El Presidente Gabriel Boric, ha hecho de su apoyo a la causa palestina un sello distintivo de su carrera política. Desde sus tiempos de estudiante, no ha ocultado su crítica hacia Israel, calificando sus acciones en los territorios ocupados como “crímenes de lesa humanidad” y expresando solidaridad con el pueblo palestino.
En nuestro país, donde reside la mayor comunidad palestina fuera del mundo árabe, este posicionamiento ha resonado en algunos sectores, pero también ha generado críticas y un creciente deterioro en sus relaciones con la comunidad judía.
Como Diputado votó en contra de que se le concediera la nacionalidad por gracia al Gran Rabino.
En 2019 el mandatario reaccionó con dureza cuando la comunidad judía le regaló un frasquito de miel tradicional en la celebración del Rosh Hashaná, el año nuevo hebreo.
Les manifestó que le dijeran al Estado de Israel que devolviera los territorios ocupados y condenaran la ocupación ilegal de palestina. Tratando a los dirigentes de la comunidad como agentes o recaderos del gobierno israelí.
Agravio diplomático
En 2022 Boric rechazó recibir las credenciales diplomáticas del embajador de Israel, como una señal de protesta por la muerte de un menor palestino a manos de fuerzas israelíes.
Este acto impulsivo e inédito en la diplomacia chilena, fue criticado por sus propios colaboradores más cercanos, incluyendo a la entonces ministra de relaciones exteriores que no estaba informada.
Agregando el “insulto a los efectos propios del delito” el embajador que había sido citado y estaba en la sala de espera de La Moneda, se tuvo que retirar, habiendo sido objeto de un vejamen en frente del resto de sus colegas que se encontraban allí con el mismo propósito.
Invasión de Gaza
Todo esto ocurría mucho antes de que estallara la guerra en Gaza con las trágicas consecuencias que todos conocemos. El “genocidio” del que se acusa a Israel ante la Corte Internacional de Justicia aún no se había producido, como tampoco el ataque terrorista palestino del 7 de octubre que dio origen a la guerra.
El ataque de Hamas trajo como consecuencia el retiro indefinido del embajador chileno en Tel Aviv y el retiro de la invitación a Israel a la FIDAE, pese a que es uno de los principales proveedores de material bélico del país. Además, Chile se hizo parte de la demanda sudafricana por genocidio ante la CIJ.
El último episodio en esta saga de desencuentros ocurrió hace unos días en una reunión de celebración de navidad con la comunidad palestina, en la que, un Boric sonriente recibió de regalo una polera con la inscripción “From the river to the sea”.
La frase “del río al mar” es un lema históricamente usado por los movimientos palestinos más radicales, como parte de una retórica que explicita su intención de hacer desaparecer a Israel y establecer un estado palestino que abarque toda el área comprendida entre el río Jordán y el mar Mediterráneo.
Es un lema asociado principalmente con organizaciones terroristas como Hamas. Hezbollá y la OLP (organización para la liberación de Palestina).
Considero eso un grave error y descriterio de los lideres de la comunidad Palestina pues envían una señal equivoca: que están en contra de la existencia de Israel y que la única solución para el conflicto es la resistencia armada lo que equivale a promocionar el terrorismo contra los judíos.
En ese contexto no hay soluciones diplomáticas y pacíficas; además, contradice la política impulsada por chile desde siempre, incluyendo al actual gobierno que suscribe la tesis de los dos Estados, uno Palestino y otro judío, conviviendo en paz dentro de fronteras seguras y reconocidas.
Doble estándar
No es la primera vez que Boric se mete en problemas por recibir poleras y por eso se puede afirmar que se tropezó dos veces con la misma piedra. Ya tuvo que pedir excusas por exhibir sonriente una que celebraba el asesinato del senador Jaime Guzmán, ocurrido en democracia.
Su critica a las políticas del gobierno de Israel, en particular a las operaciones militares en Gaza, no pueden ser identificadas con un sentimiento antijudío. La condena a las violaciones a los Derechos Humanos y sufrimiento de la población civil no tiene porqué vincularse a prejuicios contra un grupo étnico o religioso. No es sinónimo de odio hacia una nación o un pueblo.
Sin embargo, el Presidente, a ratos, parece confundir ambas cosas, manifestando un claro doble estándar, teniendo un trato desigual y discriminatorio hacia la comunidad judía. Como si la estuviese haciendo corresponsable de lo que pasa en el Medio Oriente, de las acciones de un gobierno extranjero. Que es por lo demás uno de los infundios más utilizados del antisemitismo, en el sentido de que existiría una “lealtad “incondicional hacia Israel por parte de la comunidad.
La castiga, le aplica una especie de “ley del hielo”, no responde a sus invitaciones, rechaza airado sus obsequios y le manda “recados” al gobierno de Netanyahu por medio de sus dirigentes.
Asume, erróneamente que todos los chilenos de ascendencia judía comparten las políticas del gobierno israelí.
Lo que contrasta con el trato respetuoso y cordial (como debe ser) que mantiene con las organizaciones representativas de la comunidad palestina, con las se reúne, comparte y celebra regalos con mensajes que llaman a la desaparición del Estado de Israel.
Nunca les ha recriminado nada, pese a que fue Hamas el que perpetró el atentado terrorista en territorio israelí, que provocó la guerra, y en el cual fueron asesinadas, secuestradas y violadas casi dos mil personas inocentes de distintas nacionalidades, incluyendo niños.
El cambio en la guerra
En los últimos meses la situación en el Medio Oriente ha cambiado radicalmente. El denominado “eje de la resistencia” integrado por Irán, Siria, Hezbolla, Hamas y Yemen, actuando como proxis de los Ayatolas, está muy disminuido, agónico.
Israel ha destruido las defensas antiaéreas iraníes, debilitado sustancialmente la capacidad militar de Hezbolla y de Hamas. Por eso, fueron incapaces de acudir al rescate de Bashar-Al-Assad lo que provocó su estrepitosa caída.
La pérdida de Siria es un golpe mortal para Hezbolla y Hamas, pues Siria era el puente, el cordón umbilical, que permitía a Irán él envió constante de armas para Hezbolla y Hamas.
El panorama para la causa palestina es sombrío. El sueño de los dos estados ha retrocedido cincuenta años gracias al insensato ataque del 7 de octubre de 2023, que costó la vida de cientos de miles de civiles inocentes.
Israel y Netanyahu están hoy muy fortalecidos. Pese a todo lo ocurrido, ningún país árabe rompió relaciones diplomáticas en solidaridad con Hamas.
Donald Trump es un aliado incondicional que acaba de designar como embajador en Israel a Mike Huckabee, un fanático para el cual no existen territorios ocupados ya que toda la zona que llaman Samaria y Judea les pertenece a los judíos, por derecho divino. (Ex Ante)
Jorge Schaulsohn