El clima de tensiones, errores y desencuentros que ha vivido la derecha en estos días reflejan una suerte de desorientación política que devela claramente una falta de estrategia y propósitos en su acción, lo que tiene a sus partidos en un verdadero maremagnum; esto es, una confusión política de orden mayor. Esto se da -como si fuese poco- en medio de una campaña electoral donde requiere mejorar sustantivamente sus resultados obtenidos el año 2021.
Un fiel reflejo de los problemas políticos por los que atraviesa la derecha son el anuncio y posterior retiro de una acusación constitucional contra el presidente Gabriel Boric, que intempestivamente levantaron los diputados de RN; la nula cooperación en la acusación constitucional presentada por el partido republicano en contra de la ministra del interior Carolina Tohá, que incluía críticas al gobierno de Sebastián Piñera (y donde el abogado defensor de ellos será un exsubsecretario de justicia del gobierno de Piñera) y todo el caso Cubillos, con sus distintas aristas y el desmarque de Evopoli y de dirigentes de base de RN del apoyo a la candidata de Vitacura (lo que luego fue desmentido por la dirigencia nacional de RN).
En este sentido, los hechos nos reflejan una intensa disputa por la hegemonía en el sector entre los partidos de Chile Vamos (UDI, RN y Evopoli) y el partido Republicano, que quedó plasmada desde el apoyo incondicional a Kast en la segunda vuelta del año 2021, pero que se acentuó con la mayoría obtenida en el consejo constitucional el 2023 y su accionar, que terminó con la derrota a finales de ese año. Hay aquí una cierta semejanza con lo ocurrido entre la exconcertación y el ahora Frente Amplio. Todo ello genera una oposición débil y divida; quizás el mejor sueño para todo gobierno.
Por otra parte, los partidos de la derecha han planteado que su principal eje de campaña es todo aquello que se inserte en la seguridad pública, que tan buenos resultados dio a los republicanos el año 2023, pero no han podido encontrar el tono y la competencia por protagonizar esa agenda, lo que ha hecho que más bien se les haya escapado de su acción política. Hasta ahora la agenda se ha movido en otros temas como la corrupción, que toca profundamente a un sector de esta, que son los partidos de Chile Vamos (UDI, RN y Evopoli) y las acusaciones constitucionales no parecen ser ni son el mecanismo adecuado para estos propósitos. La agenda le es esquiva y no ha podido insertar sus temas de interés, que -sin embargo- son prioridad ciudadana en todos los estudios de opinión pública.
A lo anterior sumaría la campaña electoral en curso, que no pareciera tener una estrategia clara y precisa, lo que también dificulta la acción política, quizás por la sensación de una falsa idea del triunfo. Como decía un dirigente que escuché por allá por el mes de marzo, “solo basta con presentar candidaturas, decir que eres de derecha o opositor al gobierno para ganar”. Cabe tener en cuenta que la elección será con nuevos votantes y se ha ido instalando una incertidumbre sobre sus resultados en la derecha.
Los problemas de la derecha en medio de una campaña electoral son todos de la política, en sus diversas dimensiones, y por tanto de sus partidos. La paradoja está en que desde hace un tiempo la derecha tiene posicionada en el primer lugar, en todas las encuestas, a una posible candidata presidencial. (El Mostrador)
Tomás Duval