Dentro de la campaña de inclusión y de las nuevas políticas y orientaciones del Mineduc para la inclusión de la comunidad LGBTIQA+ en el sistema educacional, el INJUV invita a los jóvenes y niños a decidir, según su identidad de género, por cuál pronombre quieren ser llamados: ella, él o elle. Así, el Mineduc no solo busca generar el apoyo en el proceso de develación (“salida del clóset”) de cada niño o adolescente, independientemente de su edad —como recomiendan en el documento que se entrega a las escuelas—, sino el incentivar estos procesos, sin atender a la madurez de ese niño para problematizar aspectos tan trascendentales, argumentando una supuesta apertura a otras visiones, “superando las estructuras de pensamiento rígidas y estereotipadas”.
Además, entre los documentos que se ponen a disposición de las escuelas en la página del Mineduc está el documento “Orientación para la inclusión de las personas lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersex en el sistema educativo chileno” (2017), donde se incorporan supuestas situaciones de riesgo, que debieran ser evitadas. Entre ellas, que madres, padres o apoderados centren el ejercicio de su parentalidad en la reproducción de modelos binarios tradicionales, agregando el siguiente ejemplo: “Francisca y Gabriel son una familia ejemplar, se ven tan bonitos con sus hijos, así da gusto ver familias…”.
Con estas recomendaciones, el Mineduc atenta contra el derecho de los padres como primeros educadores de sus hijos y, peor aún, disfraza al Estado con una falsa neutralidad que le permitiría decidir, mejor que a los propios padres, qué es lo mejor para esos niños y qué visiones de mundo promover, sin atender a posibles consecuencias en el desarrollo del niño, o a la afectación de las creencias y valores de las familias.
Difícilmente la mejor forma de lograr inclusión y una sana convivencia en las escuelas sea pasando a llevar de tal manera los procesos propios de desarrollo, así como los derechos y libertades básicas de la sociedad. (El Mercurio Cartas)
Magdalena Vergara