La primera duda que surge de la proclamación de Ricardo Lagos, el abanderado presidencial del PPD, es si esto es un “buen negocio” para ambas partes. El partido de Guido Girardi –Pepe Auth lo calificó de “socio y controlador” al renunciar a la colectividad-, viene en declive hace un tiempo. Complicados por la relación con SQM; aún experimentando el sabor amargo que dejó la elección municipal del año pasado –dónde no solo obtuvieron 127.000 votos menos que en 2012, sino que perdieron la emblemática alcaldía de Santiago, sacando de paso de circulación a uno de sus rostros claves, Carolina Tohá-; y preocupados por las modestas cifras de la elección interna –votaron 8.000 militantes, un 25% menos que en la anterior-. Está claro, el PPD ya no es el partido atractivo de la década de los noventa, y particularmente en el último año, ha quedado demostrado que sus prácticas y pugnas internas no lo diferencian en nada de la política tradicional que tanto criticaron en otras épocas. El expresidente Ricardo Lagos Escobar, por su parte, tampoco llegó en muy buen pie al acto del cine Normandie. Pegado en el “síndrome del error muestral” –ese que al no sobrepasar el 5% en las encuestas hace dudar incluso de si el piso podría ser más bajo-, la verdad es que tenía pocos bonos que ofrecer al partido del que hoy es abanderado.
¿Quién gana con esta alianza? Para Lagos esto es un respiro. Le evita tener que retirarse de carrera antes del 2 de julio, pese a que los números actuales claramente aconsejarían la salida digna y oportuna de un personaje que ya quedó inscrito en la historia política de Chile. Está claro que este aceleramiento por recibir apoyo público de los partidos que él suponía lo respaldarían de inmediato, era una buena estrategia. Sin embargo, la apuesta falló porque en el PS no compraron la idea de la designación sin competencia, pero principalmente porque se subestimó el factor Guillier.
El Partido por la Democracia también parece haber ganado tiempo con esta decisión. Le otorga la opción de ordenarse y generar unión e identidad en torno a una figura emblemática, a falta de otros rostros posibles. También es evidente que el acto de proclamación fue un rito terapéutico necesario, similar a lo que fue la elección interna para la DC. Pero creo que el negocio para este partido no es claro. Si la apuesta es que Lagos les va a ayudar a fortalecer el proceso de re inscripción –apenas han refichado al 6.5% de sus afiliados-, creo que los resultados serán magros. El problema del PPD, de aquí en adelante, es que deberá asumir el estancamiento de Lagos, asociando al partido a la suerte y destino de su abanderado. Y, por su puesto, que la mirada estará en si son capaces de traspasarle respaldo. Y ojo, que en el mejor de los casos, el PPD puede aportarle a Lagos el 8.84% del total de votos que obtuvo en la elección de concejales el año pasado.
La segunda duda es qué rol cumplirá Girardi en esta apuesta. El senador había sido categórico en su rechazo a la opción de Lagos. Incluso en mayo pasado llegó a señalar: “la visión que tiene de la izquierda es trasnochada”. Con el tiempo fue relativizando su posición. Primero apareció en el lanzamiento del libro del ex mandatario. Hacia fines de año lo retó a decidirse entre el estilo de Sanders v/s el que desplegó Hillary Clinton en el Partido Demócrata. Días antes de la proclamación señaló que él apoyaría un programa y no a personas.
¿Por qué entonces Girardi terminó apoyando a Lagos? ¿Cuál será el compromiso que debió firmar el expresidente para transformarse en el Sanders chileno? El primer adelanto, en el acto del sábado, pareciera vislumbrar un intento de relato englobado en el concepto de progresista: enfrentar la crisis de confianza, mejorar la comunicación ciudadanos-gobierno, crecimiento sustentable, defensa del rol del Estado, conectividad digital, lucha contra la desigualdad, partiendo por la de género, expansión de las libertades, entre otros. Pero los titulares entregados no alcanzan a visualizar aún cuál es el giro progresista de Lagos versión 2017.
PPD es sinónimo de Girardi. Como en la UDI lo era Longueira. Da lo mismo si estaban presidiendo sus partidos: el peso, la sombra, las redes y los operadores de ambos eran suficientes como para ejercer el poder interno. Sin embargo, la cruzada Lagos se convertirá en un duro reto para él. Incluso su hermana diputada, Cristina, junto a los parlamentarios Tucapel Jiménez y Rodrigo González hicieron público su rechazo a esta proclamación. El temor de que se vuelva a producir una rebelión interna es alto. La figura de Auth puede ser clave para que varios continúen sus pasos y también los de Guilier.
Por ahora no se ven signos de que Lagos pueda repuntar. Tampoco es evidente que el PPD le vaya a ayudar a subir en las encuestas. Menos aún, que se convierta en el abanderado de la centroizquierda. Tendremos que ver si la nueva apuesta de Girardi prospera. También es un hecho que el despliegue de un programa concreto –basado en cinco ejes- presionará a los otros candidatos a tomar posiciones y expresar sus ideas, incluyendo a Guillier. Sin embargo, no es claro que este vaya a ser un matrimonio exitoso. (El Mostrador)
Germán Silva Cuadra