Televisión Nacional no tiene destino. Al menos en la forma que la conocemos. Con pérdidas millonarias que se acumulan año a año, sin director de programación, sin director de prensa, en una industria que va cuesta abajo, el panorama no es alentador. De hecho, podría ser el guión de la teleserie más dramática que hayamos conocido. Como buen guión hay buenos y malos, intrigas y enemigos. Todo eso abunda. Y lo que es peor, no hay por dónde encontrar un final feliz.
La historia de TVN tiene mucho por lo que avergonzarse. Bajo el gobierno de Allende y en especial bajo la dictadura de Pinochet fue un canal dedicado básicamente a desinformar. Tal como lo han hecho tantos canales estatales en el mundo. Una plataforma de manipulación y de mentiras.
Lo raro fue lo que ocurrió en los 90. En una más de las transacciones de la transición se llegó a un modelo extraño, pero exitoso. A medio camino entre la televisión pública europea y la televisión comercial norteamericana, TVN se transformó en un canal de propiedad pública, autofinanciado y además con éxito en términos de audiencia. Algo que no existía en ninguna parte, pero que funcionó. Al menos económicamente.
Con un entorno menos competitivo, y con buenas designaciones iniciales, TVN logró funcionar adecuadamente en el híbrido con el que fue creado. Pero ello fue un paréntesis en su historia. No volverá porque la industria se fue al suelo. No volverá porque el entorno chileno es más competitivo. No volverá porque los pactos de la transición han perdido el cuidado en las designaciones. No volverá porque hoy TVN se balcanizó.
Así, lo que hemos visto esta semana -la filtración del contrato de su director ejecutivo- parece confirmar, por una parte, el amiguismo con el que operó Solari como presidente de TVN y, por otra parte, da cuenta de una filtración llena de huellas digitales del actual presidente del directorio, Francisco Orrego.
Las preguntas de fondo son dos ¿Por qué Orrego está empecinado en sacar a De Aguirre? Y ¿Qué quiere hacer Piñera con TVN?
Y si bien la primera respuesta parece clara, de la segunda no hay señales.
En el piñerismo todavía existe el trauma de lo que fue TVN en el primer gobierno. Un primer presidente del directorio que entendía su rol, un director ejecutivo ingobernable y un director de prensa profesional fue la peor combinación para «dar a conocer la obra modernizadora». Peor aún, son muchos los que a estas alturas siguen creyendo que TVN fue la principal caja de resonancia del movimiento estudiantil de 2011, que tuvo a Piñera I tambaleante.
Parece claro entonces que el mandato a Orrego es que controle al monstruo y con De Aguirre ello no está asegurado. En ello hay un error de cálculo y una torpe ejecución: por incómodo que pueda ser TVN, la mayor miopía del Gobierno sería intentar manipularlo o, peor aún, dejarlo morir. Se aparecería el fantasma de la libertad de expresión y se reflotaría la tesis de que los medios de prensa los controlan los grupos económicos de derecha.
Más bien lo que debiera hacer el Gobierno es sentarse a pensar en un nuevo TVN, que no añore un pasado que no volverá. Pero ello será difícil con una clase política que coincidirá en querer mantener el cofre para cuando le toque, por pocas joyas que queden.
Entre los modelos exitosos del mundo hay tres que se destacan: el modelo clásico de la BBC, su símil en Japón -la NHK- y el sistema mixto de la televisión pública alemana. Aunque cuentan con fórmulas de financiamiento distintas, las tres tienen un elemento en común: todas reciben un aporte fijo vía impuestos. En Chile, TVN nominalmente no recibe dinero, pero la capitalización aprobada el año pasado se repetirá una y otra vez en el futuro cada vez que se acabe el dinero, por lo que más vale sincerar de una vez que ya no es posible el autofinanciamiento.
En cualquier caso, sí hay una cosa clara: cualquiera de los modelos que se quiera adoptar requiere un cambio total en el gobierno corporativo del canal. Deben dejar de estar los políticos o los amigos de los políticos y -¡cosa rara para un canal de televisión!- tener un directorio que hable de televisión y que sepa de televisión.
Federico Fellini dijo alguna vez que la televisión es el espejo donde se refleja la derrota de todo nuestro sistema cultural. Tras ver lo que está pasando, se podría parafrasear al director italiano y decir que TVN es el espejo donde se refleja la precariedad de todo nuestro sistema político. (El Mercurio)
Francisco José Covarrubias