La última vez que José Luis del Río Goudie concedió una entrevista fue en 2011, en el marco de la celebración de un nuevo aniversario de su colegio, el Saint George. El empresario, socio de Falabella y presidente del Grupo Dersa y de Inder, explica que sólo en muy pocas ocasiones ha interrumpido su habitual bajo perfil. “Me he resistido a dar entrevistas y las doy sólo para hablar de Endeavor, que ayudé a formar en Chile, y de mi querido colegio”, cuenta.
Decidió hacer una excepción a su autoimpuesta regla, porque le preocupa el clima de desencuentro y desconfianza que vive el país, donde los empresarios, dice, “hemos estado muy callados y veo que son muy pocos los que están hablando sobre el país. ¿Por qué los empresarios nos tenemos que quedar callados, como si fuéramos delincuentes? Al contrario, hacemos una contribución espectacular al país. Yo quiero hablar de Chile, porque está en una situación complicada, de tan poco diálogo, que siento casi un deber plantear mi visión”. Asegura que no le interesa la política partidista, sino la política con “P” mayúscula. Del Río no milita en ningún partido, pero se reconoce de sensibilidad DC. “Decidí que no era bueno mezclar política y negocios, y desde el 73 no milito en ningún partido, aunque todos asumen que soy DC, porque mi papá fue uno de los fundadores de la Falange, íntimo amigo de don Eduardo Frei Montalva”, cuenta.
Previamente, en su época universitaria en Ingeniería Civil Industrial en la Católica, Del Río sí tuvo una vida gremial política activa. Integró la JDC y formó parte del Mapu por poco tiempo.
El empresario recuerda ese período. “Fui presidente del Centro de Alumnos de Ingeniería, estuve en el movimiento 11 de Agosto de 1967 que se fundó por la reforma universitaria, que derivó en la famosa toma de la Casa Central de la Católica, donde fui el secretario general de la toma”. Ahí, menciona, descubrió su vocación por la administración, las empresas y el emprendimiento. “El hoy senador Carlos Montes era el jefe de toma, me llamó y me dijo que necesitaba alguien para que la organizara, desde la seguridad, alimentación y movilización. Ahí me di cuenta de que la ingeniería era útil”, relata.
Autodefinido como un demócrata, liberal, socialista y cristiano, integró el comando del No para el plebiscito de 1988. “Prestamos unos generadores eléctricos de Sodimac por si cortaban la luz. Llevamos calculadoras a las oficinas de Alejandro Noemi para llevar un cómputo paralelo al oficial”, rememora.
Desde el retorno de la democracia ha votado siempre por la Concertación, por razones más bien sentimentales, dice, porque tras el golpe de Estado un íntimo amigo suyo, Eugenio Ruiz-Tagle, fue asesinado. Aunque confiesa que en política económica muchas veces está al lado de la centroderecha. En la actual contienda presidencial apoyará a la carta DC, Carolina Goic, adelanta, y declara: “Me siento mucho más identificado con la Concertación y para nada con la Nueva Mayoría, lamento que entremedio se haya perdido el rumbo”.
¿Cómo lo ha hecho este gobierno?
Este gobierno no lo ha hecho bien, por todo el énfasis algo ideológico que tuvo y la mala implementación de las reformas, sobre todo al comienzo, con la dupla Arenas-Peñailillo. El ministro Arenas es el peor ministro de Hacienda que hemos tenido. Equivocadamente, afirmaba que haciendo la reforma tributaria iba a aumentar la inversión, qué gran error. Me habría gustado mucho que este segundo gobierno hubiera sido como el primero de Bachelet, cuando Andrés Velasco, Edmundo Pérez y la propia Presidenta condujeron al país con otra dirección, pero entremedio algo pasó.
¿Esperaba más de este gobierno?
Esperaba mucho más, me sorprendió y me decepcionó. Lamentablemente, había una expectativa de hacer algo mucho mejor, nos farreamos una oportunidad de hacer un país más desarrollado. También esperaba mucho más del gobierno de Sebastián Piñera. No voté por él, pero no me molestó que fuera elegido, porque dije: ahora viene un empresario, inteligente, con energía, capacidad de gestión, que va hacer las reformas necesarias. Pero estuvo demasiado enfocado en el micro management, me hubiera gustado verlo más como estadista. Yo espero que ahora, si sale elegido presidente, sea un estadista, que delegue y no pase llevando a sus ministros al pizarrón.
¿Cuál ha sido el principal error en materia económica de esta administración?
La reforma tributaria fue atroz, eso de demonizar el FUT es lo más tonto que ha habido. Parte importante del ahorro nacional venía del ahorro de las empresas. Hubo un mal uso del FUT, donde gente hizo trampa, pero el FUT no es el culpable. Es como vender el sofá de don Otto. Con la reforma vigente es mejor gastarse el dinero que ahorrarlo. Es lo mismo gastarse la plata en Miami, en viajes, que invertirlo en una empresa, es absurdo. Pero don Alberto Arenas aseguró que iba a subir la inversión y, en cambio, estamos creciendo al 1% o 1,5% cuando debiéramos crecer al 5%. A pesar de esto, hay personas que han hecho un esfuerzo destacable, como el ministro Valdés. Si no fuera por él, estaríamos mucho peor.
¿Cuál es el riesgo para Chile si este rumbo no se revierte?
Atomizarnos, desencontrarnos más, tener cada vez gobiernos de peor calidad. Quienes tenemos empresas sabemos protegernos, lo que me preocupa es la gran masa de clase media y de trabajadores que no tiene opciones y sufre con el deterioro económico y social.
¿Los empresarios chilenos podrían dejar de invertir en el país y hacerlo afuera?
No puedo opinar por los demás, porque nosotros en Falabella y en Inder seguimos invirtiendo con una visión de largo plazo. Pero, obviamente, los empresarios buscamos dónde tener mejores retornos y mejores empresas. Si hay un clima muy antiempresa puede ocurrir que paguemos nuestros impuestos finales acá, pero que los desarrollos los hagamos afuera. Lo que sería una lástima.
¿Ha habido un sesgo ideológico en demonizar el lucro y a las empresas?
Puede que sea ideológico, pero además es simplista. Es un simplismo vociferante. Las cosas son más complejas, son más delicadas. Es mucho más fácil irse por un cliché, una frase, una cuña. Alejandro Guillier es un genio para las cuñas, pero habría que meterse más adentro y discutir el fondo de los temas.
“El país se farreó a Ricardo Lagos”
¿Qué tenía la Concertación que no tiene la Nueva Mayoría?
La Concertación era una alianza entre dos grandes movimientos, el socialismo renovado y el socialcristianismo, era un anclaje de centro y centroizquierda muy equilibrado, pero este centro se fue al otro lado, con ideologismo, con gente con poca experiencia que quiso hacer todo rápido, con muy buena intención, pero con muy poca capacidad de implementar las reformas.
Los empresarios se quejan de que también ha faltado diálogo…
Eso ha faltado en todos lados.
¿Incluso en el lado empresarial?
Sí, porque los empresarios no hablamos, nos quedamos callados, queremos pasar piola y debe ser al contrario, hay que reivindicar el aporte que hacemos, sentirnos orgullosos de lo que aportamos al país.
¿Cuál es su diagnóstico de lo que ocurre en el país?
El país está en un estado de alteración, de ofuscamiento, de descalificación, de estigmatizar. Unos dicen: ustedes son los ricos chupasangre que explotan y le roban a todo el mundo. Yo partí de cero, sólo con una buena educación y todo lo que tengo es porque he trabajado y sigo haciéndolo. Todos cabemos en Chile, ricos y pobres. Cuando se dice que los jóvenes vociferantes son los buenos y los empresarios son los malos, o cuando los empresarios dicen que estos son izquierdistas incapaces, no le hace bien al país ni a la convivencia nacional. Tenemos que recuperar nuestra capacidad de dialogar, de oír qué piensa el otro, de conocernos, de tolerarnos y de trabajar juntos.
¿Por qué hemos llegado a este punto?
Falta liderazgo, buenos líderes políticos que puedan encauzar este diálogo nacional, tratar de marginar a los extremos vociferantes.
¿Hay alguien en el escenario político con esas características?
Había una persona extraordinaria que se llama Ricardo Lagos, un estadista de tomo y lomo, y lo que le hizo el PS es una vergüenza. Preferir estas minorías vociferantes o a Alejandro Guillier, que es lo más simpático que hay, pero al cual no le he leído ninguna idea de mediana profundidad. Tiene títulos bonitos, pero no le he escuchado ninguna idea concreta. Ricardo Lagos, en cambio, tenía un programa completo de qué hacer de Chile a 20 años. Me da pena que la mayoría de los políticos de hoy estén más interesados en servirse a sí mismos que en servir al país. Echo de menos a los líderes del pasado: Francisco Bulnes, Jorge Alessandri, Eduardo Frei, Bernardo Leighton, Patricio Aylwin, Aniceto Rodríguez, Raúl Ampuero y otros.
¿El país se farreó a Ricardo Lagos?
Sin duda. Me habría encantado que la carrera presidencial fuera entre Sebastián Piñera y Ricardo Lagos, dos grandes personas que tienen potencia, experiencia, tamaño, Lagos siendo un poco más estadista. Pero Sebastián es una persona bien intencionada, correcta y muy capaz.
¿Votará por Carolina Goic en primera vuelta?
Sí, por supuesto. Me encanta que tenga hoy posturas más claras que las que tuvo en el pasado, me encanta que vaya a primera vuelta y que no esté mirando las encuestas. Lo importante es el valor de lo que uno tiene que decir y lo que propone, y no cuánto marca. Me gusta que Carolina esté haciendo una campaña testimonial, es muy difícil que gane, pero no importa, me acuerdo que don Eduardo Frei fue cuatro veces candidato antes de ser presidente.
¿Y qué hará si en la papeleta de la segunda vuelta están Piñera y Guillier?
No votaré por Guillier de ninguna manera.
¿Le asusta que Guillier llegue a La Moneda?
Es que no tengo idea lo que va a hacer. No le he oído nada de fondo. Me da incertidumbre. Los empresarios queremos saber qué se va a hacer y con quiénes. Yo veo que Carolina Goic ha reunido un grupo importante de técnicos que la apoya. A mí no me asusta que volvamos a los tres tercios. No es malo que haya tres tercios, o cuatro cuartos, o cinco quintos, incluso me parece virtuoso. Yo soy de los pocos empresarios que siempre me opuse al binominal, porque polarizaba hacia la izquierda y la derecha. Y, además, era un oligopolio perfecto, al que la Concertación se acostumbró muy luego. Me encanta que vayan Beatriz Sánchez, Alejandro Guillier, Carolina Goic, Manuel José Ossandón, Sebastián Piñera, me parece fantástico que se desafíe a los incumbentes.
¿Y la irrupción de Beatriz Sánchez, que está creciendo en las encuestas?
No me preocupa. Estoy convencido de que no va a salir. Este es un país muy sensato, de centro. De centroderecha o de centroizquierda. Chile quiere desarrollo, crecimiento, inclusión y, por lo tanto, no me preocupa que haya tantos partidos o candidatos, porque sé que vamos a terminar o en la centroderecha o la centroizquierda.
¿Cuáles son los desafíos más importantes del próximo gobierno?
Hacer una reforma educacional buena. Es una brutalidad lo que se hizo con la reforma educacional. En vez de demonizar a los colegios privados, debieran haber partido por tener una educación pública de alta calidad. Más importante que la reforma universitaria y que hostigar a las universidades privadas, era empezar mejorando la educación primaria y secundaria con muy buenos profesores y directores. También es urgente mejorar la Alta Dirección Pública. Que tengamos funcionarios públicos bien calificados y que no sean sacados por el próximo gobierno.
¿Hay que reformar las reformas laboral y tributaria?
La tributaria sí, porque funciona mal. La reforma laboral más bien es una reforma sindical, donde además se les entrega el monopolio a los sindicatos establecidos. Pero tampoco se trata de llegar y botar todo lo anterior. Así como no me gustó la retroexcavadora de Quintana, tampoco me gustaría que ahora llegara otra retroexcavadora.
¿Qué errores ha cometido el empresariado?
Los empresarios han hecho una tremenda contribución al país. Desde los emprendedores más jóvenes hasta los grandes empresarios. Chile tiene un grupo de empresarios de lujo, por eso las empresas chilenas son líderes en varios rubros en Latinoamérica. Hay escándalos, pero no necesariamente son culpa de los empresarios. La colusión del papel, por ejemplo, a mí me duele mucho, tengo un gran respeto por Eliodoro Matte, pero es difícil controlar todo lo que pasa en las empresas, y si alguno de los ejecutivos quiere hacer algo que está mal, lo va a hacer. No les echemos la culpa de todo a los empresarios.
Usted dice que faltan liderazgos, ¿cómo lo ha hecho la dirigencia gremial?
Alfredo Moreno será un gran dirigente, lo conozco mucho. Era el vicepresidente de Dersa y director conmigo en Falabella, hasta que llegó la grúa de Sebastián Piñera y se lo llevó como ministro de Relaciones Exteriores. También tengo una gran opinión de Alberto Salas y del anterior presidente Rafael Guilisasti y de Juan Claro, que creo que han sido muy buenos.
¿Y qué le parece que Bernardo Larraín lidere la Sofofa?
Me parece muy bien. Es bueno que llegue gente más joven, es un hombre muy inteligente, que hará un aporte y pertenece a un grupo muy respetable, a los Matte. (La Tercera)