La nostalgia del califato: Turquía a los 100 años como república

La nostalgia del califato: Turquía a los 100 años como república

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El 29 de octubre de 1923 se realizó la declaración de la república en Turquía, donde su primer presidente fue Mustafá Kemal Atatürk. Nombre compuesto durante su vida, ya que su nombre original era Mustafá; Kemal, que significa “perfección o madurez” fue un sobrenombre puesto por un profesor de matemáticas por sus cualidades intelectuales y Atatürk o “padre de los turcos” que le fuera otorgado por la Asamblea Nacional.

La conmemoración de los 100 años de la república es un evento geopolítico portador de futuro clave. El análisis de la situación actual y sus proyecciones tienen impacto directo en la agenda internacional.

El kikck off  lo dio hace un siglo Atatürk, un general que pasó de luchar en el Ejército otomano durante la Primera Guerra Mundial a ser el fundador de la República de Turquía, con una clara influencia e inspiración en las ideas liberales de Europa occidental, su cultura, desarrollo industrial y económico que, basado en seis reformas logró impulsar una Turquía secular, dejando un legado que cambió para siempre la identidad nacional del otrora imperio.

Las seis reformas o también conocidas como las seis flechas del logo de su partido político, son la base ideológica del Kemalismo: republicanismo, nacionalismo, populismo, estatismo, secularismo y reformismo. El pensamiento de Atatürk era organizar un Estado – Nación modelo occidental, republicano y secular, desechando el legado y estructura imperial, multiétnica e islámica, por ser la principal causa de la caída del Imperio Turco Otomano; el Kemalismo buscaba alejar a la población de la umma o nación islámica por medio del nacionalismo, con una fuerte identidad turca para acercarlos a Occidente. Por ello, el 3 de marzo de 1924 la Asamblea Nacional de Turquía abolió el cargo de califa, siendo Abdülmecid II el último califa otomano, enviado inmediatamente al exilio junto al resto de los miembros de la dinastía otomana.

Para entender la profundidad de las reformas que llevó a cabo el Kemalismo, es necesario recordar que el Imperio Turco Otomano, con una duración de 623 años, marcó fuertemente la historia universal y la conformación política y fronteras en Europa, Asia y África. Teniendo en este periodo como adversarios y competidores, a los reinos cristianos de Europa y al Imperio Ruso y logrando, entre otros hitos, el trofeo de haber puesto fin a los 1.058 años del Imperio Romano de Oriente (Bizantino) con la conquista de Constantinopla el 29 de mayo de 1453, la actual Estambul.

Por ello, la llegada de Atatürk al poder significó las reformas más profundas en seis siglos, donde solo destacaré las que a mi juicio, están volviendo al revisionismo por los nostálgicos del Califato: cierre de las escuelas religiosas y abolición de la Sharia (ley religiosa), prohibición del fez masculino y el velo islámico femenino, igualdad de derechos entre hombres y mujeres, declaración de la Iglesia/Mezquita de Santa Sofía como museo, declaración de laicidad del Estado, sustitución del alfabeto árabe por el alfabeto latino,  la llamada a la oración y las recitaciones públicas del Corán en turco y no en árabe y la proclamación del domingo como día de descanso.

La nostalgia del califato pareciera que llega de la mano de Recep Tayyip Erdoğan, actual presidente de Turquía y ex primer ministro (cargo abolido el 2018), quien ha estado en el poder durante los últimos 20 años y, conforme al resultado de las últimas elecciones, continuará hasta el 2028.

Erdoğan, inició una marcha en retroazimut al camino de Atatürk. Al respecto, anuló la prohibición de usar el velo islámico femenino y ha señalado que el principal papel de las mujeres es “ser una madre y una esposa ideal”. Es cercano a los Hermanos Musulmanes de Egipto y firme defensor de causas islámicas, en particular en el conflicto palestino-israelí. Quizás lo más icónico fue cuando en 2020 reconvirtió la catedral de Santa Sofia de museo a Mezquita nuevamente.

Si bien Turquía es un miembro activo de la OTAN, no ha podido ingresar a la Unión Europea, principalmente por este retorno de Erdoğan al islamismo, su estrecha relación con Putin, Xi Jinping y Raisi, como también por las decisiones adoptadas por el fallido golpe de estado el 2016; Erdoğan inició después del golpe una fuerte represión a la oposición, con el encarcelamiento de miles de personas, incluidos periodistas, políticos y personas de etnia kurda.

Desde que se inició la guerra entre Hamás e Israel el pasado siete de octubre, Erdoğan ha mantenido un discurso beligerante antiisraelí, con duras palabras para Benjamín Netanyahu, señalando que Israel es un estado terrorista. En otras intervenciones ha desafiado a que Israel “declare públicamente si tiene o no armas atómicas”, indicando que “ellas no les servirán de nada y que el fin de Netanyahu está cerca”.

La postura del líder turco, sabiendo que cuenta con un mandato constitucional por los próximos cinco años, requiere la atención y escrutinio internacional. Con el desarrollo de dos guerras de gran impacto mundial, como son las de Ucrania y Gaza; en la primera, Turquía pretende ser un mediador neutral e imparcial y en la segunda deslegitimar a Israel y revitalizar la causa palestina en el mundo árabe. Esto solo lo puede realizar ya que ostenta un poder político y militar desequilibrante en esa región; sin embargo, en lo político ideológico y emocional, Erdoğan como ferviente musulmán, mantiene y acrecienta la nostalgia del otrora Califato Otomano y la frustración de no ser aceptado en la Unión Europea, pero si requerido por la OTAN para frenar a sus amigos de Rusia. (Red NP)

Rubén Segura F.

General de División (R), es profesor de Pensamiento Estratégico en la Universidad de Concepción (DAIPE) y fue Director del Centro de Estudios e Investigaciones Militares (CESIM).