Las cancillerías prestan gran atención a los resultados electorales de países vecinos. Tal es el caso de la contienda presidencial en Argentina, donde el domingo pasado resultó electo Javier Milei.
En nuestra región, los programas presidenciales en materia de relaciones exteriores suelen ser escuetos. Tampoco se trata de una materia que sea objeto de debates ni tiene la envergadura como para definir una elección. Por ello, lo que conocemos de la política exterior de Milei, es muy general. Se ha ido develando a través de declaraciones polémicas respecto de ciertos personajes -”el Papa está al lado de dictaduras sangrientas”- o países -”no haremos negocios con ningún [país] comunista”- pronunciadas en el vértigo de la campaña electoral. Tambien se trasluce una cercanía con la corriente abierta por Trump, marcada por sus cuestionamientos al rol de Naciones Unidas y el escepticismo climático. En esta línea, la decisión de Milei de realizar su primer viaje como presidente electo a EE.UU. e Israel, aun cuando sea por “connotaciones espirituales”, dan indicios de un compromiso con el Estado de Israel que trasciende la religión y puede conllevar cambios significativos a la política exterior argentina.
Es esperable que el gobierno de Milei reenfoque la relación de Argentina con los organismos de integración, en particular, los económicos. En el caso del Mercosur, Milei compartirá una línea similar a la uruguaya, buscando flexibilizar las normas del bloque. Habrá que poner atención a la conclusión de las negociaciones del acuerdo de libre comercio entre la UE y el Mercosur -lideradas por Brasil-, cuyos resultados se esperan tres días antes del cambio de mando, y cuáles serán las reacciones del gobierno argentino entrante. También habrá que mirar el destino de la anunciada incorporación de Argentina a los países BRICS, mecanismo al que busca acogerse bajo la promesa de acceder a financiamiento libre de las ataduras y presiones del FMI. Otro tanto será el cariz que se otorgue a la esencial relación con China.
Las discusiones serán sugerentes, y veremos si prima el pragmatismo o la ideología. Parte del equipo de Milei ha mostrado ser realista, siendo dudoso que busquen alienar a Brasil, su principal socio comercial en la región, o bloquear de antemano fuentes adicionales de crédito ante condiciones económicas adversas. No obstante, todavía están vivas afirmaciones de corte ideológico, tales como no agruparse con países como Rusia o Irán.
Chile tampoco fue cuestión en la campaña electoral argentina. Y ello es positivo. Nuestros países gozan de lazos profundos y diversos, que han trascendido a los gobiernos de turno. Dada la relevancia del vínculo chileno-argentino, y ante la aún desconocida política exterior del presidente Milei, el representante que escoja el Presidente Boric para nuestra embajada en Buenos Aires debe, ante todo, preservar esa relación de Estado, encauzando cualquier diferencia que se presente a través de los múltiples mecanismos bilaterales que nos atan. (La Tercera)
Carolina Valdivia