Un reciente sondeo de la firma encuestadora Cadem, referida a la propuesta del alcalde de Las Condes, Joaquín Lavín, de construir un “edificio social” en terrenos comunales ubicados en la rotonda Atenas de Las Condes, reveló que, del 86% que se enteró de la iniciativa, un 78% está de acuerdo con ella. Sin embargo, los vecinos del lugar elegido expresaron públicamente su más decidido rechazo.
El sondeo parece mostrar que hay una mayoría social que, en principio, valora que el Estado dirija, apoye o subsidie acciones integradoras o inclusivas en materia de vivienda, en el entendido que habitamos en una sociedad que se aprecia desigual, segregada y desintegrada.
Y aunque según la misma encuesta, una minoría no comparte la idea o, al menos, no está de acuerdo con la fórmula planteada, es destacable el amplio consenso observado en la necesidad de mejorar el acceso de las personas de menos recursos a viviendas de mayor calidad y en sectores que presenten mejor calidad de transporte, seguridad y servicios de diverso tipo. Son, por lo demás, cualidades a las que, desde luego, aspiran todas las comunas del Gran Santiago y del país, incluidas las de menor tamaño y que, teniendo menos de 40 mil habitantes, no son hoy objeto legal de este tipo de iniciativas, decisión normativa que limita la oferta de suelos -ya escasos en las grandes ciudades- y que encarece artificialmente una más dinámica actividad de la construcción.
La segregación territorial, entendida como se ha abordado hasta ahora, no pareciera, pues, ser realmente el problema, sino, más bien, la evidencia que en aquellos sectores de la ciudad que el sentido común considera “segregados”, se vive en peores condiciones de calidad de viviendas, servicios y transportes, que en aquellos que se entienden integrados al desarrollo.
Desafortunadamente, no es este un problema de fácil solución, pues la segregación urbana es un tema de larga data y sus causas y consecuencias, muy bien diagnosticadas. Concurren a esta mala distribución espacial factores históricos, culturales, sociales, políticos y económicos. No es este un espacio adecuado para analizar todos aquellos aspectos, aunque la polémica iniciada como resultado de la propuesta del alcalde, abre oportunidad para poner “primero en la fila” la postergada revisión de las políticas de ciudad, planos reguladores, coordinación intercomunal, ciudades satélites, autoridad metropolitana, transporte y movilidad, servicios sociales disponibles, papel de la normativa y, en fin, el rol de las empresas constructoras privadas en este desarrollo.
Si bien iniciativas como las del alcalde Lavín tipo apuntan en la dirección correcta, su materialización “uno a uno” -sin una revisión integral del problema- tenderá a provocar las naturales reacciones de los cambios contraculturales que inciden en modos de vida, patrimonios y expectativas de los afectados por las decisiones de la autoridad, que, hoy más que nunca, exigen de participación ciudadana, sino que sus efectos finales en la superación global de la segregación urbana no serán significativos.
Un salto real en este sinuoso proceso exige de acuerdos público-privados de largo aliento que compatibilicen y coordinen múltiples aspectos políticos, legales, normativos, sociales, culturales y económicos que confluyen en la compleja “integración” urbana. Un trabajo como este, implica decisiones que van desde las políticas de macro regulación territorial regional, hasta el impacto de las grandes obras de infraestructura públicas y/o privadas, del transporte y servicios, de modo de contener la especulación que estos progresos inducen e impulsar un desarrollo armónico y extendido de múltiples polos de crecimiento urbano en toda el área metropolitana.
Se trata, en fin, de elevar la calidad de vida de los barrios actualmente “segregados”, a niveles de los “integrados”, interrelacionando así no solo la ciudad como un solo gran sistema, sino también su entorno rural, con más y mejores viviendas, transporte, servicios públicos accesibles y áreas verdes, todos factores que alientan mejor vida y una cada vez más orgullosa y progresista identidad local. (NP)
Antonio Jalaff