En el cerebro y en el mundo: todo diverso en todas partes...

En el cerebro y en el mundo: todo diverso en todas partes al mismo tiempo

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Como en la aclamada película Todo en todas partes al mismo tiempo, que cuenta la historia de un mundo afectado por una ruptura interdimensional que altera la realidad, podríamos pensar que, en algún otro universo, la diversidad no es un tema para nadie. Los países de ese universo, destinan sus recursos a la protección del medioambiente junto con la educación, salud, desarrollo personal y colectivo de todos los miembros de la sociedad, para lograr –como consecuencia– un desarrollo económico-material sustentable.

En las ciudades de este universo ficticio no importa, da lo mismo el tipo de capacidades y habilidades que un individuo pueda o no tener, la infraestructura sociomaterial está al servicio del desarrollo y protección de todos los seres vivos. ¿Tiene vienesas en lugar de dedos? ¿Tiene una pierna más o una pierna menos? De todas formas podrá tocar el piano o navegar por la ciudad para llegar a sus destinos. Tanto la educación musical como la planificación urbana trabajarán para lograr los objetivos de aprendizaje y construir ciudades habitables, sostenibles e inclusivas, todo basado en evidencia científica.

Pero a diferencia de Evelyn, la protagonista de la película mencionada, no estamos cerca de vivir otras realidades. Es la verdad. En nuestro mundo, las capacidades y habilidades que un individuo pueda o no tener, sí importany mucho. Los datos del Senadis cuentan que el 16,7% de la población de nuestro país vive con capacidades diferentes, es decir, casi tres millones de chilenos y chilenas, entre los que también se cuentan quienes no son reconocibles a simple vista (por ejemplo, personas autistas, disléxicas, o los sobrevivientes de lesiones cerebrales que evaluamos y rehabilitamos en la Unidad de Neuropsicología del Centro de Estudios en Neurociencia Humana y Neuropsicología UDP). En este escenario, más del 4% de la población queda fuera del mercado laboral, ya que vive en situación de dependencia y/o de vulnerabilidad.

En 1998, la socióloga australiana Judy Singer acuñó el concepto de neurodiversidad para entender que la gente que vive con mentes diferentes sufre una opresión similar a la que sufrieron –y enfrentan hasta la actualidad– las mujeres y/o las diversidades sexuales. El concepto de neurodiversidad propone que no existe una forma única y correcta de crecer, desarrollarse, aprender, pensar y comportarse en el mundo. Incluso, la expresión genética de cada individuo en el contexto sociomaterial donde debe desarrollarse y vivir, da paso a una virtualmente infinita variabilidad de organizaciones en conectividad cerebral y funcionamiento neurológico, psicológico, emocional y conductual.

El punto clave es que esta amplia diferencia no constituye necesariamente un déficit, una deficiencia o una enfermedad; aunque es importante recalcar que el concepto de neurodiversidad no debe interpretarse como la eliminación de la posibilidad de otorgar ayuda, tratamiento y/o asistencia a los miembros de la sociedad que lo necesiten. Asimismo, es fundamental no reducir el concepto de neurodiversidad simplemente a la expresión genética o a la construcción social. La evidencia científica disponible indica que la diversidad neurológica, psicológica, afectiva y conductual es resultado de la compleja y continua interacción entre la realidad sociomaterial, la disposición neurobiológica (que puede responder a muchos factores distintos) y las posibilidades de interacción entre estos aspectos. Es por eso que interpretar el concepto de neurodiversidad de manera completamente social o biológica es una conceptualización errónea que contribuye a la tradicional estigmatización y/o al abandono de personas neurodivergentes.

Si bien estamos muy lejos de poder tener los recursos y estrategias para que la neurodiversidad no importe, el Artículo 29 de la nueva propuesta constitucional incluye a las personas neurodivergentes como sujetos de “derecho a una vida autónoma, a desarrollar libremente su personalidad e identidad, a ejercer su capacidad jurídica y los derechos reconocidos en esta Constitución y los tratados e instrumentos internacionales de derechos humanos ratificados y vigentes en Chile”. Este reconocimiento deja el desafío de lograr alcanzar ese estándar. Ya que el cerebro es todo diverso en todas partes a la vez, necesitamos trabajar para que el mundo también lo sea. (El Mostrador)

Francisco Parada