Chile. Un país que gracias a su resiliencia ha sido capaz de enfrentar grandes crisis y unirse para ayudar a quienes más lo necesitan. Solidario siempre. Dispuesto a suplir al Estado cuando no responde de manera rápida. Organizado desde la sociedad civil para obtener esas respuestas y sacrificado a concho para que las nuevas generaciones puedan alcanzar lo que las mayores no pudieron.
Ese es Chile, resiliente, solidario y de esfuerzo. Tres características que forman nuestro ADN y que deben estar en el centro de todas las propuestas de quienes busquen liderarnos, de no ser así esa estructura que nos permite avanzar se terminará por romper y la crisis será mucho más profunda.
Las nuevas informaciones sobre el caso Monsalve sólo dañan esa columna vertebral. La poca transparencia que ha tenido el gobierno y las dudas que surgen entorno a su liderazgo y las instituciones abusan de esa resiliencia. El chileno es capaz de resistir las catástrofes que cada cierto tiempo afectan al país, puede levantarse de crisis económicas, la pandemia global no los detuvo, pero que los políticos que están a cargo estén preocupados de ponerle un velo de oscuridad a un escándalo institucional como esté puede tumbarlos.
Si la solidaridad nos permite unirnos para ayudar a quién más lo necesita, el hecho de que quienes nos dirigen estén focalizados en un solo chileno que ya no forma parte de su equipo rompe la unidad que caracteriza al país.
Todos los políticos son iguales, no importa quien salga si igual tengo que levantarme a trabajar al otro día… frases que vienen del cansancio de respuestas egoístas que parecieran no estar interesadas en liderar un país, sino que en alcanzar su propio beneficio.
El papel resiste mucho y quienes hoy nos gobiernan en su programa ponían a Chile al centro, el problema es que al pasar a la acción olvidaron por completo eso. El desafío es que siempre Chile esté primero y que las propuestas para pasar a la acción nazcan de ese ADN, de entender lo que se necesita y de lograr transmitir una sola cosa: Esperanza.
Desde los fallidos ejercicios constitucionales que los ciudadanos buscan esperanza. Votan por uno u otro bloque buscando esa esperanza de que esta vez será distinta, algo que no han podido encontrar hasta hoy.
Esa diferencia es la que hay que marcar y para eso se requiere de la recuperación de ese relato basado en el ADN de Chile y que se encuentra en esa bandera, especialmente, esa bandera rota después de una catástrofe que simboliza la unidad de un país para reconstruir uno mejor.
No hay que buscar recuperar el Chile que teníamos, eso no es posible ni tampoco una buena propuesta. Como esos chilenos parados sobre su propiedad luego de un terremoto o incendio, se debe buscar proponer un Chile distinto, uno que mire al 2050 y que desde su ADN presente respuestas diferentes, disruptivas, novedosas, respuestas que construyan un nuevo Chile, que tome la esperanza de cado uno de nosotros y que la transforme en el combustible multiplicador de la resiliencia, solidaridad y esfuerzo. Sólo así, ganaremos todos. (El Líbero)
Pilar Lizana