La DCisión que viene

La DCisión que viene

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Para pronosticar qué ocurrirá este fin de semana en la junta nacional de la DC conviene mirar lo que ocurrió en la Cámara de Diputados hace una semana.

El próximo fin de semana el partido deberá definirse por el camino propio o por seguir en el tren de la Nueva Mayoría. El lunes pasado, por su parte, se votó el proyecto de ley de educación superior en la Cámara de Diputados. ¿Qué vincula a ambos acontecimientos? ¿Por qué el primero podría estar amarrado al segundo? Me parece que el debate sobre educación superior ha mostrado cómo la DC abandonó el liderazgo ideológico, ese que alguna vez guió los pasos de la vieja Concertación. Y ello se reflejará una vez más este fin de semana.

Hace una semana, la Cámara de Diputados aprobó la segunda versión del proyecto de ley de educación superior. El proyecto es definitivamente inconveniente: sigue predicando porfiadamente la injusta gratuidad; aumenta el control estatal por la vía de la burocracia, del proceso de acreditación y de la fijación de estándares uniformes; profundiza las discriminaciones en contra de familias que envían a sus hijos a universidades, IP o CFT distintos de los que integran ese eficaz grupo de presión que es el Cruch; etc.

Pero el problema para la DC es mucho más profundo… es la narrativa política que ha empapado al partido. Todo lo que dijeron los parlamentarios DC que intervinieron en el hemiciclo muestra una profunda adhesión a un ideario no muy distinto al de la izquierda de la “retroexcavadora”. Es cierto que hay matices: Camila Vallejo denunció el “libertinaje” que se instauró con la aprobación del CAE durante la administración Lagos. Yasna Provoste, si bien prefirió otro lenguaje, promovió los mismos objetivos. Así las discrepancias son en los tiempos más que en el contenido.

Como se sabe esto no fue así en el pasado. Hace algo más de 10 años la DC defendió el CAE con convicción. Alejandro Foxley, entonces senador DC, sostuvo que el vilipendiado CAE era un mecanismo adecuado pues rompía las discriminaciones del sistema antiguo. Por eso criticó sin pudor a los estudiantes que lo cuestionaban pues éstos, decía, “hacen uso de un sistema que funciona para ellos, pero que adolece de tres desigualdades básicas”. La primera, sostenía, son las mejores condiciones financieras a las que acceden; la segunda es que discrimina a los estudiantes de clase media de las universidades Cruch; y la tercera es que discrimina a los “outsiders” como les llamó, esto es, los estudiantes de universidades privadas nuevas, de CFT e IP. Y el ex senador Moreno, otro histórico DC, sin ambigüedad defendió la iniciativa señalando que el CAE “no se trata de privatizar la educación ni de ‘bancarizar’ el acceso al nivel universitario”. Solo busca, concluyó, allegar el máximo de recursos para aumentar el acceso a la educación superior.

El ideario DC de hace una década no resuena hoy cuando se debate de educación superior. Lo mismo ocurre en otras materias. Y si hace una semana los diputados DC optaron por subirse al coro de la izquierda más dura en un proyecto de ley, ¿por qué no pasará lo mismo este fin de semana en la junta nacional? (La Tercera)

Sebastián Soto

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