El Partido Socialista está viviendo un momento de estrés político derivado de la concurrencia simultánea de tres situaciones que por sí solas son desafiantes, pero en conjunto constituyen un cuadro de alta tensión.
Se trata de la constitución de su Mesa Directiva, que por su tradicional procedimiento indirecto de elección genera fuertes tensiones internas, hoy focalizadas en la disputa por la secretaría general del partido; la obligación de decidir antes de que termine abril si participan en la primaria presidencial con candidatura propia o apoyan a Carolina Tohá; y, como si faltaran motivos de preocupación, el Tribunal Constitucional decidió la destitución de la senadora Isabel Allende, hija del referente principal del socialismo chileno, expresidenta del partido y destacada parlamentaria socialista por más de tres décadas.
A pesar de la amplia mayoría del fallo del TC (8-2) y que pocos juristas discutían la transgresión constitucional que lo provocó, el foco de la reacción política del PS ha sido el apoyo al fallo de las dos ministras designadas por el presidente Boric, como si se tratara de una agresión del Frente Amplio al Partido Socialista, con posibles consecuencias políticas.
Se ha reforzado la tendencia hasta ahora muy minoritaria de no concurrir a las elecciones parlamentarias en lista con el partido del presidente, se ha puesto en duda el apoyo a la candidata del FA a la presidencia de la Cámara de Diputados e incluso han surgido voces que plantean ir directo a primera vuelta con candidatura propia rompiendo con el gobierno.
Es fácil entender el dolor y tristeza de los socialistas por el abrupto final de la extensa carrera política de una de sus principales figuras y también su frustración y enojo porque los principales perjudicados por esta iniciativa gubernamental son precisamente los socialistas, pero es difícil comprender la teoría conspirativa que han desarrollado y menos aun las destempladas derivadas políticas que está generando.
El Tribunal Constitucional tiene diez integrantes: tres nombrados por el presidente de la República (Miguel Ángel Fernández por Sebastián Piñera y Daniela Marzi (su presidenta) y Nancy Yáñez por el presidente Boric), tres por la Corte Suprema (María Pía Silva, Mario Gómez y Raúl Mera, la primera era demócratacristiana, los otros de la carrera judicial), dos por la Cámara de Diputados (Alejandra Precht, propuesta por la DC, y Marcela Peredo, por RN) y dos por el Senado (Héctor Mery, propuesto por la UDI, y Catalina Lagos, por el PS).
Es un despropósito imputarle intención de dañar al Partido Socialista y a la familia Allende a las dos representantes del presidente cercanas al Frente Amplio, porque la destitución habría sido aprobada aun sin su apoyo, pues las dos ministras vinculadas a la Democracia Cristiana también la votaron favorablemente. Si no se produjo la alineación política previsible gobierno/oposición es porque la transgresión constitucional era demasiado evidente y la única sanción posible era la destitución de la senadora.
Aprecio el desempeño político de Isabel Allende como parlamentaria por 31 años y en el exilio junto a su madre, comparto la tristeza que genera en la familia socialista, pero no puedo compartir la actitud negacionista del flagrante error cometido, tanto del PS como del gobierno.
La resolución del tema interno -la elección del secretario general- y la decisión presidencial del PS pueden estar estrechamente vinculados. En un debate donde uno reclama que se cumpla el acuerdo previo de que la secretaría general sería para el sector que eligiera más miembros en el Comité Central y el otro exige que se respete el hecho de tener más votos personales, inclinará la balanza la presidenta del partido y su corriente interna, el Tercerismo. Es muy probable, entonces, que el arbitraje sea favorable a Camilo Escalona y ello redunde en la proclamación de la presidenta del PS como candidata presidencial a las primarias oficialistas.
El Partido Socialista sin duda ha sido un puntal del gobierno de Boric, a veces más alineado incluso que el propio partido del presidente, con participación protagónica en el gabinete ministerial, importante respaldo en la Cámara de Diputados y decisivo junto al PPD en el Senado. Sin embargo, ya no es un partido grande. En la elección de diputados de 2021 obtuvo 5,44% de los votos y eligió 13 diputados (8,4% de la Cámara), por debajo de RN, la UDI, Republicanos, el Frente Amplio y, en votación, también por debajo del Partido Comunista.
En la elección de concejales de 2024 también fue el quinto partido más votado, con 6,1%, eligiendo 215 concejales (9,5% de los 2.256). Lo mismo en la elección de Cores, con 6,4% de los votos, por debajo de la Democracia Cristiana. Tiene mayor número de alcaldes que los demás partidos de gobierno, pero muy pocas comunas grandes (San Bernardo, Talcahuano, PAC, El Bosque y Quinta Normal), se ha ido convirtiendo progresivamente en un partido de comunas medianas y pequeñas, predominantemente rurales.
Convengamos, sí, que en un escenario tan fragmentado como el nuestro, el PS se yergue como un actor principal, reforzado además por su nutrido elenco de liderazgos con trayectoria gubernamental y parlamentaria, mucho mayor que el del Frente Amplio y el PC.
Ir directo a primera vuelta con candidatura propia y salirse del gobierno son, sin duda, excesos propios de la ofuscación inicial generada por la decisión del Tribunal Constitucional y son hipótesis que ni siquiera adquirirán estatus de debatibles en las instancias directivas del PS. Lo que recibieron como una “agresión al partido de Allende” ha conectado con el chovinismo partidario atávico del socialismo criollo, que los hace verse y sentirse más poderosos de lo que son, en una escena política de partidos débiles. Algo así como en el país de los ciegos… Asumiendo equivocadamente que las decisiones de los partidos políticos siguen teniendo la incidencia de antaño en la ciudadanía.
Envalentonados por una elección interna en la que participaron presencialmente 16 mil militantes y con su presidenta empoderada porque un tercio de ellos le entregó uno de sus votos (en el PS se vota por un hombre y por una mujer para asegurar la paridad en todas sus instancias), y con el sentimiento de que el partido debe defenderse de la supuesta agresión de la que fue objeto, presumiblemente prospere la idea de presentar candidatura propia a la primaria presidencial. La encrucijada es compleja y obviamente la decisión que tomen les traerá consecuencias.
Porque deben elegir entre reforzar con su apoyo la candidatura de Tohá para asegurar su triunfo en la primaria, haciéndola suya, tarea fácil por ser la hija de un destacado ministro socialista de Salvador Allende y por la debilidad del PPD, o bien presentar la candidatura de la presidenta del partido, Paulina Vodanovic, asumiendo el riesgo de no lograr entrar en la competencia de la primaria obteniendo un resultado marginal.
Paulina Vodanovic tiene una sola participación en elecciones, la senatorial de 2021 en la Región Metropolitana, donde llegó en undécimo lugar con 2,68% de los votos. En ninguna encuesta aparece mencionada por la gente como preferencia presidencial y cuando se le ha puesto como candidata en hipótesis de primarias, sus resultados no son muy halagüeños. En la reciente encuesta de La Cosa Nostra aparece en 8° lugar detrás de Alberto Undurraga con 1% y en Cadem de la primera semana de marzo marca 2%, arribando 6° entre 7 candidaturas. Es muy difícil que en 60 días este posicionamiento electoral se modifique de manera relevante.
La primaria presidencial del oficialismo estará muy probablemente polarizada en la disputa entre las dos ministras de Boric, Tohá y Jara, y quizás Gonzalo Winter y el Frente Amplio logren existir con su diferencia generacional y política. Lo mismo que ME-O, si decide participar en lugar de ir directamente a primera vuelta.
Pero la candidata del PS, a mi juicio, tiene por delante dos resultados probables. Obtiene suficientes votos para provocar el triunfo de la candidata comunista, o consigue una votación tan escasa que Tohá resulta ganadora sin necesidad del apoyo de la directiva socialista.
Ambos escenarios son igualmente malos para el PS. Porque su tamaño e influencia se reduciría significativamente respecto de su realidad actual. El riesgo que corre es que si no logra modificar significativamente la situación de hoy, pasará desde el lugar de partido principal de la coalición de gobierno al de partido accesorio después de no incidir en el resultado de la primaria o hacerlo en el sentido contrario al de sus objetivos. (Ex Ante)
Pepe Auth