempleo femenino se ve empeorado por las regulaciones aprobadas, que parece que fueron hechas no para ayudar, sino para perjudicar a las mujeres. “No todo lo que brilla es oro” y “el infierno está plagado de buenas intenciones”.
Muchas voces alertaron sobre el aumento del salario mínimo y su efecto en el empleo y fueron calificados de “egoístas”, “insensibles”, epítetos similares a los establecidos por el nuevo alcalde de Puente Alto tras subir los sueldos más bajos municipales. La idea de ser generoso con lo ajeno y sin comprender que “las necesidades son infinitas y los recursos escasos”. Es decir, lo que se gasta en una cosa, se deja de gastar en otra. Hay que ordenar las prioridades, sin duda, siempre.
El aumento del salario mínimo, celebrado con bailes por las ministras mujeres por supuesto que tiene efectos negativos. Suena como una panacea y no lo es. Nada es tan simple. Para repartir hay que crecer, sin crecimiento se termina repartiendo pobreza. El aumento del salario mínimo encarece el empleo, lo que desincentiva el empleo formal y aumenta la informalidad, algo no deseable. Las políticas que han ahogado la inversión han contraído el empleo y por lo mismo, la falta de competencia hace que los salarios vayan a la baja.
En los países donde hay pleno empleo hay pocas o nulas indemnizaciones laborales y el dinamismo del mercado y su competencia hace que los salaros suban orgánicamente y no por ley. La falta de crecimiento en Chile se ve en muchas aristas, pero una señal visible inmediata es la falta de grúas en las ciudades, la no construcción, sector que genera gran cantidad de empleos. (La Tercera)
Magdalena Merbilháa