La conflictividad aumenta y nadie se hace cargo

La conflictividad aumenta y nadie se hace cargo

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Comentando acerca de los hechos ocurridos en el mundo en la última semana, Fareed Zakaria, el más importante comentarista estadounidense sobre temas internacionales, resumió su opinión diciendo que “estamos ahora en el momento internacional más peligroso desde el fin de la Guerra Fría”. Zakaria no es un alarmista que se haga notar habitualmente por frases como esa, pero la semana no sólo había sido la más violenta de los últimos años, sino también la que reveló más claramente el descontrol en que se encuentra el sistema internacional, en medio de eventos como la guerra en Gaza, la invasión israelí de El Líbano, el bombardeo de Irán sobre Israel, las maniobras militares iniciadas por China en el territorio adyacente a la isla de Taiwán, los avances de las tropas rusas en el Donbas, el intento de expulsión de Israel de las Fuerzas de Paz de la ONU, la declaración del gobierno de Netanyahu de persona non grata del Secretario General de la ONU y las amenazas del líder norcoreano Kim Jong-un en contra de Corea del Sur.

Mientras la retórica de guerra sin fin se une a las guerras abiertas en distintos lugares del mundo y aumenta la destrucción y la muerte de cada vez más personas inocentes, crece en muchas partes la sensación de que no existe ninguna capacidad de controlar los conflictos y que, en cambio, en un momento se podría abrir paso a conflictos de mayor envergadura.

Hasta ahora los escenarios de mayor violencia están en el Medio Oriente y en el centro de Europa. Pero la guerra de Ucrania ya se acerca a los tres años, y ahora también se combate en Kursk, al interior de Rusia; y el conflicto Palestino es ya una guerra regional, que no sólo se combate en Gaza, sino también en El Líbano y otros países se arman para defenderse o participar en ella. Kim Jong-un rompe con la doctrina de su abuelo Kim Il-sung, que señalaba como principal objetivo de su país la reunificación de Corea, declarando que ahora Corea del Sur es el mayor enemigo de Corea del Norte. Los ejercicios militares de China y el despliegue de las Fuerzas Armadas de Taiwán se acercan entre sí y en cualquier momento podrían encontrarse.

En suma, los escenarios de conflicto son cada vez más candentes y aumenta el número de territorios en los cuales podrían estallar nuevos conflictos. Mientras los ya existentes se prolongan y endurecen. En el Medio Oriente ya están directamente involucrados, además de Israel y Gaza, El Líbano e Irán. Israel ha invadido El Líbano seis veces desde su fundación en 1948. Pero las primeras fueron breves y en esos momentos Naciones Unidas tenía la capacidad de obligar a Israel a retirarse. La más prolongada fue la de 1978 para obligar al retiro de la Organización de Liberación Palestina (OLP), objetivo que fue obtenido, pero dio origen a la formación de Hezbollah, cuyo jefe, Hasan Nasrallah murió en los bombardeos del mes pasado. Lo más conflictivo allí es que la población palestina es muy numerosa; 750.000 llegaron allí después de la “nakba”, la expulsión de palestinos que siguió a la formación del Estado de Israel y hoy esa población es hoy de más de un millón y muy ligada a los movimientos palestinos. Por lo tanto, la ocupación tiene probabilidades de ser tanto o más prolongada que la primera y además podría provocar una alianza israelí con los cristianos de El Líbano, dando lugar a nuevos hechos de violencia, como las matanzas de Sabra y Shatila de 1982.

En cuanto a Irán, ya está en el conflicto, tanto como financista de Hezbollah, la mayor milicia no estatal que se conoce en la región; como por los ataques recíprocos con Israel que seguramente seguirán. Lo más importante es evitar que otros países del área, Egipto, Jordania y Siria, que no quieren verse envueltos en el conflicto, sean obligados a ello, si el gobierno de Netanyahu los ataca.

La continuidad de la Guerra en Ucrania también es probable y seguramente depende de la capacidad del gobierno de Zelensky de mantener el apoyo de la OTAN, especialmente de Estados Unidos, a quien solicita contar con largo alcance, lo cual hasta ahora no se ha logrado, fundamentalmente porque el uso de esas armas hacia Rusia daría otra dimensión, mucho más peligrosa, al conflicto. Vladimir Putin ya ha dicho que la entrega de esas armas sería considerada una agresión a Rusia, con riesgo de provocar el uso de armas nucleares.

Hay muchas razones para calificar de peligrosa la conflictividad actual en el mundo. Hasta ahora los conflictos son regionales; implican la seguridad de Israel y también los países árabes, que, aunque apoyan la causa palestina, hasta ahora han evitado intervenir. Una extensión del conflicto en esos escenarios sería un golpe grave a la paz mundial. Las potencias mayores, especialmente Estados Unidos y la OTAN tienen capacidad de controlar la actitud de países clave, como Arabia Saudita, Egipto y los Emiratos, pero no pueden asegurar el mismo control sobre las acciones que decida Israel. Parece claro que la invasión de El Líbano fue conocida, pero no requería que Estados Unidos asintiera. En cuanto a Ucrania, que involucra a una “gran potencia”, su destino dependerá mucho de la elección en Estados Unidos y también de las actitudes de los países europeos, cansados de la guerra y divididos en cuanto a quien apoyar. Toda Europa está con Ucrania, pero en el Medio Oriente las posturas de países como España e Irlanda, que reconocen al Estado Palestino, difieren sustantivamente del apoyo decidido de Alemania a Israel.

Una escalada en el Asia, sea ella en Taiwán o en Corea, es la escalada que todos temen. Hasta ahora Estados Unidos y sus aliados están inquietos por la prolongación de la guerra en el centro de Europa, pero creen posible controlar la situación. En el caso de Israel se mueven hacia una solución negociada en la dirección de dos estados soberanos en Palestina; pero la irrupción de Irán ha complicado su postura, porque una escalada entre Irán e Israel podría desestabilizar a toda la región. Por ello, ante los anuncios de Israel de que aplicará represalias a Irán por los bombardeos en su contra, Estados Unidos ha aplicado sanciones a Irán, pero ha hecho saber a Israel que esperan que no se incluya a los yacimientos e instalaciones petroleras de Irán.

Si la situación en Taiwán o Corea se agravara, sería difícil tratarlo como un conflicto regional. Estados Unidos tiene compromisos con todos sus aliados en el Asia Pacífico de no permitir ni una acción contra Taiwán ni contra Corea y seguramente movería sus propias fuerzas para defender esos territorios. En todo caso, es poco probable que China vaya más allá de las maniobras que intentan afirmar soberanía; el riesgo mayor parece ser que Kim Jong-un realice alguna actividad bélica contra la República a Corea.

Finalmente, llama la atención la escasa capacidad de Naciones Unidas para mediar o resolver estos conflictos. La estructura política de la ONU, marcada por la presencia dominante de los cinco Miembros Permanentes del Consejo de Seguridad en cualquier negociación, ha demostrado ser completamente inadecuada para enfrentar problemas que requieren mediación y respecto de los cuales siempre hay la oposición de un miembro. Sin la presencia de la ONU, las crisis más pequeñas se agrandan y se prolongan. Y lo peor es que más países con sueños geopolíticos regionales, se sienten habilitados para ir unos contra otros, haciendo caso omiso del derecho internacional. (El Líbero)

José Miguel Insulza