Hace un año Yonathan Simantov (37), su esposa, Tamar Kedem (36), y sus hijas Shahar (6), Arbel (6) y Omer (4) fueron asesinados brutalmente por el grupo terrorista Hamas en su casa del Kibutz Nir Oz, en el sur de Israel. Ellos fueron cinco de las más de 1.200 personas, niños, mujeres y ancianos que los terroristas asesinaron, mutilaron, violaron y quemaron. Además secuestraron a 251 personas, de las cuales 101 siguen cautivas en Gaza. Todo esto fue grabado por los terroristas, quienes se vanagloriaron de sus “logros”.
¿Qué hubiera hecho cualquier país frente a esta agresión salvaje? Obviamente, lo mismo que hizo Israel, defenderse.
Los ataques de Hamas fueron seguidos un día después por bombardeos de Hezbolá desde Líbano y más tarde por los hutíes desde Yemen y las milicias chitas de Irak y Siria, todos ellos financiados y comandados por el régimen de Irán, cuyo objetivo es la aniquilación de Israel y de los judíos.
Explicar el 7 de octubre por una supuesta “ocupación” israelí de la Franja de Gaza es una falsedad. Hace 20 años que Israel está en la frontera internacional, en las líneas del 67, a las que adhiere la mayoría de los países. En la Franja de Gaza no hay asentamientos, no hay un solo israelí, un solo judío, y a pesar de esto nos han atacado.
Pero además de sus actividades terroristas, Irán y sus proxies buscan socavar la legitimidad de Israel y cuestionar nuestro derecho a la autodefensa. Con este objetivo han desplegado una campaña de desinformación para diseminar la narrativa de un supuesto “genocidio”. Pero la acusación de genocidio carece de fundamentos, y de hecho Sudáfrica no ha logrado presentar pruebas para respaldar su caso ante la Corte Internacional de Justicia.
Desde el 7 de octubre Israel está ejerciendo el derecho y el deber de defender a su pueblo, mediante acciones selectivas contra los terroristas palestinos y sus bases de operaciones. Como en toda guerra, lamentablemente, hay víctimas civiles, que en el caso de Gaza se ven aumentadas porque Hamas utiliza escuelas, hospitales y mezquitas para realizar sus ataques, con total desprecio al pueblo gazatí, que está pagando el precio de la guerra. Para Israel, cada víctima civil es una tragedia, para el fundamentalismo islámico es una estrategia.
Israel, un Estado democrático que avala los derechos humanos, está enfrentando una guerra contra una dictadura fundamentalista y sus proxies, que oprimen a sus propios pueblos y pretenden exportar la ley islámica a todo el mundo.
En este escenario, países como Rusia, Venezuela, Cuba y Corea del Norte han entregado su apoyo a Irán. Y del otro lado, las democracias del mundo, encabezadas por Estados Unidos y los países europeos y latinoamericanos, están del lado de Israel. Estos últimos países también apoyan a Ucrania y al pueblo de Venezuela en sus luchas por la libertad.
La guerra no ha terminado, pero hemos logrado desmantelar gran parte de las capacidades de Hamas, Hezbolá y los hutíes. Israel, junto a sus aliados, seguirá enfrentando los desafíos de hoy y de mañana con resiliencia, unidad, determinación y fortaleza. (La Tercera Red NP)
Gil Artzyeli
Embajador de Israel en Chile.