“Primero las víctimas”. Ese era el nombre de la iniciativa popular de norma que apoyamos y promovimos fuertemente durante el proceso que, supuestamente, permitiría a los ciudadanos y organizaciones de la sociedad civil, como es la CNC y tantas otras, convertirse en un constituyente más. La promesa de acoger incidentemente la participación ciudadana fue uno de los sabores amargos que nos deja la Convención, pero sin lugar a dudas la mayor decepción fue que esa iniciativa popular, aun habiendo alcanzado más de 25 mil firmas, no fuera considerada en el borrador del texto constitucional.
Por supuesto, sabíamos que era una posibilidad. La consecución de las firmas no garantizaba nada; sin embargo, siendo la seguridad ciudadana uno de los temas más sensibles para la población y, a estas alturas, un clamor popular que se siente en cada rincón del país, no deja de asombrar y preocupar el tratamiento que se le ha dado al tema en el borrador de la Constitución.
Luego, tenemos un borrador de Constitución que es ciego y sordo ante la principal demanda ciudadana; un texto que no se hace cargo de que el país está bajo la amenaza creciente del crimen organizado y cuyo articulado, en definitiva, debilita nuestra democracia, no mejora la seguridad y tampoco protege el Estado de Derecho.
La desconexión del borrador constitucional de las demandas ciudadanas es tal que dedica un título lleno de derechos para las personas privadas de libertad, pero no dice nada respecto de garantías para las víctimas de actos delictuales. Elimina, además, el estado de excepción de emergencia y nos condena, por ende, a un actuar con recursos muy limitados para hacer frente al estado de barbarie que impera por estos días. (El Mercurio Cartas)
Ricardo Mewes Schnaidt