¿Se viene otro matiz? Una leve sonrisa da paso rápidamente a un rostro serio. El senador y presidente de la DC, Ignacio Walker, se toma unos segundos y responde: “Evidentemente que sí”.
Apenas se retome la actividad legislativa en marzo, uno de los proyectos que copará la agenda será el de interrupción del embarazo en caso de riesgo de la vida de la madre, inviabilidad fetal y violación, presentado a fines de enero por la propia Presidenta Michelle Bachelet.
Y tal como ocurrió con la reforma educacional durante casi todo 2014, se anticipa que la Democracia Cristiana volverá a marcar diferencias y a estar en la vereda opuesta a la de la Nueva Mayoría.
“Nosotros, como DC, vamos a colocar en este tema nuestro punto de vista, de acuerdo a nuestra identidad, en un doble entendido. Primero, tal vez no exista un tema desde el punto de vista moral tan importante, complejo y tan difícil como el aborto en nuestro tiempo y, por lo tanto, hay que evitar cualquier solución simplista. Lo segundo, creo que hay que sincerar los términos del debate, hay que llamar las cosas por su nombre, y quiero ser claro en esta materia: el proyecto de ley del gobierno, más que despenalizar la interrupción del embarazo en tres casos, lo que hace es legalizar el aborto en esos tres casos”.
Pero el proyecto habla de despenalizar. ¿Por qué usted dice que se busca legalizar? ¿Dónde estaría la diferencia?
Es que despenalizar es sólo impedir que se aplique la pena, por ejemplo, en el caso de violación, una mujer puede abortar y no va a ir a la cárcel, pero el proyecto, más allá de su nombre, le está permitiendo a la mujer abortar en el sistema público y privado de salud y, por lo tanto, no es un matiz, es una diferencia importante.
Se le está permitiendo abortar en tres casos definidos. ¿Cuál es el problema?
No, no hay un problema, es que una cosa es impedir que se aplique una pena y otra cosa es legitimar la intervención de un establecimiento de salud para abortar, para interrumpir ese embarazo y dotarlo de legitimidad.
Cuando se presentó el proyecto de reforma laboral, usted celebró el trabajo prelegislativo, destacó que se conversó con los partidos antes de dar a conocer el proyecto. ¿Con el aborto no pasó lo mismo?
Nada, acá no hubo trabajo prelegislativo. Yo, como presidente de la DC, fui informado del proyecto un día antes de que se presentara. Eso fue un error, porque tratándose de un tema tan sensible como este, tendría que haber habido una conversación al interior de la Nueva Mayoría para tratar de discutir ciertas ideas matrices. Eso no se hizo.
Cuesta creer que se le haya avisado sólo un día antes, porque la ministra secretaria general de la Presidencia, la encargada de relacionarse con el Congreso, Ximena Rincón, es democratacristiana. ¿Ella tampoco le adelantó los contenidos del proyecto?
Es que yo me imagino que acá hay una decisión del gobierno de actuar con secretismo. Pero, ojo, yo no culpo a la ministra Rincón, porque ella al menos tuvo la gentileza de avisarme 24 horas antes de que se iba a presentar el proyecto, pero eso, obviamente, no es trabajo prelegislativo. En todo caso, yo no quiero escudarme o buscar un pretexto que impida hacer un debate de fondo.
Hablando de buscar o no un pretexto, el presidente del PS, Osvaldo Andrade, les recordó que la DC aprobó e hizo campaña con un programa que incluía el aborto, por lo que ahora no hay excusas para no votar a favor del proyecto.
En el programa se propuso discutir y legislar sobre estas tres causales muy acotadas, y es exactamente lo que vamos a hacer. Quiero recordar que los senadores Andrés Zaldívar, Mariano Ruiz-Esquide, Jorge Pizarro y yo somos autores de un proyecto de ley que aborda el aborto en el caso cuando está en riesgo la vida de la madre y, por lo tanto, nosotros no vamos a eludir nuestra responsabilidad. La DC es un partido serio y responsable, creemos que en la sociedad chilena hay un ánimo de debatir y legislar sobre esto, y, claro, nosotros vamos a hacer nuestro aporte. Hay que debatir sin apuro y, sobre todo, no contar los votos antes de discutir el proyecto.
Hay quienes plantean que como el Congreso Ideológico de 2007 de la DC se manifestó contrario al aborto, en todas sus causales, los parlamentarios deberían votar en contra del proyecto, dado que se trata de la principal instancia del partido.
Como partido tenemos una postura de principios: la defensa del derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte natural. Por eso luchamos contra la dictadura de Pinochet, por eso contribuimos a abolir la pena de muerte y por eso somos contrarios a legalizar el aborto. Esa es la consecuencia de esta postura de principios. Ahora, eso no impide algo que está insinuado en el Congreso Ideológico, en el sentido de reconocer que hay ciertas situaciones particularísimas, de suyo complejas, que hay que enfrentar con una mente abierta y con un criterio restrictivo. Y, en ese sentido, yo creo que el proyecto acota bien lo que son esas tres situaciones. Y lo importante acá es no perder lo de fondo: la situación que viven las mujeres que toman decisiones límites, ante situaciones desgarradoras desde el punto de vista humano, de las cuales hay que hacerse cargo. No podemos ignorar el drama que significa para muchas mujeres haber sido violadas, correr el riesgo de su propia vida o enfrentarse a la realidad de un feto inviable, por lo tanto, tenemos que saber acompañar a las mujeres. Hay una necesidad de humanizar este debate.
Dos militantes de su partido, el ex diputado Eduardo Saffirio y el ex vicepresidente Sergio Micco, basándose en lo dispuesto por el Congreso Ideológico, plantean que se debería expulsar a quienes voten a favor del aborto.
Yo interpreto el documento de Eduardo Saffirio y Sergio Micco como un llamado a la coherencia y a evitar el voto en conciencia como una suerte de “chipe libre”, en clave individualista, y en ese sentido comparto los dos argumentos. Lo que corresponde es un discernimiento ético, personal y comunitario. Ahora bien, no estoy de acuerdo en dos cosas: una, en la contraposición que hacen entre organización partidaria y la conciencia, y tampoco comparto las referencias disciplinarias, incluida la posible expulsión del partido.
Para que quede claro, ¿usted no respaldaría sanciones como la expulsión a quienes voten a favor del proyecto?
No soy partidario de llevar este tema al plano disciplinario. Los temas valóricos atañen a la conciencia de las personas, y eso incluye la conciencia de los legisladores. Donde sí estoy de acuerdo con Saffirio y Micco es en que apelar a la conciencia no es sinónimo de “chipe libre”. Ahora, quiero decir lo siguiente: no sólo las sociedades evolucionan, los partidos también. Por ejemplo, en el Congreso Ideológico de 2007 hablábamos, y así está escrito, que el matrimonio es un contrato entre un hombre y una mujer, pero evidentemente que ese tema está evolucionando, y uno mira opiniones de diputados y senadores de la DC y ya se han abierto al matrimonio homosexual.
¿Y usted?
Yo soy partidario del matrimonio entre un hombre y una mujer. Creo que por su naturaleza jurídica el matrimonio es y debe ser un contrato heterosexual.
Entonces ahí habrá otro matiz con el gobierno, porque en el programa y la campaña Michelle Bachelet habló de matrimonio homosexual.
La invitación del programa es a hacer un debate en torno al llamado matrimonio igualitario, y lo que yo haré en ese debate es defender la tesis del matrimonio heterosexual, entre un hombre y una mujer. Esa es la verdadera naturaleza jurídica del contrato que conocemos como matrimonio. Y en la situación de las parejas homosexuales o heterosexuales que tengan una opción por formalizar esa relación, hoy disponen del Acuerdo de Unión Civil.
¿Es efectivo que el abogado Patricio Zapata, en su rol de representante de la DC en la elaboración del programa de gobierno, dejó una prevención de que el partido no estaba de acuerdo con legislar sobre aborto?
Eso es efectivo en un triple sentido: primero, al decir que este no era un tema para reforma constitucional, como se pretendía hacer. Segundo, que no es un tema para legislar en general, o sea, legalizar el aborto; y tercero, que con un criterio restrictivo se podían considerar situaciones excepcionalísimas. Y esta prevención quedó en las actas de la comisión sobre reforma constitucional.
¿Y usted sabía que él haría esa prevención?
Sí, absolutamente. El me informó que la haría y yo estuve de acuerdo.
Entonces, si existió esa prevención, y apelando a la lógica, el programa no debería obligar a los parlamentarios DC a votar a favor del proyecto.
Quienes plantean la discusión a partir de si el programa obliga o no obliga a los parlamentarios de la Nueva Mayoría, se equivocan. Lo que corresponde es reconocer que, en última instancia, la decisión final radica en la conciencia del legislador, sagrada e inviolable, recta e informada, más aún en temas como este porque, y que quede claro, en aborto no hay órdenes de partido, de gobierno y menos de programa de gobierno.
Ya, pero una cosa es decir que no se puede obligar a los parlamentarios a votar de una forma u otra, pero en la realidad ocurre que hay llamados desde el gobierno, presiones, eso ocurre.
En este caso, por ningún motivo. Lo que cabe es respetar la libertad del legislador. Y yo, como presidente del partido, y estoy seguro de que el próximo presidente también, me preocuparé de que los legisladores de la DC podamos votar en conciencia, sin que nadie nos obligue a hacerlo de una determinada manera.
¿Está de acuerdo con las tres causales de aborto que propone el proyecto?
A ver, yo creo que son causales de entidad distinta. Al interior de la DC existe un consenso bastante amplio en la necesidad de despenalizar la interrupción del embarazo cuando hay riesgo para la vida de la madre. En estricto rigor, desde el punto de vista penal, esto no es aborto, porque no hay dolo. El Código Penal sanciona al que deliberadamente interrumpe el embarazo. Aquí hay el sentido del doble efecto. Hay un efecto deseado, salvar la vida de la madre, y uno no deseado, que es consecuencia del anterior, que es la interrupción del embarazo. La inviabilidad fetal es un tema muy complejo, porque se refiere a las malformaciones incompatibles con la vida, por ejemplo, el feto anencefálico o descerebrado, que es una situación muy dramática, trágica. Y la tercera situación, la más difícil de todas, la más dudosa, a mi juicio. Ahí no hay una malformación, no hay riesgo para la vida de la madre, por lo tanto, hay que ser particularmente cuidadoso en el caso de la violación. Yo digo: “No añadamos a la tragedia de la violación el drama del aborto”. Y en ese sentido, en el caso de la violación, yo soy partidario de darle muchas vueltas y soy partidario de legislar dando verdaderas alternativas en materia de adopción. Soledad Alvear, y no creo cometer ninguna infidencia, me lo contaba en estos días, cuando fue ministra del Sernam hizo un programa para acompañar a niñitas de 14 a 18 años que habían sido violadas para darles la alternativa de la adopción.
¿Habría preferido entonces que el proyecto del gobierno no incluyera la causal de violación?
Derechamente, sí. Yo hubiese preferido contemplar sólo el riesgo para la vida de la madre y la inviabilidad del feto, pero sí soy partidario de despenalizar en el caso de la violación.
Los senadores de la DC van a presentar un proyecto en esa línea.
Así es, efectivamente. Varios senadores, asesorados por los abogados Alfredo Etcheberry y Luis Ortiz, tenemos un preproyecto ya escrito para asegurarnos de que una mujer que ha sido violada y que ha abortado no va a estar un día en la cárcel. Eso se llama despenalizar, en eso estamos de acuerdo, pero lo que hace el proyecto del gobierno es legalizar. Así es que genuinamente, en el caso de la violación, la Democracia Cristiana va a colocar su matiz.
Su hija Elisa, en su momento, hizo pública su experiencia frente al aborto. ¿Dicha situación influye en su postura ante el tema?
Por supuesto que sí, porque es algo que nos tocó familiarmente. Ella decidió junto a su marido continuar adelante con este embarazo, pese a que es partidaria de legislar al respecto. Y por eso digo que esta es una decisión personal, porque hay muchas mujeres que frente a esta dificilísima decisión tienen la conducta heroica de seguir adelante, pero también hay otras que se plantean interrumpirlo porque no están en condiciones de enfrentar un desgarro como ese. Por eso soy respetuoso de la decisión que toman mujeres como mi hija que, pese a que su embarazo era inviable, quiso seguir adelante, como también de las que optan por interrumpirlo. Y, por lo mismo, yo voy a votar a favor de la idea de legislar el proyecto, porque la ley no puede exigir a una mujer una conducta heroica, es decir, continuar con su embarazo pese a estar en riesgo su vida, que el feto sea inviable o que haya violación, por la amenaza de un castigo penal.(La Tercera)