La política y las convicciones

La política y las convicciones

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En los últimos días hemos escuchado altisonantes declaraciones expresando tensiones en la Nueva Mayoría. Ello, especialmente, por la supuesta incomodidad generada al interior del principal partido de la coalición, la Democracia Cristiana, por el rol que está jugando en el seno de la alianza de gobierno, sumando el natural y esperable nerviosismo que se genera al interior de toda coalición en tiempos preelectorales. Sin embargo, la historia de los últimos 25 años da cuenta de la capacidad y voluntad por alcanzar acuerdos y sobrepasar los diversos momentos al interior de la antigua Concertación, hoy refundada como Nueva Mayoría. No existen razones suficientes ni novedosas como para que en esta oportunidad se actúe de manera distinta.

El mérito de la Nueva Mayoría ha sido su voluntad de posibilitar la convivencia -en una plataforma política y programática-  de partidos y movimientos que representan culturas políticas y sociales diferentes, que expresan la diversidad de una buena parte de la sociedad chilena. Esa es la fortaleza de la Nueva Mayoría; y, por ello, hemos tenido el apoyo de la ciudadanía. Este factor fundacional e identitario no puede ser menospreciado ni desconocido. Todo lo contrario.

En la firme convicción de que representamos esa diversidad política, social y cultural de la mayoría de la sociedad chilena, nadie podría estar obligado a renunciar a su propia identidad partidaria y nadie estaría en condiciones de exigir aquéllo. Por el contrario, ratificando la voluntad de avanzar en la construcción de un Chile más justo e inclusivo, la diversidad y las opiniones distintas deben ser valoradas y respetadas, especialmente entre nosotros.

También es cuestionable que personeros de la DC no contribuyan a generar los vínculos políticos y afectivos en una coalición diversa y amplia. Los ciudadanos sancionarán aquellas conductas conducentes a la fragmentación de las fuerzas reformistas. Máxime, cuando los sectores de la derecha más conservadora incentivan majaderamente la posibilidad de un distanciamiento de la DC con el resto de los partidos de la NM.

Es el momento de reafirmar la voluntad de construir acuerdos y el tiempo de consolidar a la Nueva Mayoría como una fuerza política y social que, desde la diversidad, se plantea un proyecto de reformas y transformaciones en la sociedad chilena. La DC es, y será, parte sustantiva en dicho esfuerzo.

Ello, porque nuestra historia está indisolublemente unida a los procesos de transformaciones y reformas vividas en Chile; somos depositarios de una tradición reformista, por una sociedad más justa, libre, democrática e inclusiva.

Porque, además, para estos objetivos, es  fundamental la capacidad de construir acuerdos de mayoría que otorguen legitimidad política y social a las transformaciones. Nuestra actual mayoría, por lo tanto, debe fortalecer y consolidar su proyecto de gobierno y proyectarlo para el futuro.

Sumemos que la DC fijó su domicilio en la antípoda del conservadurismo de clase y de los privilegios defendidos por amplios sectores de la derecha chilena y se comprometió, desde sus orígenes, con la justicia social y la transformación de las condiciones de vida de los sectores más postergados y emergentes. Hemos sido parte fundamental en el éxito de la transición política en Chile, lo que ha permitido importantes logros.

Reconocemos, eso sí, que aún queda un duro camino por recorrer hasta alcanzar la “patria para todos” que proclamara don Jaime Castillo Velasco.

Hoy es el momento de la serenidad. Dar paso a las convicciones más profundas y dejar de lado los cálculos electorales pequeños, para construir los acuerdos que nos lleven al Chile soñado y no de anteponer voluntarismos de minorías. Es el momento de la Política. Por eso y para ello, la DC aspira a seguir siendo parte de la Nueva Mayoría.

 

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