Durante la última semana hemos sido testigos de la formalización de los imputados en el caso Penta, que ha puesto en primera plana inaceptables formas de relación entre dinero y política.
El problema de fondo de esta imputación injusta a la UC es que pretende ver causalidad directa donde no la hay, olvidando que la cultura subyacente a todo tipo de relación social determina en gran parte el actuar de un grupo de personas –extraño, siendo que la crítica viene de un sociólogo–.
La UC, en sus 120 años de historia ha formado a miles de profesionales que han sido, y son, un aporte al desarrollo del país. Es larga la lista de políticos, empresarios, médicos, artistas, historiadores, filósofos, teólogos, literatos, arquitectos, ingenieros y académicos, que en sus respectivos campos han contribuido integralmente al bien del país. Un ejemplo de lo anterior, entre los muchos otros posibles, son los 56 premios nacionales que se han formado en la UC.No es trivial que en una cultura donde prima el interés privado por sobre el Bien Común, donde la política se ve reducida a la competencia por la obtención del poder por el poder y donde, en definitiva, tanto en los negocios como en el debate cultural, lo que se impone como modo de acción es que el fin justifica los medios, se deje a un lado la reflexión moral que fundamenta la acción, viniendo los involucrados de la carrera y universidad que sea.
Hoy la Universidad no sólo es líder en los rankings internacionales de calidad situándose entre las mejores universidades de Latinoamérica, es asimismo en nuestro país un aporte en políticas de inclusión social con su programa Talento e Inclusión en todas sus carreras, y acerca las realidades sociales de distintas municipalidades a sus alumnos con su programa Puentes. No es difícil encontrar más ejemplos como estos.
No negamos que nuestra universidad aún tiene mucho que hacer avanzando en pos de la formación integral de sus estudiantes, con una verdadera opción preferencial por los necesitados, pero pretender reducir el aporte de la universidad, a lo largo de la historia de Chile, a los pocos egresados que se han visto involucrados en estas contingencias, resulta arbitrario e injusto. La preocupación es compartida por la comunidad universitaria, considerando que la formación ética es prioridad en la misión de la universidad, pero no se puede generalizar de modo burdo como lo ha hecho, el ex alumno de la PUC, Alberto Mayol.
Casos como estos son un llamado de atención a todas las instituciones educacionales respecto a sus prioridades y sin duda a la formación de sus alumnos, especialmente para las Facultades de Economía, dada su indudable responsabilidad en el desarrollo del país.
Los valores de nuestra universidad no profesan un doble discurso. Al contrario, desde su nacimiento ha tenido una verdadera opción por la vida, la familia y la justicia social por medio de una formación al servicio de Chile. Sin embargo, los estudiantes y profesionales egresados seguimos siendo libres a la hora de escoger y tomar decisiones en nuestra vida personal y profesional. De ahí que la responsabilidad primera corresponde a quienes cometieron los actos que hoy se les imputan.
Y tal como hay casos que son lamentables, son muchos los egresados, los estudiantes, los profesores y funcionarios que se encuentran vinculados a diversos proyectos, como Un Techo, América Solidaria, Enseña Chile, diferentes ONG, fundaciones y centros de pensamiento, quienes desarrollan su profesión de modo responsable, consecuente e incluso anónimo, y sirven al país inspirados coherentemente con el proyecto de la Universidad, a quienes hoy más lo necesitan
En definitiva, para pesar de Alberto Mayol, hay mucho más de la UC. (El Mostrador)