Evelyn Matthei: atrapada en un dilema estratégico

Evelyn Matthei: atrapada en un dilema estratégico

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Evelyn Matthei ha construido su candidatura sobre una crítica implacable al Gobierno de Gabriel Boric. Ha golpeado fuerte en seguridad, economía y gestión fiscal, pero hay un problema de fondo: no tiene un proyecto de país. En un momento donde los electores exigen soluciones y liderazgo, su estrategia parece más orientada a capitalizar el descontento que a ofrecer una alternativa real.

Es cierto que su discurso duro conecta con sectores desencantados y le permite disputar el electorado con la extrema derecha, pero este enfoque tiene un alto costo: aleja a votantes moderados que buscan una derecha seria. Además, al evitar cualquier autocrítica sobre los errores de su sector en los gobiernos de Sebastián Piñera, pierde credibilidad al intentar presentarse como una alternativa renovada.

Matthei está atrapada en un dilema estratégico. Su tono confrontacional la acerca a sectores más radicales, pero la aleja de quienes buscan una derecha con capacidad de gobierno. Casos internacionales, como el de Friedrich Merz en Alemania, han demostrado que es posible enfrentar a la extrema derecha sin asumir su discurso. Sin embargo, Matthei sigue el camino contrario: competir en su mismo terreno y, con ello, normalizar la polarización en la derecha tradicional.

En materia programática, su debilidad es evidente. En seguridad, más allá de declaraciones impactantes como la cárcel en el desierto (que es puro humo), no ha presentado un plan realista. En economía, su crítica al manejo fiscal del Gobierno es fuerte, pero sin medidas concretas para corregir el rumbo. En pensiones y energía, simplemente no ha puesto nada sobre la mesa. Matthei sigue anclada en la denuncia.

El reciente anuncio de su equipo programático intentó dar una señal de solidez, pero el mensaje se perdió en más críticas al Gobierno. Su discurso durante la presentación fue un ataque a la gestión económica de Boric, pero nuevamente sin respuestas claras sobre cómo enfrentaría ella el problema. Un candidato presidencial no puede conformarse con decir lo que está mal; debe decir cómo lo arreglaría.

El mayor peligro para Matthei no es solo perder competitividad electoral, sino debilitar a la derecha tradicional. Si su candidatura no logra trascender la queja y construir un proyecto claro, abre un vacío que otras fuerzas ocuparán. Sin una oferta política definida, Chile Vamos corre el riesgo de quedar reducido a un nicho, dejando el terreno abierto a la extrema derecha o a nuevas opciones emergentes.

La estrategia de Matthei se ha basado en la crítica constante, pero sin una propuesta clara su candidatura se vuelve frágil y carente de rumbo. Su insistencia en disputar el discurso de la extrema derecha no solo profundiza la polarización dentro de su sector, sino que además la aleja de ser una alternativa de gobierno seria.

Su simpatía hacia figuras como Javier Milei refuerza aún más esta deriva. La experiencia argentina demuestra que un discurso basado en la demolición del Estado, la desregulación extrema y la confrontación permanente no solo no resuelve los problemas estructurales, sino que los agrava, generando crisis sociales profundas.

Si Matthei pretende seguir esa línea, su candidatura no solo será incapaz de ofrecer respuestas reales, sino que también contribuirá al deterioro institucional y al aumento de la incertidumbre.

Sin un proyecto concreto, su figura se desdibuja entre la queja y el oportunismo. En política, no basta con golpear al adversario; tarde o temprano, hay que demostrar por qué se es la mejor opción. Y hasta ahora, Matthei no lo ha hecho. (El Mostrador)

 Miguel Torres Romero

Cientista Político, Mg. (c) en Investigación en Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires