Para nadie fue indiferente la soledad con que el senador Alejandro Guillier, candidato presidencial de la Nueva Mayoría, enfrentó la derrota el pasado domingo. Pasadas las 19:40 horas, en el salón principal del Hotel San Francisco, acompañado de su esposa, sus hijos y algunos colaboradores que formaron su comando, el periodista dijo “hay que ser autocríticos. Hemos sufrido una derrota dura y en las derrotas duras es cuando más se aprende. Tenemos que levantar nuestro ánimo y salir a defender las reformas en que creemos”.
Pero entre ellos no se divisó a ningún presidente de partido, más allá de Álvaro Elizalde, quien además de ser timonel del PS, se transformó tras la primera vuelta en el coordinador de la campaña. Sólo después del discurso, y antes de que el abanderado se trasladara al Hotel Crowne Plaza a reunirse con el Presidente electo, Sebastián Piñera, sostuvo una reunión con los presidentes de los partidos de la Nueva Mayoría en el subterráneo del edificio.
Todo esto llevó a que el ex Presidente Ricardo Lagos, en entrevista con el diario El País, dijera que “no entiendo cómo el domingo pasado no hablaron los que tenían que hablar” y, a modo de ejemplo, dijo “quiero hacer un recuerdo. ¿Qué pasó cuando perdió el presidente Frei en 2009? Él llegó a reconocer su derrota, se iba a retirar del escenario y pidió que lo acompañáramos el presidente Aylwin y yo. Y yo hablé y dije con fuerza que teníamos que tener confianza en que en el futuro íbamos a seguir juntos”.
Pero las palabras de Lagos fueron refutadas ayer por el presidente del PPD, Gonzalo Navarrete, en Radio Infinita, donde dejó al descubierto la historia desconocida de lo que sucedió ese día, diciendo que “la separación entre el pequeño equipo de comando y los partidos fue brutal, y en la segunda vuelta fue espantosa porque no es como dijo Ricardo Lagos, que nosotros dejamos solo al candidato”.
Y explicó: “No abandonamos a Guillier, el entorno más pequeño sacó a los partidos y eso fue un error brutal. Nosotros habíamos quedado ese día de juntarnos a las cinco de la tarde con el candidato. Estábamos en el Partido Radical, finalmente no nos juntamos. Llegamos al hotel cuando él estaba hablando, porque no hubo espacio de conversación, no es que nosotros no quisiéramos, sino que finalmente se independizó tanto la candidatura de los partidos que hasta en la foto final aparece solo”.
Pero el timonel del PPD fue más allá y reveló los problemas que vivieron durante la campaña. “Íbamos a tener una reunión por semana para discutir ese tema, pero fue capturado por un pedazo de la familia; (Juan Enrique) Forch, (Osvaldo) Rosales y Harold Correa, y no hubo reunión. Yo creo que él (Alejandro) se creyó muy legítimamente que era independiente, que esto se hacía con los independientes. Lo gestionó de esa manera, y por lo tanto la gente entendió que era muy buena persona, pero que estaba muy solo y con un programa que no tenía una lectura de la sociedad más compleja”. Además explicó que “los partidos hicimos la pega, la pega de los apoderados, del territorio, de la distribución, pero el diseño de campaña, de discurso… la incorporación, la mezcla, no ocurrió nunca”.
Y es que según explican en la Nueva Mayoría la conversación entre este selecto grupo de colaboradores del senador, compuesto por el publicista Juan Enrique Forch, su jefe de gabinete Enrique Soler, Harold Correa y su hijo Andrés Almeida, nunca logró aceitar bien la relación con los partidos para poder echar a andar el engranaje.
Es más, sostienen que era “muy difícil” poder construir sobre una candidatura donde todas las decisiones pasaban por ellos y donde no eran consideradas las nuevas propuestas. “Su círculo se encargó sistemáticamente de hacer imposible la relación con los partidos”, dice un miembro del Partido Socialista.
De hecho, la reunión de la que habla Navarrete se iba a concretar la semana antes de la elección, pero como no se realizó, se agendó para el viernes 15 de diciembre. Sin embargo, nuevamente no resultó. Por eso como última instancia se decretó que se reunirían el mismo domingo de la elección en el Partido Radical. “Estaban todos los presidentes y secretarios generales en el PR, pero no fue posible la reunión. Como uno podía ver como la tendencia en el resultado se iba marcando, esperamos el primer boletín, y era claro. Entonces al no haber comunicación con el candidato, fuimos al hotel, y él ya estaba reconociendo la derrota”, dice el vicepresidente del PR, Patricio Tombollini.
A eso se suma que el encargado territorial de la campaña, Sergio Echeverría, explicara a La Segunda que “nunca hubo espacio para la discusión estratégica, ni para discutir el programa, la estrategia comunicacional, la territorial ni la agenda del propio candidato (…) Se estableció un comando muy elitista, un grupo muy cerrado, en donde los partidos políticos no tuvieron un rol decisivo. Era un círculo muy cerrado en el que estaba Juan Forch, Enrique Soler, Harold Correa y Andrés Almeida”, y añade: “Se constituyeron alrededor de cuatro equipos estratégicos, que se armaban y desarmaban, pero que en realidad fueron equipos fantasmas, porque nunca tuvieron posibilidad de influir en la campaña”.
Echeverría cuenta que “propusimos que las decisiones no dependieran solamente de Forch, sino que también recibieran el aporte de Girardi, Montes, Camila Vallejo o de Jadue (…) al final fue dirigida de manera unipersonal por Juan Forch, nadie más pudo opinar”. Por último contó su impresión con respecto al debate de Anatel “cuando se le pregunta a Guillier por el CAE y se lo ve dubitativo… ¡Cuando fuimos muchos los que nos quemamos las pestañas haciendo minutas para que se plantearan los temas adecuadamente”.
La opción por privilegiar el vínculo con La Moneda
La relación entre Guillier, su comando y los partidos siempre fue un tema en la campaña. Si bien por momentos parecía que se ponía en marcha, nunca fue algo definitivo. Desde las colectividades de la Nueva Mayoría aseguran que era “complicado”, porque quienes lo asesoraban no creían que era una buena estrategia tener a los partidos políticos cerca.
Es por eso que aseguran que pese a estar disponibles para gestionar y salir a terreno, muchas veces no fueron consideradas las propuestas. Asimismo, con el transcurrir del tiempo, y ya insertos en la campaña de segunda vuelta, la distancia “se acrecentó” en algunos aspectos.
Esto tiene que ver -explica un parlamentario de la coalición-, con que el senador comenzó a mostrarse explícitamente como el continuador de las reformas de la Presidenta Michelle Bachelet, sumado a las reiteradas apariciones públicas que tuvo con ella. “Al mirar hacia atrás, no sé si fue lo más efectivo”, dice respecto de la estrategia de segunda vuelta de privilegiar su vínculo con La Moneda.
El Líbero/La Tercera