Muchas compañías tienen la idea de que mientras más beneficios ofrezcan, mejor va a ser para los empleados, ya que van a tener incentivos para no irse a la competencia. Pero esto a veces puede transformarse en un círculo vicioso, cuando se da lo que se conoce como una jaula de oro.
¿Cuándo está una persona adentro de una jaula de oro? Cuando trabaja en un lugar en el que le es cómodo, donde tiene un alto sueldo, los mejores beneficios en cuanto a horarios, seguros, y todo tipo de bienestares que en la empresa del lado no tendría. Pero también este ejecutivo no tiene espacio donde crecer, ni incentivos para hacer un trabajo excelente y no tiene aspiraciones más allá de hacer lo mínimo necesario para mantener su empleo y los beneficios que vienen con él.
¿Cómo saber si se está frente a una jaula de oro? Los síntomas son un mal clima laboral, baja rotación y una compañía sin tiraje en la chimenea. Esto es poco sano, porque no deja que el mercado limpie la empresa. Además, despedir a una persona en esta situación tiene un costo gigantesco.
El problema de un ejecutivo en una jaula de oro es que, aunque tenga ganas de irse a otra empresa, no lo hace porque para él no vale la pena. La gente está amarrada por su plan de retención. No tiene ninguna motivación en su empleo actual, pero, al mismo tiempo, no se va porque económicamente no es lo más rentable. Una persona puede ser infeliz en su trabajo, pero aun así difícilmente se va a cambiar a otro que le ofrezca menos. ¿Qué hace entonces? Se queda infeliz en su jaula de oro para siempre, con cada día menos incentivos reales y creando un mal ambiente laboral.
Esto no significa que se debe dejar de ofrecer beneficios los que, por supuesto, son muy requeridos y absolutamente necesarios. Pero también se debe evitar esta paradoja porque las empresas necesitan a gente comprometida de verdad. Qué esté alineada, no amarrada.
La Tercera