Estamos lejos de que empiece el segundo tiempo

Estamos lejos de que empiece el segundo tiempo

Compartir

Varios medios de comunicación han usado la expresión “segundo tiempo” para referirse al periodo que empieza ahora, cuando han pasado los primeros cien días de gobierno. Pero considerando que apenas llevamos 6,8% del tiempo que durará este cuatrienio presidencial, esta sugerencia resulta un poco apresurada. Sí es decidor que solo usar el concepto demuestra un reconocimiento tácito de que los primeros 100 días de gobierno no pueden sino ser considerados como un fracaso. Solo aquellos que lo están haciendo muy mal necesitan hacer referencias al segundo tiempo cuando recién está empezando el partido.

Todos los gobiernos enfrentan problemas en sus primeros meses. Esto es especialmente cierto para coaliciones políticas que no han tenido experiencia reciente en la administración del país. En 2010, el gobierno de Sebastián Piñera cometió también errores típicos de primerizos. Curiosamente, también comenzó a hablar de un segundo tiempo a los pocos meses de haberse iniciado ese mandato.

Pero en esta ocasión, los errores de primerizos que ha cometido el gobierno se exacerban precisamente por el complejo momento que atraviesa el país. Si bien es comprensible que los pilotos primerizos cometan errores, estos cuestan más caro cuando le toca volar en medio de una amenazante tormenta con un avión que tiene problemas mecánicos. En el Chile de 2022, el proceso constituyente, la alta inflación, la incertidumbre política global y la especialmente limitada paciencia del electorado constituyen un cóctel complejo para cualquier gobierno, incluso para uno liderado por una coalición con experiencia en el gobierno.

Pero por eso mismo, el gobierno debería trabajar activamente para cubrir sus debilidades reclutando personas más experimentadas para enfrentar este momento complejo. Eso supone que el Presidente Boric debiera aceptar que su coalición no posee la experiencia necesaria como para darse algunos de los irresponsables lujos y licencias que se ha dado.

Por ejemplo, no tiene sentido que Boric insista en mantener en su cargo a Izkia Siches. En sus primeros 100 días, la titular del Ministerio del Interior ha mostrado repetidas veces su incapacidad para responder adecuadamente a los desafíos asociados al importante cargo que ella ostenta. Desde su fallido intento por viajar a la Araucanía hasta su incapacidad para liderar el combate contra la delincuencia, la crisis migratoria y la relación con los partidos políticos del oficialismo y la oposición, es evidente que Siches no ha dado el ancho en el cargo.
Similares argumentos se pueden presentar para los problemas que ha enfrentado Giorgio Jackson en la relación con el Congreso. Después de 100 días en el cargo, Jackson no ha logrado avanzar significativamente en las prioridades legislativas que anunció el gobierno cuando asumió.

Hay otros ministros del gabinete que también han tenido tropiezos importantes. Algunos han hablado de más. Otros no han hablado lo suficiente. Muchos han sido incapaces de establecer agendas de reformas y desarrollar una relación exitosa de trabajo con el Congreso. Pero las debilidades en esos puestos del gabinete tienen consecuencias mucho menores que las debilidades que han mostrado los ministros que ostentan cargos más importantes, como Siches o Jackson.

Los problemas que han tenido Siches y Jackson subrayan un error grave de diseño en la forma en que el Presidente armó su gabinete. Si bien Boric habló —y sigue hablando— de la importancia de la diversidad en los nombramientos que hizo al gabinete, Boric cometió el error de buscar personas con perfiles demasiado similares a su propio perfil profesional y su trayectoria de vida. Al nombrar a Siches, Vallejo y Jackson en cargos tan importantes, Boric nombró personas con trayectorias de líderes estudiantiles y carreras políticas similares a la suya. Es más, nombró amigos.

Sorpresivamente, muchos de los que correctamente criticaron la política del gobierno de Piñera de nombrar amigos y personas con similares trayectorias a la propia, guardaron silencio cuando Boric anunció a su propio gabinete. Si es malo nombrar amigos y personas con trayectorias similares cuando gobierna una coalición derecha, es malo que un gobierno de izquierda haga lo mismo. Uno de los grandes errores del diseño de gobierno de Boric fue la falta de diversidad de orígenes y trayectorias en los puestos claves del gabinete, especialmente en los tres ministerios políticos de La Moneda.

Para evitar que el gobierno vuelva a hablar de segundo tiempo cuando ni siquiera se han cumplido los primeros seis meses en el poder, sería importante que el Presidente Boric repiense el diseño de su gobierno e introduzca más diversidad de orígenes y trayectorias en el equipo clave de su gabinete. Porque nunca es bueno que un presidente gobierne con sus amigos y clones políticos, Boric debería pensar seriamente en dotar de más diversidad al equipo político de su gobierno. Solo así podrá llegar en un mejor pie al que realmente será su segundo tiempo en el poder, en marzo de 2024. (El Líbero)

Patricio Navia