Intereses divergentes en la DC

Intereses divergentes en la DC

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La decisión de la Democracia Cristiana de no concurrir a las primarias de la Nueva Mayoría y anunciar que la senadora Carolina Goic será su candidata presidencial en noviembre no solo la enfrenta con los partidos de izquierda de la Nueva Mayoría: también arriesga enfrentar los intereses declarados del partido con la búsqueda de reelección que motiva a sus parlamentarios. Si para fines de agosto Goic se acerca al 15% en intención de voto, logrará disciplinar al partido detrás de su candidatura. Pero si para entonces todavía no llega a los dos dígitos en los sondeos, sus propios parlamentarios la abandonarán para alinearse tras un candidato presidencial de centroizquierda que ayude a impulsar sus aspiraciones de ser reelectos.

Porque la política siempre implica negociaciones entre principios e intereses, y dadas las condiciones de la cancha en la que están jugando, los partidos a menudo sufren la confrontación entre facciones que defienden principios y otras que defienden intereses. Los principistas sugieren que, a veces, para ganar, hay que primero perder. Los utilitaristas, en cambio, creen que el poder es como el capital: mientras mayor el poder inicial, mayor el poder que se puede generar. La tensión al interior del Partido Comunista en los primeros 20 años de democracia refleja a la perfección esta disputa entre principistas y utilitaristas. Gladys Marín fue consecuente en defender principios y nunca transó, pero tampoco logró que el PC llegara al Congreso; por el contrario, Guillermo Teillier, negociando políticamente, ha convertido a su partido en un actor político relevante en el Congreso, aunque en el camino tuviera que transar algunos principios.

Hoy la DC enfrenta una disyuntiva similar. La senadora Goic —que, por cierto, tiene su cupo en el Senado asegurado hasta marzo de 2022— se ha sumado a los principistas que creen que vale la pena arriesgarse a perder si es para defender todos los valores del partido. Pero hay otras voces, especialmente entre parlamentarios que van a la reelección dentro de seis meses, que advierten que el camino propio puede ser un suicidio que deje a la DC en una posición tan débil que no le permitirá defender principios donde realmente importa, en el Congreso.

Como las elecciones siempre están rodeadas de incertidumbre, es imposible saber con certeza si la candidatura de Goic será un saludo a la bandera o si la senadora por Magallanes tiene posibilidades de pasar a segunda vuelta. Es verdad que aceptar primarias para el 2 de julio implicaba ponerla a prueba antes de que tuviera oportunidad de desplegar su candidatura a nivel nacional, por eso tiene sentido que el partido decidiera evitarlas.

Pero saltarse las primarias no significa que Goic vaya a llegar inevitablemente a primera vuelta. A mediados de agosto se deben inscribir las candidaturas presidenciales. Para entonces —en 100 días más—, ella, la DC y el resto de la Nueva Mayoría tendrán más información para evaluar la viabilidad de su apuesta. Sólo entonces los principistas y utilitaristas sabrán si Goic tiene una chance de competir para pasar a la segunda vuelta. Si la senadora se fortalece en este plazo, generará entusiasmo en la militancia DC y logrará disciplinar a los legisladores utilitaristas que sólo aspiran a reelegirse, quienes verán en ella una buena plataforma para sus respectivos proyectos.

Si en cambio Goic no logra levantar, los parlamentarios DC que van a la re-elección y los aspirantes que quisieran ganar cupos en el Congreso y en los Consejos Regionales verán a la candidata como un obstáculo para alcanzar sus metas. Esos parlamentarios —que sufrieron una derrota ahora que la DC decidió saltarse las primarias— tendrán a mediados de agosto una inmejorable segunda oportunidad para abandonar un barco que pudiera no flotar, y entonces los utilitaristas podrán articular convincentes argumentos para sumar principistas a sus filas. Si bien el mejor de los mundos sería tener a un DC en La Moneda, la defensa de principios del partido se logra mejor con un contingente más numeroso de parlamentarios que con una candidatura presidencial simbólica que tiene cero chances de pasar a segunda vuelta.

Pero ese argumento tendrá mucho más peso en agosto que ahora. Por eso que el partido optó por darle más tiempo a Goic para que demuestre si tiene dedos para el piano de una candidatura presidencial y si es capaz de ganarse el apoyo de las personas. Si lo logra, disciplinará a la DC en torno a su candidatura. Pero si para agosto no lo ha conseguido, entonces la falange optará por bajar esa candidatura presidencial y negociar su apoyo al aspirante de la Nueva Mayoría a cambio de una razonable negociación por cupos en la lista de candidatos al Parlamento.

Luego, lo que pasó el fin de semana no es la muerte de la Nueva Mayoría, es solo una prórroga de 100 días para que la DC decida finalmente qué es lo que más le conviene. (El Líbero)

Patricio Navia

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