El emblema de la década de los 90 y el comienzo de los 2000 fue la «globalización», proceso económico y político a través del cual los mercados mundiales se interconectaron y, por lo tanto, se volvieron interdependientes. Hoy esa marcha, según algunos, parece retroceder. O al menos frenarse. A eso, se le ha denominado «desglobalización».
El fenómeno constaría, precisamente, en una merma en la interconexión comercial, caracterizada por la reducción en el flujo de bienes, servicios y capital, y empujada por tensiones internacionales y por un aumento en las políticas proteccionistas.
El proceso no ha estado exento de debate. Y es que mientras algunos líderes políticos, como el canciller alemán Olaf Scholzle, ha advertido acerca del peligro de que avance una desglobalización, otras instituciones, principalmente financieras, han expresado que la eventual existencia de ese fenómeno no tiene correlación con los datos.
«La globalización permanece intacta, a pesar de las fuertes sacudidas que ha sufrido en los últimos años. Su conservación es un reflejo de la flexibilidad de las cadenas de suministro de fabricación a nivel global», dice un informe del año pasado de JPMorgan.
En cualquier caso, no son pocos quienes advierten que un fenómeno como el de la desglobalización podría comenzar a tener lugar. Y en Chile, una economía abierta, eso genera una duda: ¿Cuáles serían las consecuencias?
ANTECEDENTES DE LA «DESGLOBALIZACIÓN»
Uno de los hitos a los que se alude a la hora de explicar la desglobalización es el Brexit. Este plebiscito, que se llevó a cabo en 2016 y que terminó por concretar la salida del Reino Unido de la Unión Europea, constituye un antecedente importante. Esto, porque significó un intento de dicho país por reducir la integración con otros países y por recuperar el control de su economía.
Luego, vendría la guerra comercial entre Estados Unidos y China, que se caracterizó por la imposición mutua de aranceles y barreras comerciales y que terminó con una disputa en la Organización Mundial de Comercio (OMC), que fue favorable a Washington. El país asiático luego se enfrentó a otras naciones, como Australia, al que también impuso restricciones arancelarias.
En medio de la pandemia del covid y ante las interrupciones que sufrió el comercio mundial, en tanto, varios países comenzaron a cuestionarse si debían adoptar medidas económicas más autosuficientes, en caso de que en el futuro estalle una nueva crisis.
Mientras, en el último tiempo, tanto Estados Unidos como la Unión Europea y una serie de países latinoamericanos han comenzado a imponer barreras arancelarias al acero chino (y a los autos eléctricos, en el caso de la UE).
Esto, motivado por una supuesta existencia de «dumping» y la protección de las industrias nacionales. En mayo, sin ir más lejos, el Presidente Joe Biden anunció la puesta en marcha de nuevos aranceles para China, a lo que Xi Jinping respondió anunciando, también, posibles restricciones.
Son estos y otros episodios los que han llevado a varios a hablar de una eventual desglobalización, en el sentido de una merma en las interconexiones comerciales.
¿QUÉ OCURRE CON CHILE?
El caso del acero chino, al cual varios países han puesto sobretasas, tiene su propio episodio en Chile. Y es que hace algunas semanas el Gobierno decidió seguir la recomendación de la Comisión Antidistorsiones e imponer sobretasas al acero proveniente de ese país, ante evidencia de dumping.
China respondió y, a través de su embajador, señaló que se había pasado por alto la evidencia, y que la medida contravenía las conversaciones entre los presidentes Boric y Xi Jingping en 2023. En el mundo empresarial la reacción china inquietó. «Esto claramente podría tener efectos económicos que no nos van a gustar», dijo el presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), Ricardo Mewes.
¿CÓMO AFECTARÍA UNA DESGLOBALIZACIÓN?
Una escalada desglobalizadora es un riesgo para las economías como la chilena, pero el país ha llevado a cabo un proceso sólido de diversificación, que le daría margen. Eso es lo que creen algunos expertos y autoridades en la materia.
Aunque no todos son tan optimistas. Uno de quienes ve un escenario más bien positivo es el ministro de Hacienda, Mario Marcel, quien señaló a Emol que si bien hay un ambiente menos propicio para las economías abiertas, «nosotros, durante los años de expansión del comercio, diversificamos, por un lado, el destino de nuestras exportaciones y, por otro lado, hemos recibido mucha inversión extranjera».
En esa línea, sostiene que «aunque a nivel global el comercio esté menos dinámico y haya este tipo de conflicto, Chile puede aprovechar la ventaja que le da esa diversificación de mercado para desarrollarse en ciertos nichos, con ciertos socios comerciales que puedan ser más dinámicos».
El jefe de la billetera fiscal explica la situación con un ejemplo. «Así como China ha ido reduciendo su ritmo de crecimiento, por otro lado Chile, al incorporarse al TPP11, logró una desgravación arancelaria masiva en el caso de Vietnam, que es una economía que mantiene mucho dinamismo, que todavía tiene mucho por crecer y hacia donde se está desviando parte importante del comercio que anteriormente iba a China», destaca.
El economista Tomás Izquierdo, en tanto, también muestra cierto optimismo. «Me parece que Chile puede perfectamente descolgarse de esta tendencia proteccionista que está muy referida al ámbito industrial y tecnológico, y que va a estar más centrada entre Estados Unidos y China y entre Europa y China principalmente», dice.
Asimismo, asevera que «la situación excepcional de la discusión sobre sobretasas al acero chino espero que sea una cuestión muy excepcional. No tiene ningún sentido».
Otros, en cambio, abordan la situación con más cautela. En esa línea se ubica la presidenta del Banco Central, Rosanna Costa, quien un seminario de Icare fue consultada al respecto y sostuvo que «estamos enfrentando un mundo geopolítico distinto al que estábamos mirando. De a poco estamos mirando tendencias en las economías a integrar bloques, estamos observando, por lo tanto, este cambio que además está sumando ciertos elementos de protección en algunas industrias que no lo observábamos en años previamente».
«Esto tiene distintos efectos. Afecta la productividad de países como el nuestro, tiene un impacto bien relevante en términos de rehacer las cadenas de valor, los canales de comercio también. Por lo tanto vamos tener efectos duales. Vamos a tener cambios de precios relativos si es que este proceso se acelera. Ahora, creo que es un proceso gradual que hay que mirar con tiempo.
En tanto, Nicolás Román, académico de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de los Andes, expuso que «Chile es un país pequeño, abierto, con ventajas comparativas en algunos sectores en los que centra sus exportaciones, y esas ventas le permite financiar las importaciones de lo que no produce.
En este escenario, veríamos fuertemente afectada nuestra economía de haber una escalada proteccionista», Juan Ortiz, investigador senior del OCEC UDP ofrece una mirada similar. Según señala, una escalada proteccionista afectaría el dinamismo de nuestra economía. «En la práctica, Chile tiene poco margen, debido a que es una economía pequeña y abierta al mercado mundial», asevera.
Por último, Jorge Rojas, investigador del Instituto de Políticas Económicas de la Unab, recalca que «el resurgimiento o intensificación de la guerra comercial entre Estados Unidos y China sería muy perjudicial para Chile, considerando también que esta vez Europa podría sumarse al conflicto económico».
«Hoy pareciera que la economía chilena comienza a recuperarse, pero si el próximo año las condiciones se ponen adversas, por situaciones como el proteccionismo en Estados Unidos, Europa y China, la recuperación que estamos observando hoy podría ser solo un recuerdo en los años que vienen», concluye. (Emol)