Entre triunfos y derrotas-Iris Boeninger

Entre triunfos y derrotas-Iris Boeninger

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La reciente campaña política realizada para las elecciones de gobernadores, alcaldes, concejales y consejeros regionales ha transcurrido en los últimos meses en medio de un caos: el caso Audio, el caso Fundación Cultura -derivado del caso Fundaciones- y la destitución de dos jueces de la Corte Suprema por abandono de deberes: corrupción y tráfico de influencias.

Como si esto fuera poco, diez días atrás se tuvo conocimiento a través del diario La Segunda de que existía una denuncia de violación a una subalterna por parte del ahora exsubsecretario de Interior, Manuel Monsalve. El hecho habría ocurrido el mismo día que debía dar parte e informar a la ciudadanía de los 37 homicidios ocurridos en la semana de Fiestas Patrias, pero por estar ocupado en otros “oscuros y graves menesteres” faltó a una importante reunión sobre la seguridad de Chile. El gobierno, llamado feminista, lo dejó estar en el cargo hasta dos días después de tomar conocimiento de la denuncia.

La semana pasada ocurrió una explosión en el emblemático Internado Nacional Barros Arana, cuando estudiantes estaban fabricando bombas molotov. Hoy hay siete en estado crítico y uno en estado de extrema gravedad. El total de heridos fue de 35. ¿Cómo se explica que se fabriquen bombas molotov en un colegio? Parece ficción. No lo es.

Compleja campaña electoral que cambió la música de la buena política, por los sonidos de una película de terror. Se sustituyó el arte de persuadir al votante por el de disuadirlo, intentando sumar más adherentes al bando propio, ahuyentándolos del opuesto.

Agresiones, denuncias, culpas que volaban de un lado a otro caracterizaron la campaña. Difícil para los candidatos y también para los votantes.

Surgieron una gran cantidad de independientes por cupo de un determinado pacto o partido y otros que no pertenecen a ningún partido. Ya en la elección de los constituyentes en el primer proceso constitucional afloraron los independientes. La independencia se convirtió en una virtud social, que dejó de serlo ante el fracaso de los llamados independientes. En esta oportunidad un 8% de los candidatos se inscribieron como independientes, con lo cual, careciendo de virtudes publicas conocidas, eran perfectos desconocidos para los votantes.

Los ciudadanos, entretanto, buscan respuestas a cosas esenciales. Se encuentran frustrados ante la falta de respuestas a necesidades básicas como vivir seguros, acceder a una vivienda, a educación de calidad y sin violencia, a salud digna y sin colas de espera, a crecimiento económico que garantice bienestar y a empleo futuro.

Las promesas incumplidas de este gobierno han buscado culpar a la oposición. La gran oposición son ellos mismos. No quieren ceder ante sus objetivos refundacionales de darle el poder total al Estado: salud, pensiones y educación, viviendas sociales. Los últimos acontecimientos muestran que ellos son su propia oposición: son elitistas, falsos y destructivos.

No sacaron del gobierno en forma inmediata a un funcionario bajo investigación de violación, le dieron mayor valor a un subsecretario que a un portero, han practicado la corrupción, no hicieron absolutamente nada por las demandas sociales que según ellos fueron “la razón” de la violencia que ellos avalaron en octubre de 2019.

Son simplemente declamadores de ideales que ellos mismos no practican. Su distancia del pueblo y de los ciudadanos es absoluta.

Al gobierno de Chile y su coalición se le cayeron máscaras que hoy develan verdades como el elitismo al que pertenecen. La protesta fue su trabajo. De las protestas estudiantiles pasaron a ser diputados y hoy gobierno, pasando antes por una propuesta constitucional que destruía al país. Muchos de ellos no trabajaron nunca como la gran mayoría de los chilenos que exigen cumplir objetivos, hacer transacciones normales como arrendar, mantenerse, enfrentar las dificultades de la vida y luchar por un mejor futuro.

Para construir futuro en serio se requiere la modificación del sistema político, eliminar la fragmentación y la posibilidad de candidatos independientes, como también que quienes renuncien a su partido puedan mantenerse en el parlamento. El tono y la forma de la política es otra cosa que debe cambiar. Del mismo modo es fundamental pensar la unidad a futuro en todo el espectro que busca un país distinto al propuesto en septiembre de 2022.

No haber cedido en puntos claves en el segundo proceso constituyente se tradujo en una derrota que tuvo perjuicios claros para la gobernabilidad de Chile.

Es hora ya de unirse y trabajar en equipo por Chile. Chile debe estar primero. Los partidos políticos deben dejar de poner al partido antes que a Chile, ya que eso es lo que explica algunas derrotas observadas en estas elecciones.

Unidad, unidad y más unidad. (El Líbero)

Iris Boeninger