– ¿En qué momento se encuentra Chile?
– Chile pasa por un momento bastante crítico.
David Gallagher, presidente y fundador de Asset Chile, consejero del Centro de Estudios Públicos (CEP), director de empresas y ex profesor de literatura latinoamericana en Oxford, se confiesa partidario “de la racionalidad con que se manejó el país desde 1990 hasta 2014, donde hubo extraordinarios gobiernos que trataron de ejercer el poder en función de entender la política como el arte de lo posible”.
“Pero me temo que algo de esto se perdió con la actual administración”, señala Gallagher, que se ocupa de analizar a Chile en medio del concierto internacional.
“El mundo entero está volcándose hacia la irracionalidad, la política de las emociones, de la post verdad y de las noticias falsas. A los países que caen en eso les va a ir mucho peor que a los que lo evitan”.
Entonces, sentado en el living de su departamento de Las Condes -bebiendo con calma un vaso de agua–, se pregunta: “¿Dónde va a estar Chile entre esos dos modelos?”.
– ¿La desconfianza hacia la política y la autoridad es universal, cómo se explica la presidenta Bachelet y parte del gobierno?¿No está atravesada por factores locales?
– Hay elementos de fenómeno universal, sin duda, pero también atravesado por elementos locales. Con el retorno a la democracia llegó al poder una clase política bastante joven que no quiso darle paso a herederos. La dirigencia se rigidizó mucho –influida por el binominal, que tenía a los senadores y diputados muy apernados–, lo que ha provocado rechazo. La clase política chilena ha sido, en los últimos 25 o 30 años, de las menos renovadas del mundo.
Por otra parte, Chile tenía una autoimagen de ser un país modelo en materia de corrupción, pero empezaron a aflorar asuntos que han provocado estupor en la ciudadanía, con justa razón.
– ¿Cómo se explica la alta abstención electoral que observamos en las municipales?¿Desinterés o hartazgo?
– Hay una tercera hipótesis: que la gente está relativamente contenta, que no siente que haya mucho en juego y, por esa razón, no va a votar. Yo no lo dramatizaría demasiado. En Chile tenemos probablemente una elite ultra politizada y una masa de gente poco politizada y eso no siempre es una señal de alarma, por el contrario.
– ¿Usted cree que los chilenos están contentos?
– Yo creo que los chilenos sienten que no están tan mal. Esta paradoja interesantísima es la que se refleja en todas las encuestas: a la gente le parece que los demás están mal, pero cuando le preguntan sobre su vida personal, resulta que está relativamente bien.
– ¿El gobierno de Bachelet se equivocó de diagnóstico sobrevalorando el descontento?
– Fue un error de diagnóstico. El gobierno se planteó objetivos correctos –el problema de la educación y de la desigualdad–, pero deberían haber conducido a reformas que construyeran sobre la base de lo que existía y que no trataran de ir a fojas cero.
– A menos de un año de las elecciones, ¿tiene el gobierno algún espacio para repuntar?
– Da la impresión de que en el último año los gobiernos repuntan un poco en Chile. El gobierno de Piñera repuntó mucho en 2013, porque la gente empieza a sacar saldos más amplios. Con la administración actual, probablemente la gente se va a dar cuenta de que tampoco es un gobierno tan terrible como parece indicar la baja tasa de aprobación o la alta tasa de rechazo. Por lo demás, el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, está haciendo un extraordinario trabajo para mantener una seriedad profunda en las cuentas fiscales y eso debería provocar que 2017 ojalá sea un poquito mejor que este año, aunque no haya mucho espacio para que sea mucho mejor: la inversión está plana.
– ¿Será clave el papel del ministro de Hacienda en estos últimos 15 meses?
– Ha hecho una gran labor en una situación muy difícil, donde todo el rumbo del gobierno estaba encaminado. Admiro mucho la fuerza con que ha mantenido su postura y merece mucho elogio. Si no hubiese sido por Rodrigo Valdés, Chile estaría más a la deriva.
– ¿Usted también piensa que el próximo gobierno va a tener que corregir, rectificar, “entrar a picar”, como dijo Piñera?
– La forma correcta de gobernar un país –a menos que sea un país que está en la ruina, como Siria–, es hacer reformas en el margen. Los países con dos o tres ajustes de tuercas cambian de rumbo en forma muy positiva, no tienes que barrer con todo. Pero ¿qué haces cuando de repente llegas a La Moneda y tienes que gobernar un país donde se ha hecho un remezón tan fuerte y tan equivocado en muchas cosas? Hay ciertas reformas que se han hecho en los últimos tres años que hay que cambiar, como la tributaria: hay que volver a algo más simple. Yo me imagino que cualquier gobierno que asuma en 2018 tendrá que rectificar.
PIÑERA NO ES TRUMP
– ¿Qué opina del caso Bancard que afecta al presidente Piñera?
– A Piñera se le está haciendo una contra campaña feroz, que incluso conduce a que uno se pregunte si es posible que una persona exitosa en los negocios sea presidente de Chile. Si la respuesta es negativa, eso sí es muy malo para el país. Realmente, me resulta bastante rara esta contra campaña porque, en el fondo, Piñera no es un empresario como Trump. Él no controla nada en materia de negocios, tiene inversiones de portafolios…
– ¿No fue al menos imprudente dejar las inversiones externas fuera del fideicomiso ciego?
– Ese punto uno puede discutirlo, efectivamente. Quizás habría sido mejor ponerlas en el fideicomiso ciego y lo más probable es que si llega a la presidencia, vaya a hacerlo. Pero las únicas inversiones que eran críticas en materia de conflictos de interés eran las de LAN, Chilevisión y Colo-Colo, que terminó vendiendo. Trump no venderá nada, por ejemplo, y pondrá en manos de sus hijos la gestión de sus empresas. Si eres un inversionista de cartera, por mucho que inviertas en una pesquera peruana, esa pesquera representa menos del 1% de tu portafolio. La gente que sale a rasgar vestiduras contra Piñera es muy provinciana y no entiende cómo una persona puede tener dinero en el mundo, o se hace la provinciana justamente para poder rasgar vestiduras.
– ¿Habla de una contra campaña?
– Están tratando de bajar la candidatura de Piñera, evidentemente, y me refiero a mucha gente de la Nueva Mayoría y a potenciales candidatos presidenciales de Chile Vamos. La Fiscalía, en materia de filtraciones, además, está lejos de lo que uno quisiera. Su deber es investigar y el de los tribunales juzgar, pero no filtrar información de una persona antes de que tenga la posibilidad siquiera de defenderse.
– Más allá de lo legal, ¿cree que fueron éticas las operaciones Bancard con la peruana Exalmar, mientras Chile y Perú estaban enfrentados en La Haya?
– No hay nada inmoral en invertir tu plata en un portafolio amplio de acciones en todo el mundo.
– ¿Incluso siendo Presidente?
– Es más prudente, siendo Presidente, tener tu portafolio en un fideicomiso ciego, para no exponerse a suspicacias.
– ¿Cree que está en riesgo su candidatura?
– No sé todavía. Yo creo que no hay duda de que ha habido daño, que los arquitectos de la campaña contra él han tenido cierto éxito. Ahora, si van a seguir teniéndolo, no sé. El ciudadano chileno sabe que Piñera es un hombre que ha logrado ganar mucho dinero, que tiene inversiones en muchas partes, por lo que incluso esta contra campaña podría rebotar: puede hacer más popular a Piñera y que la gente empiece a verlo como víctima de ataques injustos o envidiosos.
– En la Nueva Mayoría, ¿cómo se explica el fenómeno Guillier?
– Como los políticos chilenos producen un cierto rechazo y una de las razones es la falta de renovación, el último en llegar tiene una ventaja. Jugar al anti político ha sido exitoso en el caso de Trump, el Movimiento Cinco Estrellas de Italia, el fenómeno del Brexit… En ese contexto, Guillier tiene fuerza porque posee el talento de hablar mucho sin decir nada, que resulta eficaz en política. Uno lo puede criticar y llamar cantinfleo, pero es lo que logra él: dice cosas bonitas, maneja buenos lugares comunes, tiene buena presencia, buena voz, no se pica. Reagan, por ejemplo, llegó a la presidencia de Estados Unidos porque era bastante buen actor y, cuando empezaba a hablar en la televisión, la gente sentía que estaba dentro de su propia casa. A diferencia de Guillier, sin embargo, Reagan tenía ideas.
– ¿Guillier no tiene ideas?
– No las veo, no sé cuáles son. Yo lo he escuchado decir cosas que me producen un poquito de temor. Por mucho tiempo, por ejemplo, andaba diciendo que las AFP estaban en manos de cinco familias chilenas.
– ¿Le da temor que llegue a La Moneda?
– Me da temor que llegue a ser presidente una persona de quien no sé qué piensa.
– ¿Por qué tiene éxito nuevamente un candidato aparentemente alejado de la política, como Bachelet en 2005, luego de un ciclo politizado como el que vive Chile desde 2011?
– Si es cierto lo que decía antes de que la gran mayoría de chilenos no es tan politizada como la elite, a lo mejor esa voz como tranquila de Guillier suena bien. Una persona que aparece como medio operada de los nervios. Pienso, sin embargo, que la gente también debe estar valorando mucho una buena gestión desde el gobierno, porque no creo que nadie piense que esta administración haya hecho una buena gestión. En ese sentido, lo que representa Piñera se va a valorar mucho el año que viene y la elección podría terminar siendo entre dos candidatos que representan opciones bastante distintas.
– ¿Usted se imagina una segunda vuelta Piñera-Guillier?
– Es lo que muestran hoy las encuestas.
– ¿Por qué a Ricardo Lagos le ha costado tanto instalarse?
– Yo creo que los verdaderos enemigos de Ricardo Lagos están en la Nueva Mayoría. El fuego amigo, re poco amigo, que ha hecho lo imposible para demolerlo y para impedir que surja. Eso ha sido grotesco, muy fuerte. Existe una especie de pánico entre algunos dirigentes de la Nueva Mayoría porque resurja la vieja Concertación, que de alguna forma está representada por Lagos.
– ¿Cree que todavía el ex presidente tiene opciones de repuntar?
– Yo soy un gran admirador de Lagos y siempre lo he querido mucho. Para mí siempre será uno de los mejores presidentes que ha tenido este país. Es un referente histórico de Chile y de lo que es una gran socialdemocracia: racional, moderna, moderada. Yo creo que el problema es que ese tipo de socialdemocracia no es mayoría entre quienes ejercen fuerza en la Nueva Mayoría y es muy difícil remar contra eso.
– Tampoco es mayoría entre la ciudadanía, a juzgar por las encuestas.
– Tampoco. Y no creo que sea buena idea en esas circunstancias tratar de izquierdizarse para conseguir ese respaldo.
– ¿Cree que Lagos se está izquierdizando?
– Me acuerdo cuando dijo que el 5% de contribución adicional tenía que ir al fondo común y, a través de un tuit, agregó: “Y ni un solo peso para las AFP”. Ese no es el Lagos por el que yo voté el año 99 y 2000. No lo es. Yo creo que Hillary Clinton cometió un gran error cuando empezó a tratar de mimetizarse con Bernie Sanders, el precandidato demócrata, y hasta con Trump. Eso no funciona. A la gente le gusta que sus políticos sean fieles a sí mismos.
– ¿Cree en el futuro de la Nueva Mayoría?
– Si va a sobrevivir esta Nueva Mayoría monolítica dominada por ideólogos constructivistas que quieren cambiar nuestras vidas, mucho va a depender de lo que pase en la DC en enero.
– Un candidato DC a primera vuelta ¿sería el fin de la NM?
– Un candidato presidencial de la DC a primera vuelta sería el fin de la Nueva Mayoría. Pero tienen razón los que dicen que, en ese caso, deberían tener una lista parlamentaria propia. Es lógico y es lo que intentaría hacer si yo fuera de la DC. Tenemos otro sistema electoral y como creo que vamos a volver a tener a los tres tercios en Chile, la DC puede jugar a ser el comodín que está en cualquier gobierno. Puede gobernar con un Piñera por ejemplo y, si se descuelga, nadie va a tener mayoría en el Congreso sin su apoyo. (DF Rocio Montes)