A pesar del dificultado acceso a Internet, cada día aparecen en las redes sociales nuevas fotos y vídeos de protestas en distintas partes de Irán, también en las universidades. El martes (04.10.2022), en la Universidad Ferdowsi, de Mashhad, la segunda ciudad más grande del país, estudiantes exigían la liberación de todos sus compañeros detenidos, especialmente de los de la Universidad Sharif, de Teherán.
Estudiantes de esta universidad capitalina de élite fueron detenidos el domingo en la noche, tras organizar una concentración pacífica en el campus. La Policía y las milicias rodearon el recinto mientras los estudiantes estaban adentro y dispararon contra algunos de ellos con escopetas de perdigones. También varios profesores fueron amenazados y golpeados con porras. No se sabe si hubo heridos o muertos. Según los medios de comunicación iraníes, al menos 37 estudiantes fueron detenidos.
VIOLENCIA MORTAL
La nueva ola de protestas fue desencadenada por la muerte de Mahsa Amini, de 22 años, que fue detenida por la «policía de la moral» iraní por no llevar su hiyab, como lo requiere la ley islámica, y poco después murió bajo custodia policial por razones aún desconocidas. Las fuerzas de seguridad intentan reprimir las manifestaciones con violencia. Según la organización Iran Human Rights (IHR), hasta este martes, habían muerto al menos 154 personas en las protestas, muchas de ellas por disparos.
«La solidaridad de los estudiantes con los manifestantes puede convertirse en un desafío para el poder del Estado», analiza el experto Hamidreza Azizi, de la Fundación de Ciencias y Política (SWP, por sus siglas en alemán), con sede en Berlín, en una entrevista con DW. Azizi trabajó como profesor asistente en la Universidad Shahid Beheshti, en Teherán, de 2016 a 2020.
Irán, un país con 84 millones de habitantes, cuenta con más de 200 universidades y escuelas superiores. Tradicionalmente, los estudiantes desempeñan un papel central en los movimientos de protesta del país. «Por ejemplo, durante la revolución de 1979, pero también después, en los movimientos de protesta de 1998 y 2009», dice Azizi.
«Los estudiantes aportan el apoyo intelectual y tienen el potencial de movilizar a diferentes grupos de la sociedad, porque ellos mismos proceden de todos los estratos sociales», afirma el experto iraní. El Estado es consciente del poder de los estudiantes, asegura.
PROTESTAS EN LAS ESCUELAS
Actualmente no existe un movimiento estudiantil organizado en el país islámico. Tras las protestas nacionales de 2009, se cerraron todas las asociaciones estudiantiles independientes, se prohibieron sus actividades y se detuvo a los principales miembros.
«Además, se aplicaron nuevas normas para la asignación de plazas universitarias», añade Hamidreza Azizi. «Se trata de hacer que el mayor número posible de jóvenes estudie en su lugar de residencia y, de este modo, permanezca bajo la supervisión de sus familias, en lugar de vivir en residencias universitarias, en constante interacción con otros estudiantes. Aunque los estudiantes no están organizados, no se debe subestimar su potencial, al igual que el de las protestas en las escuelas», advierte.
Para eso, «tendrían que abandonar el campus, los muros cerrados, donde pueden ser fácilmente rodeados, y unirse a los manifestantes en las calles e incluso asumir un papel de liderazgo», opina la periodista iraní Moloud Hajizadeh, en entrevista con DW. «Entonces, podríamos hablar de otra dimensión del movimiento de protesta con el potencial de provocar cambios mayores». (DW)