La formalización de su nuera y las medidas cautelares que dictó el tribunal contra ella por delitos tributarios en el marco de las acusaciones a la empresa Caval por hechos de corrupción son un duro golpe para la Presidenta.
Un golpe humano y un golpe político.
También político, porque revierte hacia la Presidenta y su familia todo el reproche moral con que el sector político encabezado por ella golpeó duramente a la derecha en los últimos años.
La pérdida del poder luego del triunfo de Sebastián Piñera fue un duro golpe para la izquierda chilena.
Mucha gente en ese sector conoció el rigor de lo que un columnista llama los «temores alimenticios». La vida fuera del gobierno era insoportablemente más difícil que en las cómodas dependencias de La Moneda, y alentó aquel miedo inconcebible a la pobreza que describía el cantor.
Sin dilaciones, la ex Concertación decidió reinventarse para intentar la reconquista de La Moneda. Su plan se centró en lo que mejor sabe hacer la izquierda: destruir.
Así, el gobierno de Sebastián Piñera tuvo una oposición implacable; no se trepidó en destruir el prestigio de las instituciones con tal de lograr la aniquilación de la reputación de quienes detentaban poder y especialmente del sistema económico que nos regía hasta entonces.
La oposición a Piñera, la Nueva Mayoría y su programa, se estructuraron sobre la base de un ataque frontal a tres conceptos claves: el lucro, la desigualdad y el abuso.
Al atacar el lucro, se apuntaba directamente al sector empresarial, que era un eje fundamental del sistema de economía de mercado. Era importante, no obstante, relacionar el lucro con abusos y ello se logró efectivamente con la Universidad del Mar, La Polar y otros casos emblemáticos.
Y aquí entra el ataque a la desigualdad. La mayoría de las personas tolera importantes diferencias en el ingreso de las personas. Entiende que hay algunos que tienen mayores habilidades, talentos e incluso suerte, que son recompensados por el mercado. Pero lo que no tolera es que esa desigualdad sea injusta, fruto de abusos.
Por eso la tríada de lucro, abusos y desigualdad era inseparable en el plan de la izquierda. Porque transformaba las diferencias en nuestra sociedad, y por lo tanto el sistema que las cobijaba (economía de mercado) en ilegítimas.
El intento de la izquierda por demoler la reputación del sistema de economía de mercado tuvo dos aliados impensados. Por una parte, la derecha, incluyendo a sus partidos y al gobierno de Piñera, que no tuvieron el coraje o la visión para defender el lucro y la desigualdad como elementos legítimos y consustanciales a una sociedad libre.
Por otra, quienes persistieron en abusos desde la empresa y otros ámbitos de poder, que vinieron a colaborar con la impresión (falsa) que la mayoría de las diferencias en nuestra sociedad son fruto de los abusos, y por lo tanto ilegítimas.
El triunfo de la Nueva Mayoría descansó en esta trama conceptual y solo empezó a tambalear cuando la torpeza del equipo de gobierno para estructurar sus reformas dejó en claro a muchos chilenos que las soluciones que Bachelet ofrecía (bajadas de patines, alzas indiscriminadas de impuestos, criterios arbitrarios para entregar beneficios) hacían temer el reemplazo del antiguo orden por algo peor: un socialismo trasnochado donde el Estado se erige como la única solución.
Y el golpe de gracia ha sido Caval. Un solo episodio que reúne los tres elementos vilipendiados por la Nueva Mayoría: lucro, desigualdad y abuso.
La nuera de la Presidenta, demostrando un afán incontenible de lucro que la lleva a ganar en unos meses y en un solo negocio miles de millones de pesos; ella y su marido, el hijo de la Presidenta, que pasan con esto a formar parte del criticado 1% de los más ricos de este país y se constituyen en íconos de la desigualdad; y por último el abuso, el abuso reiterado de su cercanía con la Presidenta que se transforma en el elemento crucial, sino único, de su enriquecimiento.
La Presidenta Bachelet y su familia han pasado así, para siempre, a ser parte de los poderosos a los que tanto se ha denostado en este país.