Hacemos agua

Hacemos agua

Compartir

Chile está dentro de los países con mayor estrés hídrico del planeta. Somos los más afectados en Latinoamérica (World Resources Institute, 2019). Pero en la Región Metropolitana y Valparaíso la situación es crítica. Por ejemplo, el caudal del río Maipo, que abastece más del 80% del consumo de Santiago, ha disminuido y muy posiblemente seguirá disminuyendo. De hecho, en los últimos dos años ha bajado a menos de la mitad de su caudal histórico. También se suma la triste y dura realidad de los glaciares. Cualquier aficionado a la montaña recuerda con nostalgia el glaciar Iver en el cerro El Plomo o el glaciar de Olivares en San José de Maipo. Contemplarlos ahora da pena.

En la zona central, ya casi llueve menos que en Arabia Saudita. El año pasado cayeron solo 78 mm. Y para este año, el panorama tampoco es alentador. Ya estamos en junio y solo hemos tenido una lluvia. Ese viejo dicho “abril lluvias mil” parece una fantasía o una leyenda. Un nostálgico recuerdo del pasado.

Hemos sufrido años secos, muy secos. Y es cada vez más difícil garantizar el consumo. La realidad es simple e inevitable: a futuro tendremos menos agua y más población en Santiago.

Entonces, ¿qué hacemos? Desalar suena atractivo, pero traer el agua desde el mar a Santiago es por ahora inviable. Usar más acuíferos tampoco es la solución. Reusar el agua que usamos es posible. Es más, a estas alturas tratar las aguas depuradas parece un imperativo. Esto ya se ha hecho en otros países, como Singapur, California y España. Pero hacerlo requiere de cooperación y compromiso entre lo público y lo privado. Algo que, por lo visto, no necesariamente considera el proyecto de la nueva Constitución. (El Mercurio Cartas)

Leonidas Montes L.
Director ejecutivo del CEP

Dejar una respuesta