Esta semana, el Presidente Boric y la ministra Vallejo celebraron con entusiasmo el 0,6% de crecimiento económico del tercer trimestre del año en curso. La vocera de gobierno fue aún más lejos: consideró que dicha cifra era un “tapabocas” para los agoreros del pesimismo y que, por el contrario, en el país ya se observaban señales de recuperación. Es evidente que todo gobierno busca destacar lo que considera resultados positivos, más todavía cuando sus logros reales son más bien escasos. Pero hay veces en que el contraste entre lo que se destaca y todo lo demás es tan abismante, que dicho ejercicio más bien refleja un profundo desconocimiento o una total desconexión.
Chile lleva más de una década estancado, con un PIB per cápita prácticamente nulo y sin un punto de inflexión a la vista. Al contrario, según el Banco Central, el crecimiento de tendencia de la economía nacional se ubica en torno al 2%, lo que, cruzado con el aumento de la población, mantendrá el PIB por persona en el suelo durante toda esta década.
Hace unos días, la Corporación de Bienes de Capital anticipaba que el próximo año la inversión tendrá una caída de 37% respecto a 2023, es decir, el peor registro de los últimos 16 años. La formación bruta de capital bajaría un 38% en el sector industrial, un 68% en energía, un 28% en el sector inmobiliario y un 14% en minería.
También en estos días, el instituto emisor informaba que la fuga de capitales desde el estallido social llega ya a los 32 mil millones de dólares, recursos en su mayoría de inversionistas chilenos, que, debido a la incertidumbre jurídica y la inestabilidad institucional, decidieron buscar nuevos horizontes para su patrimonio.
A esto hay que agregar el importante deterioro del mercado laboral y el impacto que ha tenido la inflación sobre el ahorro familiar.
La gente podrá no conocer en detalle las cifras, pero es obvio que vive y siente sus efectos. Es lo que ilustraron esta semana las encuestas Cadem y CEP: la primera mostrando que solo un 22% de las personas está optimista respecto al futuro del país; y, la segunda, más impresionante aún, que casi un 90% de la población cree que Chile está estancado o en abierta decadencia. Y la gente tiene razón, porque no hay una sola proyección económica para los próximos años, ni un solo indicador, que pueda justificar una percepción diferente.
La pregunta inevitable entonces es: ¿qué está celebrando el gobierno?, ¿cuál es el supuesto “tapaboca” del que habla la ministra Vallejo? En verdad, si hay algo que profundiza la gravedad del deterioro económico que vive el país es tener autoridades de gobierno que viven en el limbo, en otro planeta, porque ello implica que no solo no hay un diagnóstico claro sobre lo que ocurre, sino que, menos aún, habrá un esfuerzo político serio y sistemático para intentar revertir el actual cuadro.
En síntesis, un “tapabocas” que resume y explica un extravío total. (La Tercera)
Max Colodro