En el siglo XIV el escolástico Jean Buridan formuló una famosa paradoja, al decir que un burro a misma distancia de dos montones de comida iguales no podría decidirse y, por tanto, moriría de hambre. Transcurridos siete siglos su paradoja sigue vigente. Y para algunos también puede ser el reflejo de la votación de mañana.
Porque, hay que decirlo: sobran razones para votar por una y otra opción. Y sobran razones para no hacerlo. En medio de una campaña exagerada, sucia y a ratos derechamente mentirosa, hay que intentar encontrar las razones que avalan ambas opciones.
Lo que es claro es que la utopía del “patriotismo constitucional” que expresara Habermas, o la “casa común” que perfectamente podría haber expresado Arjona, obviamente no se dará en Chile. Sea cual sea el resultado, Chile seguirá dividido en dos mitades. Y el resultado de estos cuatro años no solo habrá sido en vano, sino que tendrá una enorme resaca.
Razones para votar “En contra”
El proceso no aprendió nada de lo anterior. Y si bien la propuesta no es delirante como lo fue la de la Convención, no hubo ningún intento de quienes dominaron el Consejo para hacer sustentable su permanencia. Hubo gustos y gustitos, más elegantes que los de la Convención, pero marcadamente partisanos.
Se trata de una propuesta obesa y no mínima. Y como suele ocurrir a los textos obesos —hasta ahora, dominio de las izquierdas latinoamericanas— generan una gran judialización, y aparecen toda clase de errores y horrores no advertidos inicialmente.
La propuesta tiene una serie de cosas programáticas y ese es el germen de la autodestrucción de cualquier constitución.
La eliminación de las contribuciones de la primera vivienda, uno de los tributos más progresivos y fáciles de recaudar, no solo es absurda como medida, es absurdo que esté en el texto constitucional.
La propuesta está llena de enunciados sobre la seguridad, que al estilo de los “derechos sociales” no serán más que palabras.
El cambio del “que” por el “quien” está por nacer, tiene un evidente objetivo. No se trata solamente si podrá seguir existiendo el aborto en tres causales, sino si se podrá avanzar (como casi todos los países occidentales) a un aborto libre, en caso de que exista una mayoría para eso.
Una campaña llena de mentiras y exageraciones del “A favor”.
Razones para votar “A favor”
Se genera una Constitución nacida en democracia y no “escrita por cuatro generales”.
De alguna forma es un castigo final al octubrismo y al delirio refundacional en el que la izquierda buscó meter al país. Un triunfo del “A favor” es la lápida final a ese proyecto y un severo castigo para un Gobierno mediocre.
La propuesta constitucional presenta un avance significativo para limitar la dispersión de partidos políticos y díscolos en el Congreso. No garantiza la gobernabilidad, pero ayuda —sin duda— en el principal problema actual, herencia de Michelle Bachelet, que es la atomización política.
Con la Constitución actual, dada por muerta por casi todos hasta antes de ayer, resulta muy fácil introducir reformas constitucionales, creando un posible escenario de permanente incerteza institucional.
El texto propuesto ofrece una serie de avances, como garantizar la libertad de enseñanza, establece un plan universal de salud y el reconocimiento de la diversidad étnica, que son un avance respecto del texto actual.
Se crea la paridad de entrada para los cargos de elección popular, permitiendo que los electores decidan por quién votar y descarta la paridad de salida, inencontrable en el mundo.
Hay una mayor probabilidad de cierre del proceso constitucional, al menos por más tiempo.
Si usted, igual que yo, sigue encontrando que —tal como el asno de Buridam— los montones de comida son iguales, no tendrá que morir, tendrá la opción de anular el voto.
Mal que mal, como decía el filósofo William James, “cuando debemos hacer una elección y no la hacemos, esto ya es una elección”. (El Mercurio)
Francisco José Covarrubias