Francia goza de muchos puntos a su favor. Tiene «un envidiable nivel de vida», según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). «La desigualdad no es excesiva y el país ha pasado por la crisis sin sufrir demasiado,» dice.
Y no es sólo a los franceses que les gusta el lugar. Su comida, moda y paisaje, y sobre todo París, tienen una reputación internacional que han contribuido a hacer de Francia el destino turístico más popular del mundo.
Pero no todo está bien. El desempleo es alto y las finanzas del gobierno son débiles. «El problema económico fundamental de Francia es la falta de crecimiento», dice la OCDE.
Las últimas cifras de la actividad económica (producto interno bruto o PIB) para el primer trimestre del año muestran un crecimiento del 0,5%. Eso es mejor de lo esperado. Pero tampoco es particularmente fuerte. La imagen a largo plazo es más pesimista.
Entonces, ¿cuál es el problema económico francés?
EL DESEMPLEO
La evidencia social y económica más evidente de que algo anda mal es el desempleo. Cerca de tres millones de personas están sin trabajo, el 10,2% de la población activa.
LAS CIFRAS DE LA CRISIS FRANCESA
- 3 millones Personas sin trabajo
- 1 de cada 4 Desempleo juvenil
- 57% Participación del sector público en total de la economía (AFP)
Eso se compara con una cifra de 4,3% en la vecina Alemania. La tasa en Francia es casi la misma que el promedio para la eurozona. Eso realmente no es nada de qué enorgullecerse si tenemos en cuenta que la media refleja la situación desastrosa de desempleo de algunos países como España y Grecia.
La estadística para Francia es también la segunda más alta entre las principales economías industrializadas, las llamadas naciones del G-7.
El desempleo juvenil es un problema particular, al igual que en varios otros países europeos. Están sin trabajo casi uno de cada cuatro de los menores de 25 años que buscan empleo.
DISCPLINA EUROPEA
Las finanzas gubernamentales también se ven débiles.
Francia está adoptando un doloroso proceso de la Unión Europea que trata de imponer disciplina en las cuentas de los gobiernos.
El déficit presupuestario anual y la deuda pública acumulada son mayores de lo que se supone que deben estar bajo dichas reglas.
Vale la pena señalar, sin embargo, que los costos de endeudamiento del gobierno francés en los mercados financieros son muy bajos. De hecho, el Tesoro francés ha logrado cierto nivel de endeudamiento en los mercados a tasas de interés por debajo de cero: en efecto, les pagan por pedir dinero prestado.
Esto refleja en parte la intervención del Banco Central Europeo, que está comprando bonos de gobiernos de la eurozona en virtud de su programa de flexibilización cuantitativa. Pero con todo y eso, las bajas tasas de interés son una señal de que los inversores en los mercados financieros tienen confianza en que su dinero les será devuelto a tiempo.
CRECIMIENTO DEBIL
Detrás de los problemas está un crecimiento económico persistentemente débil. El producto interno bruto per cápita –un indicador aproximado del nivel de vida medio– creció más lentamente entre 1995 y 2007 que en cualquier otro país de la OCDE, que no deja de ser una organización que agrupa principalmente a los países ricos, sólo falta Italia.
A finales del año pasado, la actividad económica estaba sólo un 2,8% por encima de su nivel máximo observado al inicio de la crisis financiera.
¿Por qué entonces está Francia teniendo tantas dificultades?
Hay diferentes puntos de vista entre los economistas, como de costumbre. La opinión de muchos, incluyendo la OCDE y la Comisión Europea, es que el mercado laboral está en el corazón del problema, aunque no es el único factor.
LOS UNOS Y LOS OTROS
Esto refleja una queja persistente de la comunidad empresarial: que es demasiado caro contratar trabajadores y despedirlos si se requiere.
Francia es un buen ejemplo de lo que se conoce como un «mercado de trabajo dual».
- Los que están dentro del sistema tienen una mayor remuneración y seguridad en el trabajo. A menudo acaparan las posibilidades de ascenso
- Otros, especialmente los más jóvenes, obtienen sólo trabajos temporales o se quedan sin empleo
Según la OCDE, en su evaluación de la economía francesa: «Para reducir la dualidad del mercado de trabajo, los procedimientos para el despido de empleados, particularmente los que tienen contratos permanentes, necesitan ser simplificados y abreviados».
«Francia se sitúa entre los países con una legislación más estricta de despidos para los contratos indefinidos y temporales.»
El costo de mano de obra para los empleadores en Francia también incluye contribuciones a la seguridad social que son más altas que en la mayoría de los otros países.
Hay muchas otras cuestiones, entre ellas los pagos de subsidio de desempleo, que algunos dicen hacen que las personas no quieran tomar trabajos mal pagados. También se menciona la rigurosa regulación de los negocios.
El resultado, según se argumenta, es un persistente problema de desempleo.
BAJA DEMANDA
Muchos también argumentan que Francia tiene un sector público demasiado grande.Es uno de los más grandes del mundo y el año pasado representó el 57% de la renta nacional.
Francia tiene, en efecto, altos niveles de servicios públicos, pero la OCDE dice que eso significa que hay una «pesada carga de los impuestos» que limita los incentivos para trabajar, ahorrar e invertir. Muchos de los gastos, indica la OCDE, están mal focalizados.
La opinión contraria es que Francia sufre de insuficiencia en la demanda de bienes y servicios.
Un grupo de economistas, incluyendo a Thomas Piketty, el autor de El capital en el siglo XXI, escribió en el diario francés Le Monde que las reformas laborales propuestas por el gobierno no van a reducir el desempleo.
Se ha culpado a la austeridad del retraso de la recuperación económica de la eurozona.
Robert Hancke, de la London School of Economics, le echa la culpa a la pérdida del control de la política económica como consecuencia de pertenecer a la eurozona.
«El crecimiento y el desempleo francesa no dependen y nunca han dependido de un mercado de trabajo más flexible», opina Hancke. «El problema de Francia es sencillo: está en una unión monetaria con Alemania, una economía mucho más fuerte y mejor organizada. Por lo tanto, paga un alto costo por no poder ya controlar las principales palancas de ajuste económico, desde las tasas de interés hasta la política fiscal».
LOS INTENTOS DE REFORMA
La pertenencia en la eurozona significa que algunas de esas palancas, en particular la modificación de las tasas de interés, están en manos del Banco Central Europeo, que establece la política para toda la región.
Las presiones sobre las finanzas del gobierno y las normas de la eurozona para administrarlas limitan el espacio de maniobra de Francia para utilizar el gasto gubernamental o los recortes de impuestos para estimular la demanda.
La OCDE señala, sin embargo, que es importante consolidar las finanzas del gobierno a un «ritmo adecuado y compatible con la recuperación«. En otras palabras, no hay que excederse e imponer así un daño excesivo a la economía, golpeando la demanda aún más en un esfuerzo por reducir el endeudamiento a niveles que sean sostenibles en el largo plazo.
El presidente francés, François Hollande, considera necesaria una reforma laboral. Su ministra de Trabajo, Myriam El Khomri, propuso una legislación destinada a abordar algunos de los temas que los empresarios dicen que vuelve demasiado caro contratar nuevos trabajadores. Las reformas disminuirían las altas barreras existentes para el despido de personal.
También habrían permitido que algunos empleados trabajen más –mucho más– que la semana de trabajo actual, que tiene un tope de 35 horas. Y le daban a las empresas un mayor poder de reducir las horas de trabajo y la paga de los empleados.
Esos planes resultaron en protestas y el gobierno reaccionó a ellas modificando las disposiciones.
Un partidario de la reforma dijo que se estaba convirtiendo en una «verdadera catástrofe». Es un lenguaje sorprendente a la luz del nivel de vida de muchos franceses.
Pero no hay duda de que los decepcionantes resultados del país son una fuente de preocupación para sus desempleados, para su cohesión social y para sus vecinos europeos, que realmente podrían beneficiarse de una economía francesa fuerte y vibrante. (BBC Mundo)