El tema está álgido, y no es para menos, pues en estos días, en el Congreso, se discute si todos los chilenos tenemos o no el mismo derecho a nacer. En tanto, se nos ha tapizado con cartas al director, columnas de opinión. En las redes sociales el apasionamiento entre diferentes posturas ha sido tal que las descalificaciones llegan a sorprender. Es que el tema es complejo y contiene muchas aristas. Aquí, algunas para agregar a la discusión, porque hay bastante de desconocimiento, lobby, feminismo mal entendido, amarguras solapadas, y hasta perros que se salvaron.
- El defender la vida del que está por nacer no tiene nada que ver con que si se es o no creyente, o de tal o cual religión. Conozco gente que se golpea el pecho, y está de acuerdo con el proyecto actualmente en trámite. Conozco, por otro lado, agnósticos y ateos, que lo consideran una aberración. La vida es anterior a las religiones, es lo primero, donde parte todo. Por lo mismo, basta ya de esconderse en este falso argumento para descalificar a los que defendemos la vida de los que no han tenido la oportunidad de nacer.
- En estos tiempos, en que hasta la Presidenta utiliza la palabra “mina” para escudarse en el bulling que le estarían haciendo por sus “intuiciones”, y en que todo, por arte de magia, sería culpa del machismo, pregunto: ¿Qué ocurre si la mujer decide abortar en las dos primeras causales y su pareja no está de acuerdo? Van a decir, ¡pero es que el cuerpo es de ella! ¡No seas machista! Pero agrego, la guagua, ese ser humano, es de ambos. Ergo, ¿La mujer tiene mayor derecho sobre el nonato que el padre? ¿Qué ocurrirá si el padre no está de acuerdo? ¿Su opinión no vale? Piénselo.
- Un tema práctico. ¿Qué pasará con las Isapres y Fonasa? Qué tiene que ver, se preguntará usted. Mucho. Existían los planes sin útero. Hoy se cambió a planes de cobertura reducida en parto, que ofrecen el mínimo legal de 25% de bonificación, sea nacimiento natural o por cesárea. De convertirse el aborto en ley, ¿qué cobertura dará el sistema público y privado de salud a esta “prestación”?: ¿100%? ¿50%? ¿Nada? ¿Violación o malformación? ¿Comenzará una nueva estrategia para atraer clientes? ¿O para que se vayan? Suena kafkiano, pero se abrirá todo un nuevo mercado insospechado en torno a la muerte.
- Los perros salvajes en Chile (sí, los perros, leyó bien) fueron escuchados por el fuerte lobby de los dogslovers. Recientemente, el Servicio Agrícola y Ganadero suspendió la aplicación de la medida que permitía cazar a perros salvajes. Y es que el organismo dependiente del Ministerio de Agricultura indicó que ya no corre el artículo 6 del Reglamento de Caza, el cual buscaba dar muerte a “perros salvajes o bravíos, que se encuentren en jaurías, fuera de las zonas o áreas urbanas y de extensión urbana, a una distancia superior a los 400 metros de cualquier poblado o vivienda rural aislada”. Junto con ello, a partir de la primera quincena de marzo se constituirá una mesa de trabajo público-privada que escuche a todos los actores sociales y poder avanzar en la problemática que generan las jaurías de perros salvajes en el mundo rural. Buena defensa tuvieron los canes. Se salvaron. Para ellos se buscarán alternativas a la muerte.
Los puntos anteriores sólo buscan ilustrar algunas de las incongruencias y contradicciones que se están dando en nuestro país. Adhiero plenamente al espíritu que impulsa al proyecto de aborto en tres causales. Obviamente la sociedad aborrece la violación, nadie quiere poner en peligro la salud de la madre, o el trauma de tener un embarazo inviable. Pero si bien comparto el espíritu, creo que hay otras vías menos traumáticas para una mujer.
Primero. Penas duras y efectivas para violadores (a todo esto, si ya estamos cuestionando todo, ¿por qué tiene derecho a vivir él y no el ser humano que engendró?). Hoy, el Código Penal chileno castiga la violación con la pena de presidio mayor en su grado mínimo a medio, es decir, diez años y un día a 15 años. Un delito tan deleznable como éste debiera tener una pena de cadena Perpetua efectiva.
Segundo. Entregar mayores recursos económicos y humanos al SENAME y otras instituciones de adopción. Son muchas las parejas (se calcula que 350 mil son infértiles), viudos/as, divorciados y solteros que quieren ser padres… y niños que quieren una familia. Entonces, ¿por qué tirar al tacho de la basura a un ser humano si puede ser acogido por otros seres humanos?
Y lo más relevante. Acompañar a la mujer que lo está pasando mal. Que ve todo negro, sin salida. Entregarle apoyo sicológico y económico, para que a todo ese dolor no se sumen, además, otros costos. Se puede volver a nacer. Quedan heridas, pero creo que menores que el saber que uno abortó. En Chile nadie sobra. Incluyamos, no excluyamos. No puede ser que los perros estén ganando más batallas que los seres humanos que vienen en camino.
Rosario Moreno C., Periodista y Licenciada en Historia UC.